January Allard | Moondale
Con la espalda contra la pared, agudicé el oído. Eran pasos. Pasos acelerados que se acercaban cada vez más en mi dirección. «Estupendo». Me abracé a mí misma, tratando de encogerme entre las sombras. Ya estaban, los pasos estaban casi a mi altura. Me apoyé contra la pared y me moví lentamente, para asomar la cabeza. Antes de que lo hiciera, una figura apareció corriendo.
[i]¿Qué…?[/i] Di un paso al frente. La figura dejó de correr y cayó al suelo, desplomado, hincando las rodillas en el asfalto. Entrecerré los ojos para distinguirle. Era un hombre alto, fuerte, pero no tenía muy buen aspecto. Llevaba los pantalones rasgados y un corte en la manga derecha de la camisa, manchado de sangre. Se me escapó un [i]joder[/i] entre dientes, mientras le miraba. Tenía algunos rasguños aquí y allá, el pelo desordenado y no llevaba zapatos. Me acerqué un tanto, despacio y con cuidado. Había sido advertida demasiado bien como para hacerlo de otra manera.