Z | PALACIO KVINNEBY
MADRUGADA
La luz del sol ya despuntaba sobre el dosel del bosque que rodeaba el palacio. Según había informado Katarina hacía unos minutos, Sarah todavía seguía en trance viendo el futuro al que nos conduciría la Iniciativa. La bruja permanecería a su lado hasta que despertase, lo que podían ser todavía horas, aunque tenía con qué amenizar la espera, un asalto que preparar.
Se acercó a la gran mesa heptagonal y observó el mapa del complejo y las fichas desplegadas en él. Hasta hace poco había estado junto a Abel decidiendo quién acompañaría a Sarah en la misión.
Cogió entre sus manos dos pequeñas figuras de madera con la forma de ‘Stone‘ y ‘Sandalman‘ y los miró fijamente. Eran los últimos en llegar y Abel había dudado al principio cuando se lo planteó, pero el Director tenía sus motivos.
Esa operación era un riesgo, nunca habría enviado a la que terminaría por convertirse en su mujer a ese lugar, no habría permitido ni la más mínima amenaza contra ella. Pero para llevar al cabo el ritual que traería de vuelta el alma de Beatrix en el cuerpo de Sarah necesitaba un objeto, uno sobre el que llevaban mucho tiempo investigando y cuya pista siguió ‘Faust‘ hasta la Iniciativa. El problema era que ese objeto solo podía cogerlo ella, nadie más, todo por culpa de esos científicos jugando a ser dios habían quitado el armazón que hubiese permitido moverlo sin necesitarla a ella.
Así que no tenía más remedio que enviarla a la boca del lobo, o de lo contrario, no conseguiría traerla de vuelta. Por si fuera poco, el grupo tenía que ser pequeño, infiltrarse lo más rápido que pudieran y salir de allí. No podía arriesgar un conflicto abierto antes de tenerla de vuelta.
Pese a todo lo que habían estudiado el plan, no dejaba de darle vueltas. ‘Software‘ se había encargado de tenerles vigilados, de asegurarse de que no eran una amenaza para la incursión de ese pequeño grupo, pero las dos últimas semanas no había conseguido acceder al complejo, ni siquiera ella. Así que trataban con una aproximación de lo que podían encontrarse, pero sin estar seguros. Aun así, había que arriesgarse, no quedaba más remedio. Era su única opción de recuperarla. Cada día sin ella era como un día sin aire.
De ahí la decisión de meter a esos dos nuevos ‘Protegidos‘, estaba seguro de que ellos la defenderían con su vida, no solo por seguir sus órdenes o compartir su sueño, si no porque se preocupasen de verdad por ella. Habían intentando pasar desapercibidos, igual que esa otra chica, ‘Rogue‘, pero se enfrentaban a toda la información de los servicios de inteligencia, además de a un telépata y una chica que hablaba con las máquinas.
‘Stone‘ no era otro que Edward MacLay, su mejor amigo de la infancia, que acababa de volver tras estar unos meses trabajando con su padre en Wolfram&Hart. ‘Mental‘ encontró su mente confusa, le costó mucho leer algo, pero no tenía duda de que se arriesgaría por ella. Además, su clarividencia podría resultar útil.
En cuanto a ‘Sandalman‘, el famoso héroe local de Moondale. Gracias a ‘Software‘ sabían que su verdadero nombre era ‘Duke Rivera’, que estaba asociado al grupo de Sarah porque tenía alquilada una habitación en esa Nave que estaban tratando de convertir en un negocio – aunque los números no cuadraban, una agencia de detectives no era un negocio factible y eso ya lo sabía ‘CaraElleArkkan‘ el usuario que hacía las cuentas -. De ahí su vinculación, pero poco más, el héroe y Duke parecían salidos de la nada, o más bien, venidos de entre los muertos, a juzgar por el certificado de defunción en el que constaba el día y la hora de su muerte. El archivo de la causa de la muerte era clasificado, lo que no suponía un problema, pero había desaparecido, seguramente en manos de la Iniciativa. Fuese quien fuese, estaba claro que había entrado allí por la Cazadora, era demasiada casualidad y no solía creer en ellas.
Había pensado enviar tambien a ‘Rogue‘ por los mismos motivos, pero especialmente porque su parentesco con el General podía resultar útil, pero ‘Wing‘ se había marchado con ella sin avisar. Al menos sabía que estaban a salvo, no se habría perdonado por dejar morir a otro descendiente más de su Beatrix. Estaría segura con ellos de momento y cuando llegase la hora de la batalla se encargaría de que estuviese protegida.
El resto del equipo lo formaban los mejores y de más confianza. Una fuerza de choque rápida y letal que protegiese a la Cazadora por encima de todo, ‘The Queen’s Gambit‘.
BOSQUE
En el bosque que rodea el Palacio, una oscura figura de cabello rojo sangre mueve inquieta su pierna en un lugar en el que reina un silencio solo roto por el cricri de los grillos y el ulular de los búhos.
La mujer parecía cansada de la espera, aburrida incluso, hasta que vio una figura cerca de ella a la que no había escuchado llegar. Era él.
– [Aislinn]Llegas tarde[/Aislinn]. – replicó observándole. Frente a ella tenía al Rey Negro, su equivalente en cuanto a puesto en ‘Gambit‘. En cuanto a maldad, la de la Reina era más refinada, más meditada, más lógica. La de él, más violenta, como una tormenta de muerte, hacía de ella su arte, su pasión, su vida. Se alimentaba del miedo, por necesidad y por placer.
– [BlackMask]Nunca llego tarde.[/BlackMask] – respondió serio. – [BlackMask]¿Para qué me has llamado?[/BlackMask] – preguntó a continuación, como si tuviera prisa.
– [Aislinn]He cumplido mi parte del acuerdo[/Aislinn].- aseguró la Reina de forma críptica, nunca se sabía donde podía haber oídos.
– [BlackMask]Sí. Me ha gustado ese numerito de colgarle por las alas.[/BlackMask] – replicó él sin ningún cuidado. La Reina frunció el ceño. – [BlackMask]Toda una obra de arte.[/BlackMask] – aseguró con una pérfida sonrisa.
La Reina se mantuvo en silencio, desventajas de hacer tratos con los malos. – [Aislinn]Es tu turno[/Aislinn].- añadió después de un rato.
– [BlackMask]¿Solo a la mujer o también al niño?[/BlackMask] – preguntó el Rey con frialdad.
Ella respondió encogiéndose de hombros, como si le diese igual. – [Aislinn]Tu elección[/Aislinn].- finalizó mientras sacaba un alfiler con el que juguetear.
El Rey Negro observó sus movimientos. – [BlackMask]Aprovecharé la confusión del ataque a la Iniciativa.[/BlackMask] – explicó con una sonrisa sin apartar la mirada del alfiler. – [BlackMask]Ten cuidado con eso, podrías clavártelo y sabes cuánto me gusta eso. Creo que no soy el único.[/BlackMask] – comentó con una sonrisa sádica, como si estuviese deseando quedarse a solas con ella y unos cuantos alfileres.
– [Aislinn]No me interesa[/Aislinn].- rechazó la oferta dándose la vuelta para irse al Palacio.- [Aislinn]Recuerda el trato punto por punto o tendremos más que palabras, Black Mask[/Aislinn]. – añadió amenazante.
– [BlackMask]Estoy deseando.[/BlackMask] – aseguró él sin dejar de sonreír. Después observó el Palacio con un brillo oscuro en la mirada y se dirigió hacia él.
Su juguete favorito se había escapado esa noche, no había entendido el regalo que le había dado, el sacrificio de ese ángel caído. Pero no importaba, tendría más juguetes, especialmente al final.
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