[align=center]
[b]Suzanne Sommerville | Club Silver {Con Diana Echolls & Silver F. Wolfe}[/b][/align]
El mundo, para mí, se había reducido a luces que brillaban en todas partes, deslumbrándome por momentos y haciendo que mi campo de visión se viese mermado. Tras haberme puesto a bailar con [b]John Doe[/b] (menos de diez minutos, porque las reglas no escritas de las discotecas estipulan que bailar durante más tiempo implica ganas de sexo con el susodicho) me hundí en los cálidos, ásperos y confortables brazos de tres tequilas más, que sumados a los dos que llevaba encima (y teniendo el poco aguante que tengo yo a esa bebida en particular) lograron que la palabra licantropía fuese un trabalenguas demasiado complicado y que yo volviese a ser una adolescente de dieciséis años, con cuatro más, un poco ligerita de cascos. Pero por algún motivo que tenía que ver con mi trabalenguas particular, borracha me sentía bien.
Después de que [b]Dominic[/b] que llevase del lado de [b]John Doe[/b] y nos recluyese en el baño (donde no hicimos cochinadas, y eso que éramos unos cuantos para hacer una fiesta salvaje con despelote incluído) me entraron las ganas de fiesta. Y he de reconocer que cuando voy bebida soy como una niña pequeña. Si [b]Dominic[/b] dice [i]“no salgáis”[/i] yo tengo ganas de salir. Pero algo me dice, algo que va ligado al instinto de mi trabalenguas, que por una vez tengo que hacer caso, así que no me queda otra que respirar hondo y pasar del sentimiento de culpa que me invade repentinamente, al mismo tiempo que el subidón de alcohol se baja rápidamente hasta mis pies, porque aunque nosotros estemos a salvo… hay docenas de personas en este garito que saldrán sin ser avisados. Respiro hondo, intentando no entrar en pánico y me dejo arrastrar a la pista, donde, bailando con [b]Diana[/b], una vez la morena nos hubo abandonado por problemas con los tacones, dejo que todas mis preocupaciones se evaporen al ritmo de la música.
[b]Diana[/b] y yo bailamos en la pista, con las manos enlazadas, subiendo, bajando, moviendo las caderas al ritmo de la [URL=http://open.spotify.com/track/1AguHaKOuggrVTebp7cZEI]música[/URL], mientras unos cuantos idiotas nos observan de cerca. La verdad, en estos momentos creo que no me importaría si se me acercasen. Mi autoestima y el alcohol se mezclan para hacer de mí una pequeña bomba de relojería. Siempre he tenido la autoestima alta (y más con tequila en vena), pero… qué más se puede esperar; era animadora.
—[b]Eh, tú[/b]—me dice la chica morena por encima de la música. En serio, habría oído bien aunque me susurrase—[b]No me robes a mi pareja de baile lésbico festivo[/b]—me dijo, riendo.
Esbozo una sonrisa, al tiempo que [b]Diana[/b] se ríe por el comentario de la morena, y sigue bailando arrimada a mí, mirando a la otra chica con una sonrisa, como si estuviese picándola, aunque todo sea parte de una broma.
Soltando una risita, extiendo el brazo derecho y agarro a la morena para que se una a nosotras y seamos así un trío bailarín. La verdad, cuantas más seamos, mejor nos lo pasaremos.
—[i]¿Estás celosa, [b]Sylver[/b]?[/i]—pregunta [b]Diana[/b], con una mirada traviesa, una vez la morena es un apéndice más de nosotras y bailamos como si realmente no estuviésemos bebidas.
—[b]Extrañamente sí, pero no me puedes echar la culpa por ser tú la más guapa de las chicas de este pub[/b]—dice, antes de mirarme—[b]¡No te ofendas![/b]—me dice luego.
Esbozo una sonrisa. Es extraño, extraño y divertido, el contexto en el que nos encontramos, y si antes le solté un gruñido a la morena, porque de alguna forma la cara de deprimida que tenía [b]Jamie[/b] estaba relacionada con ella, ahora considero que me cae increíblemente genial. O a lo mejor es el alcohol.
—[b][i]No me ofendo, de hecho, concuerdo contigo[/i][/b]—[i]¿desde cuando me van las tías? Y sobre todo, ¿por qué no estaba al tanto de ello[/i]—[b][i]Aunque tú casi que me gustas más[/i][/b]—añado, alzando y bajando las cejas sugerentemente.
—[i]¡Ohh! ¡Tú sí que eres guapa![/i]—dice [b]Diana[/b], tirándose a abrazar a la morena—[i]¿He dicho que te quiero? Y a este paso será en el sentido lésbico de la palabra[/i]—se ríe de broma—[i]¡¡Eh, [b]Ann[/b]!![/i]—me llama, con un leve codazo.
Esto parece una salida masiva del armario, y me alegro de formar parte de ello.
—[b]No te mentiría si te dijera que me gusta que te guste[/b]—dijo la morena riéndose. Después si giró hacia mí y me dice:—[b]si me lo dices de nuevo, no respondo.[/b]
—[b][i]Querámonos las tres juntas[/i][/b]—respondo, entusiasmada, uniéndome al abrazo—[b][i]Y perdóname por el gruñido de antes[/i][/b]—suelto una risita bastante etílica, la verdad—[b][i]El alcohol me hace ser un poco perra[/i][/b]—me río de mi propio chiste, de mi condición y de mi trabalenguas—[b][i]Me llamo Ann, estoy borracha y… sí, soy un poco perra.[/i][/b]
[i]Más bien loba.[/i]
—[i]Yo te veo un poco loba[/i]—dice [b]Diana[/b], soltando un gruñido que resulta increíblemente sexy. [i]Debería casarme con ella, ¡qué bien me conoce![/i]—[i]¿Abrazo colectivo? Necesito mimos[/i]—añade, componiendo un puchero.
—[b]Yo necesito un buen polvo, pero el abrazo me servirá por ahora. Encantada, Ann, yo me llamo Sylver, aunque puedes llamarme como quieras[/b]—responde la morena, [b]Sylver[/b], soltando un ronroneo felino.
—[b][i]Me parece bien eso, gatita[/i][/b]—le respondo, alzando y bajando las cejas—[b][i]A lo que iba: Diana necesita mimos, yo necesito un camión cisterna de tequila y parece ser que vamos a estar mucho tiempo aquí encerradas…[/i][/b]—suspiro, con desazón. Necesito más tequila. Hasta que el cerebro me pida la baja—[b][i]¿Y si nos sentamos con alcohol a ahogar nuestras penas? Sé que es un poco cliché peliculero, pero… ¿hay alguna mejor opción?[/i][/b]
—[i]¿No tenéis hambre? Yo estoy que me comería a [b]Sylver[/b] ahora mismo en un bocadillo[/i]—dice [b]Diana[/b] rascándose la cabeza—[i]Quizás nos puedan hacer una hamburguesa si lo pedimos en la barra con tiempo, al fin y al cabo es miércoles[/i]—añade, encogiéndose de hombros.
Casi como si obedeciese a [b]Diana[/b], mi estómago suelta un rugido que no tendría nada que envidiar a los de las panteras.
—[b]Ahora que lo dices, sí que tengo hambre ¿Tú crees que nos harán una hamburguesa? Si no, me cojo al primer tío guapo (o si quieres tú, Diana) y me lo zampo[/b]—dice [b]Sylver[/b], tan campante. Definitivamente, me encanta esta chica.
—[i]Las damas primero, ya lo sabes, [b]Sylver[/b][/i]—dice [b]Diana[/b], guiñándole un ojo.
—[b][i]Voto por eso de comer[/i][/b]—digo, echándome la mano al estómago—[b][i]Tengo un hambre de lobo.[/i][/b]
Caminamos juntas hasta la barra, donde me pongo de puntillas, sacando pecho y sonriendo como la reina del baile que fue una vez.
—[b][i]Oye, cariño…[/i][/b]—le digo al camarero—[b][i]¿nos preparas una hamburguesa sin cebolla y con doble de beicon y…[/i][/b]—miro a [b]Diana[/b] y [b]Sylver[/b]—[b][i]… para mis chicas lo que quieran?[/i][/b]—le digo, en ese tono que ni siquiera yo misma sabía que tenía, pero que por poco parece salido de una línea erótica.
—[b]A mi me podrías dejar… ummm… dos hamburguesas:una con cebolla y la otra sin[/b]—dice [b]Sylver[/b] ganándose una mirada atónita de parte del camarero—[b]Bueno, una chica delgada también tiene que alimentarse, ¿no?[/b]—le responde.
—[i]Yo quiero una y será mejor que sin cebolla también, porque luego a ver quién os besa[/i]—dice [b]Diana[/b], mirándonos a [b]Sylver[/b] y a mí con una sonrisa.
—[b]¿Besarme dónde?[/b]—pregunta Sylver, alzando las cejas sugerentemente.
—[b][i]Y patatas, cariño, muchísimas patatas, y mayonesa y mostaza[/i][/b]—añado, encaramándome al mostrador para hablarle más de cerca—[b][i]Y si lo haces rapidito… a lo mejor a premio[/i][/b]—añado, guiñándole un ojo.
—[i]En realidad, un premio triple[/i]—dice [b]Diana[/b], agarrándonos del brazo y logrando que a “mi pobre cariño” también conocido como el camarero se le salgan los ojos de las órbitas.
—[b]Y somos muy, pero que muy amables con nuestros premiados[/b]—añade [b]Sylver[/b].
Cuando el pobre camarero se va corriendo a la cocina, me giro hacia [b]Sylver[/b] y [b]Diana[/b] con una sonrisa, y alzo las manos para que las choquen.
—[b][i]Esto sí que es el poder de tres y no el de Embrujadas[/i][/b]—digo, con una sonrisa traviesa.
—[i]Esto sí que son ángeles y no los de Charlie[/i]—dice [b]Diana[/b], tras chocarnos las manos.
—[b]Somos las Supernenas de Moondale[/b]—grita [b]Sylver[/b].
—[b][i]¡Sí, nena![/i][/b]—grito, adoptando una pose de camionero.
Los tíos del bar nos miran como si fuésemos de otro planeta, cuando, segundos antes nos miraban como si fuésemos hembras de su especie y sólo quisiesen aparearse. Ineptos.
—¿Y a mí no me vais a hacer ningún favor?—pregunta un tío, con el típico tono de “soy bueno y lo tengo muy claro” que usan los chulo-piscina para intentar pillar cacho en cualquier bar, mientras pasa, tocándole el culo a [b]Sylver[/b], después a [b]Diana[/b] y por último a mí—Me encantan los tríos, y los cuartetos ni os cuento…—añade, mirándonos como si él fuese el último refresco del Sahara y nosotras tres pobres turistas perdidas en el desierto.
Lo miro con mi mayor expresión de asco. Fijo que este en el instituto era un quarterback. Y aunque yo era la Reina del Baile, nunca salí con un idiota de los del equipo. Demasiada hormona y poca neurona. Soy más de chicos sensibles.
—[b][i]No te lo has ganado[/i][/b]—le digo, alzando una ceja, con mi mirada de “soy mejor que tú, así que piérdete” que tuve que usar de vez en cuando para acallar a las animadoras de mi equipo cuando querían armarla. No me gusta considerarme mejor que nadie, porque sé de sobra que no lo soy, pero hay gente a la que hay que poner en su sitio, fin de la historia—[b][i]Y nosotras no damos limosnas[/i][/b].
[b]Sylver[/b] se acerca al idiota este, como un felino que sale a la caza de un inofensivo roedor.
—[b]Cari[/b]—le dice—[b]si me tocas el culo de nuevo, te volverás gay. Y pasivo, porque no tendrás con qué dar[/b]—le dice en tono amenazador.
—[i]Te voy a hacer el favor de partirte la boca para que dejes de decir idioteces como esta y de paso, te corto las manos: es un dos por uno[/i]—dice [b]Diana[/b], completamente ofendida, mirándolo a la cara y rezumando furia por los cuatro costados, aunque yo noto que intenta contener la risa ante las palabras de [b]Sylver[/b].
—Se nota que no habéis visto un buen sable en vuestra vida—dice el imbécil este acercándose a la barra. Pide una copa y se la bebe de un trago—Frígidas—bufa.
—[b][i]¿Frígidas? ¿Tú crees?[/i][/b]—le dedico una sonrisa traviesa—[b][i]Puedes pensar lo que quieras, monada[/i][/b]—añado, reconcentrando toda mi borrachera y mi tono de burla—[b][i]Pero la verdad… alguien como tú[/i][/b]—lo miro de arriba abajo, con la mirada de desprecio que mi madre importó desde [b]Francia[/b]—[b][i]nunca va a descubrirlo[/i][/b].
—[b]Y menos con tres bellezones como nosotras[/b]—le espeta [b]Sylver[/b], agarrándonos del brazo a [b]Diana[/b] y a mí y moviéndonos junto a la barra para alejarnos del imbécil este.
Mi camarero sexy nos trae lo que pedimos en una hamburguesa, y le dedico una sonrisa de angelito. La verdad, si no fuese humano o si yo no fuese el lobo feroz, podríamos haber tenido algo… que aunque prefiera a los chicos sensibles, con la cantidad de tequila que tengo encima no le digo que no ni al más hormonado y cuadrado de todo[b] Moondale[/b]. Las chicas y yo nos sentamos a comer, más bien devorar nuestras hamburguesas. Parece ser que ante la comida nadie habla. Bueno, es lo lógico, tanto baile, tanto calor y tanta fiesta le darían hambre a cualquiera. El sabor de la mostaza estalla en mi paladar y me hace sonreír: recuerdo cuando [b]Francis[/b] y yo comíamos en el patio del colegio, que se empeñaba en pintarme la cara con mostaza usando una patata como pincel, cuando fingía que quería dármela en la boca.
Esbozo una sonrisa, relamiéndome las comisuras mientras arrugo el papel de la hamburguesa. [b]Diana[/b] se limpia con una servilleta mientras [b]Sylver[/b] se chupetea los dedos. Parece ser que el tequila ha decidido mudarse a otra parte, probablemente a efectos de la hamburguesa, pero ya me siento un poco mejor, menos borracha, menos rubia loca con complejo de animadora, más yo. Y caigo en la cuenta de que le he tirado los trastos a un camarero como si no hubiera un mañana. Me muerdo el labio inferior, intentando no pensar en ello. El momento es ahora. Y ahora estoy con [b]Diana[/b] y [b]Sylver[/b], no es momento de ponerme tonta, tenga los motivos que tenga.
La canción cambia. Empieza una [URL=http://www.youtube.com/watch?v=1z_gy-8rJZc]canción[/URL] que procede tan poco para una noche de fiesta como que un niño entrase ahora en el [b]Silver[/b] con un globo y una piruleta. No puedo evitar una sonrisa, me acuerdo de esta canción de cuando vi [i]Madagascar[/i] con [b]Caroline[/b], y el simple recuerdo de mi hermana bailando encima de la mesa del salón es lo suficientemente épico como para que pueda olvidarme de todo lo que me haría comerme la cabeza.
[b]Diana[/b] salta de su taburete y se pone de espaldas a [b]Sylver[/b] y a mí, moviendo el culo, en una insinuación para que nos agarremos a ella.
—[i]¿Queréis marcha, chicas?[/i]—pregunta por encima del hombro.
[b]Sylver[/b] salta tras ella y se agarra a su cintura.
—[b]Siempre es bueno tocar gente[/b]—comenta, con una sexy sonrisa.
Me agarro a la delgada cintura de [b]Sylver[/b] y empezamos a circular por el pub, esquivando gente para evitar choques fortuitos. Un chico que parece muy borracho se agarra a mí, y poco a poco nuestra conga se hace más y más larga.
Pasamos por entre la gente, y de pronto, [b]Sylver[/b] arrastra a una pelirroja entre [b]Diana[/b] y ella, soltando una carcajada. En serio, después de lo que descubrí esta tarde, creí que no podría volver a sentirme bien nunca más, pero, por extraño que parezca, estar con [b]Diana[/b] y [b]Sylver[/b] hace que me sienta completamente humana. Hace que me sienta bien.
[spoiler]Sylver ha sido controlada por Dave.
Diana ha sido controlada por Stefy (así como el chulopiscinas).
La chica pelirroja que se mete en la conga es Ruby.
El camarero sexy es… un camarero sexy xD
Espero que os guste el post, que no se os haya hecho pesado, y, como siempre, mil perdones por la tardanza :3[/spoiler]
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.