Moondale

Blog

  • UN BUEN CONSORTE

    EZRA WALKER

    TERRA

     

    Llevaba desde el primer día intentando contactar con el resto sin resultado, además el tótem por el que habíamos regresado a la Kvasir había sido destruido. Tampoco había sido capaz de proyectarme con mi poder, era como si estuviéramos encerrados en este planeta y perdido toda comunicación con el resto de mundos para siempre.

    Pasaron varias Lunas y anduvimos de una ciudad a otra. Robin había visto los estragos que Antailtire causo a su  mundo, guerra entre humanos, maquinas y espíritus, aunque estos últimos parecían haber desaparecido tras perder la conexión que los unía con Antailtire.

    Sin la mano oculta que había manejado los hilos de su mundo durante tanto tiempo la guerra se detuvo, pero el más mínimo conflicto podría reactivarla, gente que quería ganar a toda costa. Desde las sombras, Robin actuaba evitando que ciertos eventos detonaran de nuevo la guerra.

    – [Robin]Según parece, vamos a tener unos días de paz[/Robin].- Añadió alejándose de la ventana tras usar su poder. Los siguientes días no habría conflictos entre los lugareños o intentos de saqueos a las provisiones de alimentos.

    – [Ezra]Bien, podemos regresar a tu pueblo si quieres. Debes estar deseando ver a tu hermana.- [/Ezra] Nos habíamos refugiado en un edificio derruido, la fachada aun resistía pero entraba frio por el enorme hueco del techo ocasionado por una de las bombas.

    – [Robin]No creo que sea buena idea[/Robin].- Robin se recoloco su abrigo y alzo las manos hacia la pequeña hoguera para entrar en calor.

    – [Ezra]Sigo sintiéndome culpable por lo ocurrido. Por mi culpa abandonaste tu reino, tal vez puedas volver ahora.-[/Ezra] Robin me ayudo a volver con mi grupo cuando quede atrapado en su reino y en el proceso se vio arrastrada con nosotros sin poder regresar a su hogar, ahora que no había guerra tal vez pudiera regresar a su reino.

    – [Robin]No quiero volver. Creo que puedo hacer mucho más fuera que allí[/Robin].- En su estancia en la Kvasir se informo de el resto de mundos, de como estaban sucumbiendo ante una mano oscura que manejaba los hilos a su antojo como en el suyo. También le hable del mío, de como no solo había guerras entre sobrenaturales, sino entre humanos por culpa de la codicia o el poder.

    – [Ezra]Tienes una habilidad innata para resolver conflictos.-[/Ezra] Robin echo un vistazo al cielo, parecía que iba a caer una tormenta de un momento a otro, pero las nubes se fueron disipando hasta dejar un cielo anaranjado bañado por el atardecer.

    – [Robin]Tuve a mi reino en una burbuja durante demasiado tiempo. No soy tan buena como crees[/Robin].- La sonrisa de Robin había desaparecido desde que llegamos. Si bien sonreía a la gente que se cruzaba con nosotros, era una sonrisa triste.

    – [Ezra]Estabas protegiendo a tu pueblo de los peligros del mundo exterior.-[/Ezra] Yo intente proteger al mío en las cloacas juntos a las ratas y aun así nos dieron caza.

    – [Robin]Quizás. A lo mejor solo estaba siendo cobarde[/Robin].- No esta siendo cobarde, simplemente estaba protegiendo a su familia, si hubiese podido habría hecho lo mismo que ella.

    – [Ezra]Conozco bien la cobardía y tú no lo eres.-[/Ezra] La gente que se escondía en las cloacas junto a nosotros. Ese miedo en los ojos, acurrucados en una esquina simplemente esperando a morir.

    – [Robin]Tú no eres un cobarde[/Robin].

    – [Ezra]Lo intento, pero no dejo de pensar que habiendo actuado en alguna ocasión todo habría sido diferente.-[/Ezra] Desde que perdí mis recuerdos buenos solo podía sentir que no había hecho suficiente, como mis miedos se apoderaban de mi en los peores momentos, en la perdida de mi familia.

    – [Robin]El pasado no se puede cambiar y el futuro no existe. Ahora mismo, estás haciendo las cosas bien[/Robin].- Tenía razón, debía de dejar de vivir en el pasado y empezar a centrarme en el ahora.

    – [Ezra]Siempre se me ha dado bien ayudar.-[/Ezra] Las salidas furtivas con Amy en busca de provisiones, buscar a sobrenaturales en una Moondale en ruinas, incluso cuando desperté en este mundo cuando hice aquella campaña de ropa con mi madre.

    – [Robin]¿Y eso te parece poca cosa? Si todo el mundo ayudara…[/Robin]

    – [Ezra]No habría guerras.-[/Ezra] Bajo su capucha esbozo una sonrisa. Nos quedamos un rato en silencio escuchando el chasquido del fuego.

    – [Robin]¿Por qué crees que acabamos en este mundo? Yo tengo excusa, porque es mi casa. Pero tú…[/Robin]- Sus ojos se posaron en mi fijamente, con el resto del mundo solía mantenerme en guardia, con ella no era necesario.

    – [Ezra]Cuando ese agujero nos trago sabía que acabarías aquí por la conexión que tienes con este mundo. Simplemente no quería que te quedaras sola varada en este lugar.-[/Ezra] Una sonrisa se dibujo en su rostro, parecía feliz de verdad en mucho tiempo.

    – [Robin]Habrías sido un buen consorte[/Robin].- Añadió entre risas. Siempre me había negado el ser feliz al ver como el mundo sucumbía a mi alrededor, pero empezaba a creer que Robin era la persona de la que hablaba Chloe en su futuro. Algo en ella me transmitía una sensación de serenidad.

    – [Ezra]Mi lady…-[/Ezra] Me incline hacia delante para hacer una reverencia y al incorporarme observe como me miraba enarcando una ceja.

    – [Robin]Siento decirte que no está del todo bien hecha[/Robin].- Ella se dejo caer un poco hacia abajo e inclino un poco la cabeza sin perder contacto visual, después de todo era una reina.

    – [Ezra] …me concede este baile.-[/Ezra] Añadí haciendo de nuevo la pose algo más acertada entre las carcajadas de Robin.

    – [Robin]Solo un necio o un loco bailaría entre los escombros de una guerra[/Robin].- Dijo acercándose hasta donde me encontraba.- [Robin]Y dime, ¿cuál eres de los dos?[/Robin]

    – [Ezra]La gente baila y celebra cuando la guerra termina. Supongo que todo el mundo está un poco loco.-[/Ezra] Ella agarro mi mano y la otra la pose en su cintura. No tenía ni idea de bailar, menos bailes de salón, así que deje que ella llevara el compas.

    Por el hueco del techo comenzó a caer una fina capa de nieve, mientras a lo lejos, en la zona de los refugiados sonaba una melodía de lo más apropiada para el baile, sin duda era cosa de ella. Durante ese instante no había preocupación alguna, solo éramos dos personas disfrutando del momento.

  • EL TRATO

    XANDER ECHOLLS

    BOSQUE DEL CREPÚSCULO – SELAS

    Apenas fui consciente de mi propio movimiento cuando vi el portal abrirse en mitad del laberinto, solo sé que crucé y aparecí en mitad de un claro del Bosque del Crepúsculo en el que residía Caitriona. Esta vez no había despertar en una cabaña, la tenía frente a mí, a unos metros, quizá para que su deidad se alimentase un poco más de mi sufrimiento.

    Me negué a pensar en que Jane hacía ya mucho rato que no respiraba, que la reanimación no había funcionado y que su calor corporal se desvanecía. Abrí la puerta con la pierna y cuando crucé vi que ella me esperaba sentada frente a un fuego.

    – [Caitriona]Bienvenido, Xander.[/Caitriona]- me saludó. Parecía que me esperaba. No me sorprendí, estaba demasiado ocupado sintiendo una ira crecer dentro de mí por no verla tener ninguna prisa por ayudar a Jane.- [Caitriona]Sabía que vendrías tarde o temprano.[/Caitriona] – aseguró.

    – [Xander]Caitriona, acepto el trato si salvas a jane.[/Xander] – dije con dificultad, empezaba a ser consciente del tiempo que llevaba sin descansar.

    – [Caitriona]Ya. Eso será si quiero hacer un trato.[/Caitriona]- replicó sin levantarse. Contuve la ira, necesitaba algo de ella, no conseguiría nada dejándome llevar, tenía que controlarme, mantener a raya cualquier emoción, ya habría tiempo después, aunque el golpe fuera más fuerte.- [Caitriona]Coloca el cadáver sobre la mesa. No creo que sea cómodo que cargues mientras hablamos.[/Caitriona] – aquella palabra resonó en mi cabeza, como si dos mundos que no concebía se unieran. Jane no podía ser un cadáver, no podía.

    – [Xander]Estos tratos te dan poder, salva a jane y te daré lo que pidas.[/Xander] – dije depositándola en la mesa con cuidado. No se movió y el rubor de la fiebre había desaparecido de sus mejillas. Aparté la vista y me centré en mi objetivo, tenía que hacer que Caitriona le ayudase.

    – [Caitriona]No sé por qué debería escucharte.[/Caitriona] – replicó ella. Aferré la mesa hasta que los dedos se me pusieron blancos.

    – [Xander]Porque no me iré hasta que lo hagas. [/Xander]- dije controlando mi tono de voz. Aun así, era imposible disimular lo que sentía, tenía que dejar de intentar mantener ocultas unas cartas que todo el mundo podía ver. – [Xander]Seré tu sombra, no dormiré, buscaré cualquier forma de convertirme en tu pesadilla. [/Xander]- continué, consciente de que sería capaz de cumplir mis palabras, de que no cedería nunca en mi empeño hasta que ella volviera. – [Xander]Y porque te interesa.[/Xander] – añadí. Ella se alimentaba de esos tratos y seguro que podía sacarme algo.

    – [Caitriona]Xander, tú estuviste aquí. Yo te ofrecí algo y me dijiste que no.[/Caitriona] – me recordó, con orgullo.

    – [Xander]Ahora te estoy ofreciendo carta blanca, a cambio de su vida. [/Xander]- afirmé, obviando la ira que me provocaba ver cómo se mostraba altiva mientras Jane estaba…

    – [Caitriona]No me interesa.[/Caitriona]- replicó, mirándome fijamente.- [Caitriona]El sufrimiento de su pérdida ya es una recompensa.[/Caitriona] – sentenció. Di un golpe en la mesa que arrancó una esquina de la madera. Jane seguía inmóvil.

    – [Xander]Caitriona, si Jane no sale viva de este lugar acabaré con todo lo que tienes.[/Xander]- la miré fijamente. – [Xander]Conseguiré el poder, por cualquier medio.[/Xander] – haría lo que hiciese falta para vengarme de ella y de quien le otorgaba el poder. – [Xander]Te ofrezco algo que te beneficiará el doble. ¿Quieres mi lugar como Daë? Cógelo, para mí sin ella no hay futuro igualmente.[/Xander] – no quería pensar en lo que eso haría al futuro, quizá todo se fuera al traste o quizá ya estuviese predestinado. Me daba igual, lo único que me importaba era que Jane volviese a respirar.

    Caitriona soltó una carcajada.- [Caitriona]Así me gusta. Y dime, ¿qué me das a cambio?[/Caitriona] – preguntó. Sentí alivio al ver que pretendía aceptar, eso significaba que lo que tenía Jane no iba más allá de sus capacidades.

    – [Xander]Ya te lo he dicho, mi puesto como Daë, es todo tuyo.[/Xander] – le recordé. Ella no parecía tener problema en acordarse, quería otra cosa, estaba seguro, pero aquí es donde tenía que tratar de mantenerme calmado y no dejarme llevar. Podía curar a Jane, ahora tenía que negociar bien.

    – [Caitriona]No. Eso no lo quiero.[/Caitriona] – confirmó. En la teoría negociar sonaba bien. En la realidad cometí el error de mirar a Jane tumbada en la mesa, inerte. Tenía que hacer lo que fuera porque volviese.

    – [Xander]¿Qué quieres? Pagaré el precio que sea porque se salve.[/Xander] – aseguré. No quería pensar en Jane muerta, mi mente no podía procesarlo, aunque me tendría que enfrentar a estos recuerdos y a este trauma reprimido más adelante. Sería peor, pero ahora no me veía capaz de afrontarlo.

    – [Caitriona]Está muerta y no te lo estoy diciendo para hacerte daño.[/Caitriona] – para hacerme daño no, para recordarme lo que tenía que perder y que ella tenía la situación en su mano, sí.

    – [Xander]Di tu precio. [/Xander]- respondí. De nada servía luchar contra lo inevitable, ambos sabíamos la verdad de la situación, que yo no tenía opciones y ella las tenía todas.

    – [Caitriona]Dame tu alma.[/Caitriona] – cada una de sus palabras reverberaron en mi consciencia. Pensé pellizcarme o leer algo para ver si aquello no era una pesadilla.

    – [Xander]¿Mi alma?[/Xander] – pregunté, tratando de centrarme. ¿Se refería a mi vida? ¿Una por otra? Lo primero que pensé fue en mi hermana Elle, en mis madres, mi padre, en Owen, en mis primas y primos, mis tíos y tías, en todas las personas a las que no volvería a ver. Y luego estaba Jane. Si tenía que morir para que ella viviera…

    – [Caitriona]Me darás lo que te hace ser tú, esa chispa de vida que hay en tu interior y se la entregaremos a Jane. Si eres feliz con ella, no te pasará nada, pero si la pierdes, serás un muerto en vida.[/Caitriona] – presté atención a cada palabra, como en los tratos que siempre se atribuían a los genios, que tenían letra pequeña. Ese parecía estar claro, si Jane volvía a negarme la palabra como cuando éramos pequeños, me convertiría en un muerto en vida, sería incluso peor que estar muerto.

    – [Xander]¿No hay otra manera?[/Xander] – pregunté, consciente de mi respuesta. Sin duda su deidad se alimentaría de cada vez que temiera perder mi alma, de cada discusión, de cada recuerdo de este eterno día.

    – [Caitriona]El veneno que han usado con Jane ataca el alma. Magia oscura… ya sabes.[/Caitriona]- resumió. Antailtire había armado a sus ejércitos con eso, seguro, destinado a acabar con nosotros para siempre. Si existía la reencarnación o la otra vida, ese veneno se encargaría de negárnosla. No quise pensar en cómo podía ser nadie tan cruel y tan psicópata.

    – [Xander]Acepto el trato. Llévate lo que haga falta.[/Xander] – dije. De pronto me sentía muy cansado. Al menos Jane viviría y quizá nos lleváramos bien el tiempo suficiente como para poder salir de Selas y despedirme de los demás.

    – [Caitriona]No tienes por qué aceptar.[/Caitriona] – me recordó. Me extrañó que lo hiciera, como si se sorprendiera de mi decisión. Había asumido que desde el principio los dos éramos conscientes de que aceptaría cualquier cosa para devolverle la vida.

    – [Xander]Aquí no hay elección posible, Caitriona. [/Xander]- admití. – [Xander]Solo si Jane vive o muere. Y lo tengo claro.[/Xander] – blanco o negro. Una elección de lo más simple.

    Ella asintió y se puso en pie. Caminé hasta ella y extendió la mano sobre mi pecho. Entonces empezó a salir una especie de luz de mí hacia ella. Al principio noté el frío, intenso, calándome hasta los huesos, un frío del que no me podía librar y que aumentaba cuanta más luz salía. Así siguió hasta que perdí todo deseo de vivir, de seguir luchando, la esperanza ya no era para mí una opción, vivir o morir me daba igual, exactamente como todo lo demás. Solo veía cómo se llevaba esa chispa de mí, siendo consciente en mi último instante de lucidez de que podía haber cometido un error, de que Caitriona tenía ahora mi vida y la de Jane en sus manos y podría cumplir su trato con la misma facilidad que dejarnos morir. Y sin embargo, ya no me importaba.

    Entonces la vi caminar hasta Jane e introducir esa chispa en su cuerpo, que parecía emanar un calor que llegó hasta mí, expulsando el frío acumulado en cada rincón de mi cuerpo. La esperanza volvió a mí en un torrente junto al miedo, el dolor y la pena, pero también junto a la alegría de ver que el pecho de Jane subía y bajaba, aún irregular, pero lo hacía. Ni siquiera fui consciente de cuándo me había arrodillado.

    – [Caitriona]Tardará un rato en despertar y puede que no sea agradable. ¿Quieres comer algo o ir al baño?[/Caitriona] – preguntaba la voz de Caitriona detrás de mí. La escuché, la entendí, pero no respondí, estaba pendiente en cuerpo y alma de cada respiración de Jane, del quebradizo milagro que me parecía tener entre las manos. Mi alma había hecho que su corazón volviera a latir. No podía pensar en nada más que en confirmar que todo había salido bien, que se despertaba siendo ella misma.

    Caitriona se fue, nos dejó solos. Pasó el tiempo, ni siquiera sé cuanto. Su respiración se acompasó, se hizo menos irregular, más pausada. Entonces sus ojos se movieron y abrió los párpados.

    – [Xander]Jane… [/Xander]- dije casi en un susurro. – [Xander]¿Estás bien?[/Xander] – pregunté. Ella me miró, su respiración estaba más agitada de nuevo. – [Xander]¿Te encuentras mejor?[/Xander] – parecía sana, pero algo no iba bien. Jane miraba todo a su alrededor, vi que su mano temblaba y se la sujeté, pero luego el temblor pasó a todo su cuerpo. – [Xander]¿Jane? [/Xander]- la llamé. Puse mi mano en su mejilla tratando de ayudarla a calmarse.

    – [Jane]¿Qué me pasa?[/Jane] – preguntó, aterrada. Le corrían lágrimas gruesas por las mejillas, parecía estar sufriendo más que nunca.

    – [Xander]Te habían disparado, pero ya estás curada.[/Xander] – mentí, no podía decirle lo que había pasado en realidad. Ese peso sería mío, Jane no viviría tranquila sabiendo lo que había pasado.

    La puerta se abrió y Caitriona apareció a nuestro lado con una manta que echó sobre Jane. Le puso la mano en la frente y Jane cerró los ojos, sumiéndose en una respiración profunda, calmada.- [Caitriona]Hay que ir despertándola poco a poco. Si morir es duro, imagínate volver de allí.[/Caitriona] – explicó adelantándose a los miedos que ya me asaltaban. Entonces sí había ido bien, pero estaba lidiando con el trauma de haber vuelto a la vida, de tener dos almas en un solo cuerpo.

    – [Xander]No le hables de nuestro trato. Se culparía.[/Xander] – le pedí. Ella me miró fijamente unos segundos y se encogió de hombros.

    – [Caitriona]Deberías descansar tú también.[/Caitriona]- aconsejó antes de irse.

    Miré hacia la ventana, era la misma hora, allí el tiempo no parecía cambiar. Seguí sujetando la mano de Jane hasta que el único cambio en la habitación era el subir y bajar de sus pulmones llenos de aire, de vida. Con la monotonía de su respiración, me quedé dormido. Cuando despertase recordaría brevemente haber soñado con que mi alma siempre había sido suya.

  • YA NOS PREOCUPARÍAMOS MÁS ADELANTE

    Vera – Artisan

    Mañana

    La casa de Jamie era una vieja conocida, pero aquello que antes era un lugar lleno de vida, era ahora poco más que un cascarón vacío. La mayoría de las habitaciones estaban cerradas y tenían los muebles cubiertos por sábanas.  nos movíamos solo por la planta baja: allí estaban la cocina, el baño, el salón y nuestro dormitorio. No sentíamos la necesidad de subir las escaleras, porque cuantas más estancias usáramos, más había que limpiar.

    – [Vera]No sé cómo habría sobrevivido aquí sin ti[/Vera].- comentó ella, ataviada con un sencillo vestido azul cobalto, mientras leía sentada en uno de los sillones orejeros del salón. El mobiliario, antaño bonito y caro, estaba desvaído y polvoriento, por más que me afanara en limpiar.

    Aquel día había tenido que salir a por leña para mantener la chimenea encendida. Estábamos en el mes de abril, pero seguía haciendo frío. No se me daba bien cortar troncos, pero Jamie no es que fuera la persona más amante de los trabajos manuales que había conocido. (más…)

  • SOLO

    NOAH ARKKAN

    MAÑANA – DAONNA

    Me dejé llevar por la euforia de alzarme sobre ese precipicio y sonreí al pisar tierra firme al otro lado, pero no me detuve ahí, decidí seguir corriendo, presionando los límites de ese cuerpo y esa habilidad que aún era nueva para mí.

    Pasé al lado de una manada de velociraptor listos para captar sus presas, unas con la carne más blanda que la de mis escamas Rakkthathor. Mi parte demoníaca parecía hecha para estar en aquél mundo, capaz de sobrevivir a esos depredadores y a las condiciones duras del entorno.

    Parecía muy lejano el día en el que Lexie y yo habíamos aparecido de nuevo en ese planeta, desprotegidos en mitad de la noche en un paraje lleno de criaturas que podrían devorarnos, criaturas que no tardaron en aparecer. Para cuando las ilusiones de Lexie no consiguieron distraerles más, el poder acudió a mí como la tormenta en la que nos encontrábamos. El poder de mi padre estaba vivo en mi parte demoníaca, había entregado mi velocidad, pero a cambio había podido despertar esa parte latente.

    Aprendí a servirme de la electricidad para darnos luz, fuego y conseguirnos alimento. Con el tiempo, conseguí darle forma para obtener un pequeño sustituto a mi velocidad. No era lo mismo, nunca lo sería, pero si que me movía con bastante rapidez.

    Recordar aquellos primeros días juntos contra todo lo demás, me hizo sonreír. Fueron duros pero estábamos unidos, parecía que nada podía acabar con nosotros.

    La pradera bajo mis pies dio paso de súbito a una acera pavimentada. Estaba entrando en el territorio de Lexie, donde las demás criaturas no solían acercarse. Era fácil de percibir, no solo por el ambiente si no porque ahora, incluso en mi forma de demonio, iba vestido con una especie de ropa de fiesta bastantes tallas mayor a la que habría llevado como humano. Evité los coches y me dirigí hacia donde sabía que la encontraría.

    Lexie estaba en una tumbona en primera línea de playa, cerca de un chiringuito con bebidas de aspecto refrescante. Su poder no dejaba de sorprenderme, notaba el calor sofocante, la suave y fresca brisa marina e incluso el olor a crema protectora.

    – [Noah]Hola, cariño. [/Noah] – la saludé, llegando a su lado. Ella me miró tras sus gafas de sol. De pronto mi ropa cambio a un bañador de color rosa. Dejé paso a mi forma humana y el bañador se adaptó a mi cuerpo.

    – [Lexie]¿Quieres algo? ¿Le digo a Michael que te ponga un mosto y una tapa?[/Lexie] – ofreció, señalando a un tipo que saludaba sonriente tras la barra, con una melena mecida por el viento.

    – [Noah]He traído comida.[/Noah] – dije, sentándome a su lado en una tumbona y ofreciéndole unas frutas salvajes que había recolectado. Allí las fresas eran del tamaño de cocos, Xander lo habría disfrutado. Solo esperaba que estuviera bien, no quería ni pensar en que les hubiera pasado algo.

    – [Lexie]No, gracias. Prefiero mi tapa de lomo.[/Lexie]- replicó, guiñándome un ojo. Evité dejarme llevar por el miedo a enfadarla, aquella ilusión de vida había empezado a torcerse hacía una semana. Hasta entonces habíamos estado bien, como un equipo. Pero ahora…

    – [Noah]Lexie, eso no te alimenta.[/Noah] – insistí, tendiéndole una fruta que no cogió. La diferencia era leve, aún habían pasado pocos días de esta nueva situación, pero había adelgazado, solo había conseguido que comiera algo de verdad unas pocas veces. – [Noah] No puedes vivir en esta ilusión todo el tiempo.[/Noah] – sentencié, aunque era más un ruego. Temía por ella, por los estragos que eso estaba haciendo y haría en ella.

    – [Lexie]No es una ilusión. Estoy en Louna.[/Lexie] – me dio pena ver que lo creía con total convicción. Lexie sabía diferenciar perfectamente sus ilusiones, ¿qué estaba pasando? Lo único que me había pasado por la cabeza era una depresión que no hubiera sabido detectar a tiempo. Ella no parecía tener mucha esperanza de volver a la Tierra o reencontrarse con los demás. Quizá había tardado en manifestarlo y cuando le golpeó, fue con demasiada fuerza.

    – [Noah]Cariño, tienes que centrarte.[/Noah] – le pedí. Lexie empezó a fruncir el ceño, no quería salir de esa fantasía, de la vida que habría llevado si no se hubiera cruzado con nosotros. – [Noah]Esto empezó como una forma de evadirte pero ahora es continuo.[/Noah] – le puse una mano en el hombro, esperando salvar la distancia que nos separaba en ese momento. De pronto cambio de aspecto al de mi hermano Leo durante un instante. Me aparté y ella se echó a reír al volver a su aspecto real. – [Noah]Cariño, me preocupas, te estás perdiendo en todo esto, en una mentira.[/Noah] – percibía mi propio miedo y mi desesperación. No sabía qué hacer para sacarla de ahí, no tenía a nadie, estaba yo solo, sin nada que me ayudase a salvar al amor de mi vida de estar encerrada en su propio sueño.

    – [Lexie]¡No es una mentira![/Lexie] – replicó, enfadada.

    – [Noah]No estamos en Louna, llevamos meses perdidos en Daonna, viviendo en la prehistoria.[/Noah] – le recordé. Y los primeros meses nos había ido bien, sobrevivíamos, ella usaba sus ilusiones para darnos pequeños respiros, hasta que un día volví y encontré todo ése lugar.

    – [Lexie]¿Te parece esto la prehistoria?[/Lexie] – me sentí mareado cuando cambió la ilusión para mostrarnos subidos a un deportivo. El coche iba muy rápido y Lexie no parecía concentrada en la carretera, pero en el fondo ni siquiera nos estábamos moviendo. La carretera bordeaba un precipicio y el coche viró violentamente hasta llegar al final de la misma, como en esa saga que le gustaba tanto, drifting le llamaban.

    – [Noah]Sabes que en realidad estamos en mitad del lago en el que nos asentamos nada más llegar.[/Noah] – daría lo que fuera para volver a aquellas mañanas en las que me despertaba a su lado en nuestra cabaña a orillas del lago de aguas rosas, por el lecho de gemas preciosas que lo sostenía. Ahora todo ese lugar estaba camuflado en esta Louna de fantasía. – [Noah] Tienes que afrontar la realidad, juntos podremos salir de esto.[/Noah] – le pedí.

    – [Lexie]Si sigues en plan muermo, no te voy a dejar entrar en Louna.[/Lexie] – apartó la mirada de la mía, la estaba perdiendo.

    – [Noah]Lexie, tienes que dejar que te ayude.[/Noah] – le cogí la mano, esperando llegar a ella.

    – [Lexie]No necesito ayuda.[/Lexie]- el coche volvió a acelerar, pero en un instante estaba subido y al siguiente me encontraba en la carretera, viendo cómo se alejaba. Cambié de aspecto a mi forma Rakkthathor y usé mi poder para correr tras él.

    – [Noah]No pienso perderte. [/Noah] – dije conteniendo al máximo las chispas que despedía mi cuerpo. No sabía qué distancia había ni qué estaba sujetando realmente.

    – [Lexie]Pues entonces deja de ponerle pegas a mi vida.[/Lexie] – dijo, de pronto ataviada con un vestido de noche, a punto de entrar en un restaurante a orillas de la playa. Era una noche preciosa, pero no tanto como las que habíamos vivido juntos en aquél mismo lugar, a muchos kilómetros de donde nos encontrábamos.

    – [Noah]Quererte implica evitar que tú misma te hagas daño. [/Noah] – por mucho miedo que me diese que ese camino la llevase a no querer ni verme.

    – [Lexie]Vete.[/Lexie] -dijo señalando la puerta. En su mesa ahora solo había una silla y un plato, no podía dejarlo más claro. Sentí el enfado crecer dentro de mí, propiciado por la impotencia y el dolor de sentirme solo. Traté de contener esa emoción, si me dejaba llevar podría perderla para siempre.

    – [Noah]Si me echas de tu vida nadie podrá ayudarte a salir.[/Noah] – intenté hacerla reaccionar.

    – [Lexie]No necesito salir. Estoy en casa.[/Lexie] – me miró, desafiante. Estaba protegiendo lo que creía que era bueno para ella.

    – [Noah]Vives en una ilusión.[/Noah] – le recordé, pero ella ya no me escuchaba.

    – [Lexie]Si tanto te molesta, te dejo fuera de ella.[/Lexie]- fui a rogarle, a pedirle por favor que no me echara de su vida, a hacer lo que fuera para ganar unos valiosos minutos que me permitieran seguir haciendo fuerza contra lo que estaba sufriendo. Sin embargo fue inútil, perdí los cinco sentidos durante un angustioso minuto y para cuando lo recuperé, estaba en la naturaleza de Daonna, en las praderas cercanas al lago.

    Traté de volver a atravesar la ilusión, veía su horizonte frente a mí, como en la visión de un oasis para un sediento. Cada vez que entraba, mis sentidos se confundían y terminaba corriendo en la dirección opuesta o apareciendo en la otra punta de la zona. Lexie se había encerrado en su propio mundo y me había dejado fuera, solo y sin posibilidad de contactar con nadie.

  • FUENTE DE ENERGÍA

    NATE ROGERS

    TARDE

    Me dejé caer en el banco de mi celda, agotado tras los combates. Había sobrevivido un día más, pero mi alma moría un poco con cada día que pasaba en ese mundo. Apoyé los codos en las rodillas y me sujeté la cabeza, todavía sintiendo el dolor mental de la ira que creaba en mí el ‘Maestro de Ceremonias’.

    Aquella noche había atravesado con un tridente a dos leones y un gladiador bárbaro. No salí de la furia inducida hasta que no vi su sangre tiñendo el arma. Entonces me invadió el agotamiento, apesadumbrado por sentir su muerte tan cerca.

    El guardia abrió la puerta y la dejó pasar, como venía siendo habitual desde aquella primera vez, cuando la elegí entre todas las que me presentaron, el mismo día que había previsto escapar por cualquier medio.

    – [Julia]Por un lado, hemos tenido suerte porque ABDOMINALES, pero por el otro…[/Julia] – bromeó ella. Julia llevaba una sencilla toga de esclava que le sentaba muy bien. Pensé que solo yo había llegado a este mundo, inconsciente, algo de lo que los esclavistas del Imperio habían aprovechado para capturarme, pero resultaba que Julia había estado a mi lado y también había sido esclavizada.

    – [Nate]Por el otro soy poco más que un gallo de pelea con mucha sangre en sus manos.[/Nate] – aseguré. Mi empatía era un arma de doble filo. En un entorno sano, como con los Moondies o incluso con los New Moondies pese a sus subidas y bajadas, solía estar fuerte, alimentado por las emociones positivas. En este lugar la magia negra del Maestro de Ceremonias usaba mi empatía para meterme en un estado berserker en el que mi fuerza nacía de mi ira. Pero cuando su magia se acababa, el desánimo, el dolor, el arrepentimiento y la tristeza me dejaban abatido, totalmente cansado.

    – [Julia]Ánimo. No creo que estemos mucho tiempo aquí[/Julia].- no parecía decirlo muy convencida, sin embargo siempre trataba de animarme para que recuperase energías. Lo cierto era que antes de tenerla a ella, el pozo de oscuridad en el que me había sumergido mi empatía me había hecho plantearme acabar con todo. Desde entonces, ella me recargaba las pilas para afrontar un nuevo día con la esperanza de poder escapar.

    – [Nate]Necesitaría mis poderes para salir, pero no dejo de pensar en esa rabia, en los muertos[/Nate]. – admití.

    – [Julia]¿No te hago lo bastante feliz?[/Julia] – preguntó, poniendo los brazos en jarras. Sentí un subidón de alegría proveniente de ella y dejé que mi empatía se enganchase a él.

    Solté una risa. – [Nate]Eres incorregible. [/Nate]

    – [Julia]Puedes corregirme cuando quieras[/Julia].- fingió chasquear un látigo imaginario. Con el afluente de alegría que manaba de ella empezaba a entremezclarse otra emoción, también era positiva, pero más problemática como para engancharme a ella. Julia siempre iba cargada de las dos, de alegría y de…picante.

    – [Nate]¿Gritamos ahora o después? [/Nate]- comenté. Cada tarde teníamos que fingir que…bueno, que le dábamos al tema para que me tomasen por un esclavo al que tienen contento para lidiar cada día con un nuevo combate. Si hubieran pensado que me había cansado de ella la habrían mandado con cualquier otro gladiador o gladiadora.

    – [Julia]A veces la gente no grita. A lo mejor somos muy malos y ni acabamos ni nada[/Julia]. – propuso ella, alzando una ceja.

    Volví a sonreír. – [Nate]Esta gente no entiende de eso. Y prefiero que sigan trayéndote. [/Nate]- aseguré. No quería sonar como alguien sobreprotector, había aprendido mi lección con los New Moondies. Simplemente quería saber que estaba a salvo y más en el fondo, yo también la necesitaba. – [Nate]Quien sabe con qué otro te enviarían[/Nate] – traté de no pensarlo, porque había retazos de la ira que había desplegado en la arena.

    – [Julia]AYAYAYAYAYAAYAYAAAA OH SISISISISSI YEAH YEAAAH[/Julia].- fingió a toda voz, golpeando la pared.- [Julia]¿Contento, Señor Grey?[/Julia] – preguntó cuando terminó, sonriendo con picardía. Ahí estaba esa segunda emoción que cada vez me resultaba más difícil ignorar. Era como un banquete frente a mi empatía hambrienta. La pasión es una emoción positiva poderosa.

    – [Nate]Tenemos que seguir juntos, si hay que fingir esto, es un precio mínimo. [/Nate] – aunque lo cierto era que no sabía cuánto tiempo más evitaría dejarme llevar por su pasión por miedo a no ser correspondido.

    – [Julia]Hombre, también podíamos hacerlo de verdad, ya que estamos[/Julia].- replicó, encogiéndose de hombros. La miré, supe que era verdad, noté esa energía en ella.

    Me quedé parado, con una lucha interna. – [Nate]¿De verdad te apetecería hacerlo con una bestia asesina?[/Nate] – pregunté. Así me llamaban cuando me presentaban en la arena. La bestia asesina de Nubia.

    – [Julia]¿La bestia asesina tiene tu cara y tu cuerpo? Pues sí. No tengo moral[/Julia]. – sentenció. Estaba tan impertérrita hablando de eso mientras empatizaba con la intensidad que surgía de ella que me resultaba imposible morder el anzuelo.

    Caminé hacia ella, dejándome llevar por su pasión.

    – [Julia]Te estás poniendo tontorrón, ¿eh? Vamos a salir de aquí. No sé cómo ni cuándo, pero vaya mierda de historia si los protagonistas palman así[/Julia]. – dijo, observándome. Su alegría y su pasión me llenaban, suplían todos los huecos de mi maltrecha alma alimentada de sangre y desgracias.

    – [Nate]Eres una hoguera en todo este frío.[/Nate] – dije pasándole una mano por la mejilla. Tenía la piel suave.

    – [Julia]Me lo dicen muy a menudo[/Julia]. – replicó, sonriendo. Cada vez estábamos más cerca, tanto que ya me costaba distinguirme de ella. Mi empatía me hacía sentir lo que ella sentía y eso retroalimentaba mis propios sentimientos y sensaciones. Sin ser consciente de que había siquiera distancia entre nosotros, nuestros labios se fundieron en un beso, terminando de romper la división de nuestros seres.

    Sentía la sensación de besarla y percibía lo que ella misma sentía. Por desgracia, ese mundo era cruel y el guardia aporreó la puerta en ese mismo instante.

    La mayor parte de los días nos habría encontrado sentados en el banco, hablando o comiendo, pero precisamente ese nos habría encontrado haciendo lo que se suponía que debíamos hacer.

    – [Julia]Bueno chato, te dejo que son capaces de echar la puerta abajo. Tú piensa en este cuerpo serrano y mantente positivo, que saldremos de aquí[/Julia]. – se despidió, caminando hacia la puerta cuando el guardia la abría. Por un momento al separarnos temí haberlo hecho mal, sin embargo seguía percibiendo una energía positiva en ella que despejó mis dudas.

    Asentí, deseando que llegase la próxima tarde. – [Nate]Hasta mañana.[/Nate] – me despedí. Senatus se había convertido en un infierno, pero las tardes con Julia me estaban devolviendo la esperanza. Ya casi podía volver a soñar con estar todos reunidos en la Kvasir.

    Aún cansado, comí unas uvas y me tumbé. El día siguiente también sería un reto. Para evitar pensar en una nueva muerte en mis manos, recordé a Julia y me dormí pensando en el roce de sus labios.

  • AYUDA DESDE LA ISLA

    Laura – La Isla

    Tarde

    Desde la tumbona del jardín de mi casa, veía el sol ponerse. Hacía una temperatura agradable, empezaba a refrescar y, con toda seguridad, de madrugada llovería. La isla era así. Durante día brillaba el sol y estábamos a una media de 20º, por las noches refrescaba y, de madrugada, llovía lo justo para que resultara agradable.

    Desconecté los auriculares por los que salía la dulce melodía de una cover y alargué la mano para ponerme una chaqueta vaquera encima del vestido de verano que estaba usando.

    (más…)

  • UN MUNDO SIN SENTIDO

    XANDER ECHOLLS

    SELAS

    Esta vez el Laberinto no estaba tan calmado. La energía mística que se percibía la primera vez se manifestaba ahora en forma de monstruos nacidos de la oscuridad que parecían tratar de evitar que entrase.

    Con ‘Ocaso’ desenfundada, asestaba tajos con la mano derecha mientras sujetaba la camilla con la izquierda, sin detenerme en ningún momento. Después de más de una hora, notaba el brazo dolorido y tenía cortes y mordiscos acumulados por haber luchado de manera imprudente.

    – [Xander]Tranquila jane, ya casi estamos.[/Xander] – dije tras dejar atrás a los dos últimos monstruos. – [Xander]Ya sólo queda el laberinto.[/Xander] – apenas abría los ojos, entraba y salía de la vigilia, sumida en los sueños que le provocaban el dolor y el veneno.

    – [Jane]Me encuentro mal…[/Jane]- dijo con apenas un hilo de voz. Me coloqué frente a ella, tenía la piel ardiendo y la tez nívea. Mientras le miraba la fiebre y comprobaba el vendaje, estaba totalmente expuesto a cualquiera de esos monstruos, pero no podía pensar en mi propia seguridad cuando ella estaba sufriendo así.

     – [Xander]Estás herida pero te vas a poner bien. Te lo prometo.[/Xander] – respondí, tratando de animarla. Puse todo mi empeño en disimular mi miedo y mantener la voz firme, que amenazaba con quebrarse tras cada palabra.

    Jane rió con tristeza y dificultad, como si supusiera reunir las fuerzas que le quedaban.- [Jane]No lo creo.[/Jane] – replicó. Me miró a los ojos y aparté la mirada de ella. Normalmente habría podido quedarme mirándola horas, pero en aquél momento no quería que notase mi dolor, tomando forma en las lágrimas que amenazaban con salir cada poco.

    – [Xander]No digas eso.[/Xander] – le pedí. – [Xander]Siempre cumplo mis promesas, ya lo sabes.[/Xander] – aseguré. Traté de parecer confiado, pero no lo estaba. Podían salir mal muchas cosas, entre ellas que Caitriona no me recibiese o que llegase demasiado tarde.

    – [Jane]Esto… no depende de ti.[/Jane]- dijo con dificultad.- [Jane]Me muero. Lo noto.[/Jane] – esas palabras atravesaron mis oídos y se instalaron en mi mente como un veneno que nunca llegaría a purgar. Un miedo del que nunca me llegaría a liberar.

    – [Xander]No te voy a volver a perder.[/Xander] – repetí, ya incapaz de contener las lágrimas.

    – [Jane]Tendrás que acostumbrarte.[/Jane] – insistió. Frunció el ceño con dificultad, como si quisiera asegurarse incluso con su dolor de que los demás nos encontrábamos bien.

    Negué con la cabeza y empecé a soltarle los harapos que había utilizado para sujetarla en la camilla. – [Xander]Nunca.[/Xander] – le prometí. La cogí en brazos contra mí, apenas podía moverse por sí misma mientras usaba las cintas para atarla a mi espalda. Así iríamos más deprisa.

    Una vez asegurada, empuñé la espada y eché a correr, poniendo mucho cuidado en no hacer movimientos bruscos. No veía delante de mí nada más que el camino y cualquier obstáculo que se pusiese entre el objetivo y yo acababa con un tajo de ‘Ocaso’.

    Al fin empecé a ver un arco varios metros más allá. – [Jane]Me gustaría decirte una cosa…[/Jane] – dijo Jane, cerca de mi oído. Bajé el ritmo, preocupado por lo que pudiera decirme.

    Respiró de entrecortadamente.- [Jane]Siempre… siempre te he…[/Jane] – quise decirle que esperase, que si iba a decirme lo que pensaba, lo hiciera cuando estuviera bien, pero ella nunca llegó a terminar la frase. La solté de mi espalda y traté de reanimarla sin éxito.

    Con su último aliento sentí como si el mundo hubiese dejado de tener sentido para mí. Sin ella, no veía forma de seguir adelante. Me puse en pie y con ella en brazos atravesé el umbral hasta llegar a la zona en la que Caitriona nos había reunido.

    – [Xander]¡CAITRIONA HE VENIDO A HACER UN TRATO! [/Xander]- grité. El portal se abrió y ella se presentó delante de mí.

  • NO ME ESTOY MURIENDO, SIMPLEMENTE ESTOY…

    ELLIOT WILLIAMS

    DAGRKNOT

     

    Cuando aquel vórtice nos arrastro a todos no pensé que acabaría apareciendo de nuevo en este mundo. Quizás tenga que ver con aquel disparo que escuche, un miedo que me hizo aterrizar en el primer mundo que se cruzo por mi camino para examinar que no había sido yo el que había recibido el balazo. Bowie me confirmo que me encontraba bien salvo por el ligero temblor que tenía y era incapaz de sentir, ella lo asoció al frio, yo al miedo.

    No podía dejar de pensar en ese disparo, si Bowie y yo estábamos bien eso quería decir que alguien había recibido el impacto. Solo podía esperar que esa persona no estuviera sola en uno de estos mundos. Tampoco podía quitarme de la cabeza lo que había sentido al ayudar a mi hermano. Desconocía si era un efecto secundario del trato con Caitriona o algo que siempre había estado en mí.

    Nunca había estado en contacto con alguien que estuviera a punto de morir, y cuando toque a Owen lo sentí, todo el dolor que estaba soportando paso a través de mi, mi hermano se estaba muriendo y no podía hacer nada. Por lo general pescar  me solía tranquilizar, pero ni los recuerdos con mi padre en el lago podían tranquilizarme con todo lo que podía estar pasando en los otros mundos.

    Palpe el orbe que todos y cada uno de nosotros teníamos. Los mundos estaban cerrados entre sí y no podíamos comunicarnos con el resto. Pero por alguna razón podía hablar con Tina a través de él. Sin duda debía de tratarse de Caitriona. Tras mi trato descubrí que todo era una treta para alimentar a una entidad con nuestros acuerdos o rechazos. El mío al parecer iba más allá de no volver a sentir nunca nada, Caitriona era consciente de mis sentimientos hacía Tina y sin duda iba a explotarlos.

    – [Elliot]Siento molestarte otra vez, es solo que quiero saber que estás bien.-[/Elliot] Hablar con Tina me hacia más llevadero los días que pasaba en este mundo. Hablar con ella aunque fueran unos breves minutos era desconectar de todo y cuando no lo hacía solo podía esperar impaciente nuestra siguiente encuentro.

    – [Tina]Hola.-[/Tina] Añadió sonriendo. Ese simple gesto hizo que mejorara mi día en un mundo en el que a penas podía vislumbrarse la claridad del sol. – [Tina]Christopher y Diana me están cuidando muy bien.[/Tina]

    – [Elliot]Me alegra oír eso.-[/Elliot] Sabía que el señor MacLeod y La señora Echolls cuidarían de ella. Sus problemas venían por la ausencia de sus padres y dejarla sola en una casa vacía no hubiese ayudado.

    – [Tina]¿Tú como estas?.-[/Tina] Mentalmente agotado. Desolado. Que por encima de todas las cosas donde más ganas tenía de estar ahora mismo era allí con ella. Pero no alcance a decir ninguna de estas cosas.

    – [Elliot]No muy bien, Bowie y yo seguimos atrapados en este pantano.-[/Elliot] Gracias a Bowie habíamos conseguido eludir a esas criaturas del fondo del agua. Con su visión y oído agudizado, cada vez que esas criaturas estaban por salir nosotros ya nos habíamos alejado lo suficiente para que no nos encontrarán.

    – [Tina]¿Cuánto tiempo ha pasado ya?.-[/Tina] El tiempo era diferente en todos los mundos y en este conseguí llevar la cuenta de los días conociendo la diferencia de tiempo que había con la Tierra.

    – [Elliot]Un mes. Una semana aquí es un día en la Tierra. Debes de estar cansada de saber de mi todos los días…-[/Elliot]La segunda vez que hable con ella habían pasado un par de días aquí pero solo un par de horas en la Tierra. Debía de pensar que la estaba acosando o algo.

    – [Tina]Deja de decir tonterías.-[/Tina] Añadió restándole importancia. -[Tina]Christopher ha dejado caer que gracias a ti estoy aquí.[/Tina]

    – [Elliot]Si… ¿Cuánto recuerdas de aquello?.-[/Elliot] En cuanto le pregunte me arrepentí. Para ser una persona constantemente atrapada en el pasado tenía muy poca empatía con los demás. Quizás rememorar aquello no fuera lo mejor para ella.

    – [Tina]Más de lo que me gustaría.-[/Tina] Su expresión cambio por completo, Nunca había visto a Tina de esa forma, por lo general era una persona alegre, pero cada vez me quedaba más claro que era una fachada de lo que estaba pasando en realidad por dentro. – [Tina]He hecho cosas de las que no estoy orgullosa.[/Tina]

    – [Elliot]No te atormentes por eso, seguro que a partir de ahora todo va bien.-[/Elliot] No menciono nada de nuestro breve encuentro en la cabaña, tampoco quería sacarlo a relucir. Tal vez me estaba haciendo ilusiones y ella no me veía del mismo modo que yo a ella.

    – [Tina]Si, voy a ver si encuentro mi hueco.-[/Tina] En más de una ocasión había dicho que le gustaría ser trabajadora social y me parecía una idea estupenda. Yo solo podía alentarla a que siguiera sus sueños. [Tina]Seguro que algo se me da bien, aparte de salir de fiesta, claro.[/Tina]

    – [Elliot]Tina, no te dejes menospreciar por nadie, para mi… eres importante.-[/Elliot] Habíamos compartido mucho y abierto mutuamente entre nosotros. Tina sabía cosas de mi que nisiquiera había sido capaz de contar a Jane o Owen.

    – [Tina]Ay, que mono eres.-[/Tina] Añadió abrazando un cojín que tenía al lado y recordé nuestro encuentro en la cabaña de Caitriona.

    – [Bowie]Tu ritmo cardiaco ha aumentado.-[/Bowie] Bowie me sobresalto al aparecer en mi espalda. – [Bowie]Espero que no te mueras.[/Bowie]

    – [Elliot]Ten… tengo que marcharme. Hablamos pronto.-[/Elliot] Tina hecho su cabeza sonriendo sobre el cojín y se despidió efusivamente moviendo los brazos. – [Elliot]No me estoy muriendo, simplemente estoy…[/Elliot]

    No termine la frase. Nunca había creído en el amor. Se que mi familia me quiere pero siempre lo he asociado con mi condición. Para mi el amor siempre había sido un sinónimo de pena, quizás iba siendo hora de que me transmitiera felicidad.

  • SE PARECÍA MUCHO A LA FELICIDAD

    Kaylee – Gwiddon

    Tarde

    Se llamaba Midhope Castle y, aunque su nombre os haga creer lo contrario, no era un castillo. En realidad, era un enorme caserón construido en piedra, de cuatro plantas y situado a las afueras de lo que vendría a ser la capital de Gwiddon. Era el hogar de unos ancianos nobles venidos a menos, de esos a los que ya solo les queda el título. Eran un matrimonio muy serio que no había tenido hijos y nos acogieron sin reparos cuando aparecimos en su puerta más perdidos que el barco del arroz.

    George y Arabella vivían en la planta de abajo, dejándonos a nosotros la de arriba y, como agradecimiento, Leo hacía de cocinero y limpiador y yo de jardinera y asistente de las gallinas. Se me daba fatal, pero los ajetes por fin estaban brotando y las gallinas daban huevos con regularidad.

    (más…)