Moondale

Categoría: 3×13 – Shadows

Los Moondies reciben una visión de lo que ocurrirá si Z consigue su utopía.

Leo (resistencia), Xander (resistencia), Elle, JJ (resistencia), Owen (resistencia), Amy, Kaylee, Idris (resistencia), Henry, Lexa, Dante, Laura, Sophie, Niall

  • UNA LLAMADA

    Xander Echolls | Canton

    TARDE

    Cada vez quedaba menos tiempo para echar toda la leña de la Resistencia al fuego y destaparnos definitivamente. Después de eso, no habría vuelta atrás, era todo o nada. O lo conseguíamos, o nos condenábamos.

    Y ahí estaba yo, observando por la ventana del comedor de la casa de mi familia en Canton mientras mi padre me observaba, atento y preocupado, sin poder dirigirme una palabra y sin que yo pudiera confiarle nada.

    Mi padre se acercó y apoyó una mano en mi hombro. A ratos parecía un hombre al que la vida había vencido, un hombre que se había rendido. Pero en ese momento, su mano mostraba toda la fuerza que tenía, y que intentaba transmitirme.

    Elle entró en la casa y sonrió ampliamente al vernos tan cercanos. Durante mucho tiempo, solo nos habíamos tenido a nosotros y al resto de Moondies. La pérdida de mi madre era difícil incluso para todos juntos. Verla a su lado en cada anuncio oficial hacía que se nos partiera el corazón.

    Jane había sido el ancla que había evitado que me convirtiese en alguien perdido, cuya única finalidad hubiera sido hacer daño al Gobierno. Por eso la llamada que iba a recibir en ese mismo instante iba a ser tan devastadora.

    – [Xander]¿Owen?[/Xander] – pregunté, extrañado, respondiendo al Omnilens. Una sensación desagradable me recorrió el estómago.

    – [Owen]Tenemos un problema.-[/Owen] intentó explicar mientras su respiración se entrecortaba. Iba corriendo a algún sitio, pero no pude distinguir el fondo, parecía cualquier calle. – [Owen]Han detenido a Jane.[/Owen] – añadió. Por un instante que pareció eterno, sentí que la habitación daba un vuelco y que lo que estaba a mi alrededor se nublaba. Me forcé a permanecer atento.

    – [Xander]¿Qué?…[/Xander] – pregunté, buscando una explicación mientras mi cabeza decidía qué hacer. – [Xander]¿Qué ha pasado? ¿Dónde está?[/Xander] – pregunté, sintiendo los nervios recorrerme. Mi padre y mi hermana me miraban, preocupados.

    – [Owen]La han arrestado en el bar, según me ha comentado Niall, por intento de asesinato. Los sucesos ocurrieron anoche, lo cual no tiene sentido porque los tres estábamos… cenando.- [/Owen] – explicó, siempre consciente de que teníamos oídos en todas partes, especialmente en cualquier tipo de comunicación tecnológica.

    – [Xander]¿Detenida por asesinato?[/Xander] – pregunté de nuevo, confuso, intentando poner en orden mis pensamientos. Jane era una de las personas más buenas que conocía, no era capaz de matar ni a una mosca.

    – [Owen]Si. Presuntamente atacó a Dante Villiers.-[/Owen] respondió Owen.

    Silencié el audio del Omnilens un instante y miré a mi padre y a mi hermana. – [Xander]Han detenido a Jane, por asesinato. Tengo que irme, os iré diciendo.[/Xander] – resumí como pude. Mi hermana me dio un abrazo rápido con su abrumadora fuerza.

    – [Daniel]Tranquilo, hijo. Si necesitas cualquier cosa, estaremos esperando.[/Daniel] – respondió mi padre. – [Daniel]Y pase lo que pase, siempre hay alguna solución.[/Daniel] – puntualizó. Sabía perfectamente a qué se refería, pero no podía decirlo abiertamente. Su voz, igual que la de todos los Moondies, estaba «registrada». Lo que mi padre implicaba en ese momento no sería muy bien recibido por las fuerzas de seguridad. Pero si era necesario, la rescataría a toda costa.

    – [Xander]No entiendo nada. Estoy cogiendo el portal más cercano.[/Xander] – afirmé volviendo a activar el sonido del Omnilens, mientras manipulaba la brújula que Vincent me había entregado cuando entré al cuerpo.

    – [Owen]Nos vemos en la comisaría.-[/Owen] se despidió él, cada vez corriendo más deprisa.

    – [Xander]Vigílala, Owen. Ya sabes lo que pasa con los «artificiales» y los hijos de Moondies.[/Xander] – le pedí, no sin miedo. Los Moondies eran unos expertos en miedo, y siempre habían dicho que no les habían elegido como Daë por no tener miedo, si no por enfrentarse a él y superarlo.

    – [Owen]Tranquilo, no dejaré que le pongan un dedo encima… más que nada porque algunos de ellos serían los que saldrían lastimados. [/Owen] – aseguró. No dudé de su palabra, si le hacían algo a su hermana, Owen sería capaz de incendiar toda la comisaría.

    – [Xander]Nos vemos allí. Gracias.[/Xander] – dije, segundos antes de dar por finalizada la comunicación. Dejé el Omnilens al máximo segundo plano que pude, ya espiaba suficiente como para darle más motivos. Después crucé el portal que me llevó a un par de calles de la comisaría de la capital.

    Corrí a toda velocidad la distancia que nos separaba. Entré en el edificio pasando por todos los controles apresuradamente y apenas saludé a nadie, de todas formas, algunos de mis «compañeros» no estaban muy contentos con un hijo de Moondies en el cuerpo. Tampoco lo estaban teniendo a Vincent y Bill en él, pero no podían echarlos abiertamente.

    Allí, esperando sentado en una de las incómodas sillas de plástico blanco, estaba Owen, con un café en la mano.

    – [Owen]Está en la sala de interrogatorios. Xander, la han identificado con el Omnilens de Dante.-[/Owen] explicó, haciendo una pausa en la que vi su preocupación patente. – [Owen]La consideran sospechosa del resto de asesinatos similares.[/Owen] – añadió. Sentí un latigazo helado en la espalda. Si no conseguíamos que la absolvieran, la llevarían a La Inexpugnable, la cárcel del Gobierno de Zeon.

    Me quedé pensativo unos instantes, paralizado por el miedo. – [Xander]Es un error, puede haber sido un «camaleón» que también tenga un poder de contacto como el suyo.[/Xander] – comenté en voz alta. Era la única explicación. Sabía que el poder de Jane estaba totalmente en su contra. Los casos que había investigado indicaban que la energía vital de las víctimas había sido absorbida mediante un poder. Era así como funcionaba el de Jane, absorbiendo el poder de la persona junto a la energía vital. Pero estábamos en Zeon, podía haber cientos de poderes que encajaran en la descripción. Pero claro, era artificial, era hija de Moondies. Tenía una diana en la frente.

    – [Owen]Que crees que llevo diciéndoles todo este rato.-[/Owen] replicó, con cara de cansancio. Los dos empezábamos a temer cuál sería nuestra única opción.

    – [Xander]Voy a hablar con ellos. Quédate atento…por si acaso.[/Xander] – le pedí, bajando la voz con la parte final. Él asintió y me dirigí a la sala de interrogatorios, analizando a cada una de las personas que estaban en ese momento en la comisaría.

    Owen y yo estábamos en inferioridad numérica. Ambos éramos aesir, pero había varios demonios y potenciados presentes que nos igualaban o superaban en fuerza. Yo no tenía poderes ofensivos, así que solo teníamos la pirokinesis de Owen, que podían anular con alguno de los «cepos», artefactos de seguridad instalados en muchos centros oficiales.

    Frente a la sala de interrogatorios, un policía montaba guardia. A través del ventanuco vi que el Teniente ‘Oblivion‘ interrogaba a Jane, con cara de asustada. El Teniente tenía el poder de manifestar los recuerdos de quien tenía delante. Sabía elegir cuáles manifestar para presionar y para hacer temblar de miedo. También para relajar, pero pocas veces le había visto usarlo así.

    – [b]Hay un interrogatorio en curso, no puedes pasar.[/b] – sentenció el tipo grande de la puerta. Un pariente de ‘Titan‘, si no recordaba mal. Piel de acero.

    – [Xander]Es mi pareja, déjame pasar.[/Xander] – le indiqué, mirándole fijamente.

    – [b]Atrás, Echolls, ya te avisarán cuando terminen.[/b] – sentenció. Aparté la mano con la que me instaba a alejarme y respondió cubriéndose de acero y aferrándome por el cuello, haciendo que mis pies se separasen del suelo.

    Por el rabillo del ojo vi a Owen ponerse en pie, pero le hice una seña para que se detuviera. Llevé ambas manos sobre el enorme brazo de ‘Steel’ y le golpeé con fuerza con ambas piernas, haciendo que cayese hacia atrás. El estrépito llamó la atención de la sala de interrogatorio, de la que salió la Sargento Marrow.

    – [Marrow]¿Qué demonios pasa aquí?[/Marrow] – indicó, mostrando unos dientes afilados, cubiertos de hueso. Miró a ‘Steel’ que tenía ganas de precipitarse contra mí. – [Marrow]Tú, largo. Tú, estás demasiado implicado para estar aquí.[/Marrow] – me avisó, mientras ‘Steel’ me dirigía una dura mirada.

    – [Xander]Necesito hablar con ella.[/Xander] – pedí. Marrow había sido una de las Protegidas de Z, pero era una persona bastante razonable, al menos conmigo.

    – [Marrow]¿Hablar? Podrías ir a casa un mes sin sueldo por lo que has hecho. ¿Y crees que puedes pedir algo?[/Marrow] – replicó, enfadada. Tenía razón en cuanto a la suspensión, pero no me importaba. La miré fijamente. – [Marrow]Diez minutos. Si no sales, te sacaré yo misma.[/Marrow] – aseguró. Después volvió a entrar y salió junto a Oblivion, que me dirigió una mirada oscura. Se quedaron a la puerta,  la espera de que cumpliese mis diez minutos.

    Cruzar aquella puerta resultó más difícil de lo que habría imaginado. Podía tratar de ser todo lo fuerte que quisiera, pero mis miedos tenían fácil superarme, porque nunca se trataban de mí. Siempre temía por otros. En este caso, tenía miedo a ver el sufrimiento de Jane, la persona que más me importaba.

    Finalmente, sostuve la manilla de frío metal y crucé al otro lado, a una estancia tan fría y gris como la manilla de la puerta. Jane me miró con unos ojos acuosos que apenas dejaban ver su verdadero color.

    – [Xander]¿Estás bien? ¿Te han hecho algo?[/Xander] – pregunté mientras corría hacia ella y me agachaba a su lado, abrazándola por la cintura.

    – [Jane]No[/Jane].- respondió, negando con la cabeza. Llevé la mano instintivamente a su barriga, donde se estaba forjando nuestro futuro. – [Jane]Solo un montón de preguntas[/Jane]. – añadió. Le pasé una mano por la cara, estaba fría, no solo de la sala, también de los nervios. Temí pensar en qué recuerdos podría haber sacado ‘Oblivion‘.

    – [Xander]Te sacaré de aquí. Tiene que haber algo que demuestre el error.[/Xander] – le aseguré, sin poder entrar en detalles. Había cámaras vigilando y escuchando lo que decíamos, así que no podía decirle simplemente que la sacaría de allí fuera como fuese, incluso dejando completamente de lado la ley.

    – [Jane]Estoy bien[/Jane].- respondió, intentando convencerme. Jane era así, incluso cuando ella estaba en un aprieto, se preocupaba por mí, intentando que no cometiese una locura. Pero por ella, estaba dispuesto a dar hasta mi alma.

    – [Xander]Todo irá bien.[/Xander] – dije tratando de tranquilizarla, aunque en el fondo también trataba de convencerme a mí mismo. Ella asintió, podía notar su corazón, que siempre latía con fuerza, más agitado de lo habitual.

    – [Xander]Encontraré quién ha sido. Sea como sea.[/Xander] – le prometí. Mirándola a los ojos, supe que aunque no supiese ni siquiera por dónde empezar, tarde o temprano encontraría al culpable y se lo haría pagar. Por aquél entonces, lo que no me decía esa corazonada era que sería el culpable quien me encontraría a mí, y para entonces estaríamos en una situación complicada.

    – [Jane]Gracias[/Jane].- respondió con voz derrotada.

    Llevábamos demasiado tiempo soportando la sociedad en la que vivíamos. Demasiado. Eso podía estar a punto de cambiar si conseguíamos nuestro propósito, pero no podía permitir que Jane estuviese bajo custodia cuando ocurriese, podría pasarle cualquier cosa, sería rehén del gobierno y no iba a permitir que nada ni nadie me la arrebatase.

    Tenía que actuar, intentar que el plan siguiera adelante, pero asegurándome de que Jane estaba en un lugar seguro. Y si no podía conseguir ambas, entonces lo tenía claro, la prioridad era ella.

    Salí de la sala cuando me avisaron de que los diez minutos habían llegado a su fin y le prometí a Jane que nos veríamos pronto. Sin dirigir la mirada a nadie, Owen y yo abandonamos la comisaría. Cada uno tenía cosas importantes que hacer. Era el momento de empezar con la revolución.

  • DEMASIADAS COINCIDENCIAS

    Cole Roman | Edificio Lenora

    NOCHE

    Python saludó a Echo mientras cruzaba el arco de seguridad que verificaba, entre otras cosas, que no llevase armas ocultas, poderes no notificados o que fuese en realidad un camaleón haciéndose pasar por él. Esos sofisticados equipos, instalados en la mayoría de los edificios gubernamentales o en las residencias de altos miembros de la jefatura de la nación, permitían aumentar el control en un mundo en el que la magia y los poderes sobrenaturales hacían de cualquier cosa impredecible.

    Echo le recordó que debería estar en casa, recuperándose de las posibles lesiones del accidente que había ocurrido por la mañana, pero Python le restó importancia. Más que debilitarle, la explosión solo le había hecho más fuerte debido a la sobrecarga de energía calorífica que su cuerpo había absorbido y convertido en mejoras en sus capacidades físicas. Si era cierto que había sido tanta, que sus músculos le habían dolido durante varias horas, como si su cuerpo estuviese tenso, lleno de una energía que no estaba utilizando. Pero después de un fuerte entrenamiento, consumió esa energía adicional y volvió a la normalidad.

    Era cierto que le habían dado el día, libre, pero no había dejado de pensar en aquella extraña sensación que había sentido minutos antes de la explosión. Su poder le permitía también sentir el calor y había algo que no cuadraba en la firma calorífica de la sala de calderas. No dejaba de pensar que el incendio no había sido un fallo, si no intencionado.

    Así que decidido a salir de dudas, atravesó los pasillos y descendió hacia el sótano contemplando el desastre que había dejado a su paso el incendio. Aun así, el equipo de limpieza se había encargado, gracias a sus poderes para absorber hollín, ceniza y regenerar madera y cristal, de arreglar una buena parte de las marcas del incendio.

    Continuó hasta llegar al sótano y traspasó la cinta de los bomberos. La zona no había sido limpiada y el hollín le molestaba en la nariz. Procuró no tocar nada para no alertar a nadie de su visita, pero observó atentamente la zona con su visión térmica.

    Tras un rato investigando el sótano, vio restos de un material radiante que todavía desprendía calor. No encajaba con ninguno de los materiales de la caldera ni de nada contenido en la zona. El patrón de dispersión de la explosión partía de un punto concreto de la caldera y a partir de ahí se extendía. Apenas era perceptible, pero se podía distinguir que no era la propia caldera la que había estallado, si no un dispositivo. Estaba claro que había sido provocado, pero no sabía quién había podido tener acceso.

    Volvió a la oficina y analizó el registro de los diferentes sensores. Al parecer, media hora antes de la explosión, el anulador de teletransporte había sido deshabilitado durante unos segundos. La orden estaba emitida desde uno de los terminales portátiles de seguridad del edificio, así que cualquiera de los guardias de seguridad podía haber sido el causante. El tema era que no tenían privilegios para ejecutar esa orden, así que debían haberlos conseguido pirateando el sistema.

    Cuantas más vueltas le daba, más sensación le daba de pertenecer a algo más grande. Trataba de intentar atar todos los cabos sueltos y plantear una estrategia para encontrar al responsable de seguridad que había formado parte, cuando su Omnilens notificó una llamada entrante.

    Era ‘Icarus‘, su hermanastro. No era muy habitual que le llamase últimamente y estuvo tentado a no responder, pero finalmente lo hizo. Nada más hacerlo, vio la imagen de Dante, herido y maltrecho.

    – [Dante]¡Cole, necesito ayuda! Han intentado matarme.[/Dante] – dijo con la voz ahogada. Parecía ir corriendo, aunque de vez en cuando daba un traspié.

    – [Cole]Tranquilo, ¿dónde estás?[/Cole] – preguntó, intentando mantener la calma.

    – [Dante]No estoy seguro…[/Dante] – dijo mirando a su alrededor. – [Dante]Bulevar Teach, al lado de un bar que se llama ‘Hell’s Bells‘.[/Dante] – añadió.

    – [Cole]No te muevas y no cortes la señal. Voy de camino, ya he avisado a la policía.[/Cole] – aseguró.

    La investigación de lo que había ocurrido tendría que continuar mañana. ‘Python‘ no era un tipo muy apegado a su familia paterna, pese a que la madre de Dante nunca le había tratado mal, ‘Python‘ siempre había pensado que su madre era mejor y no entendía por qué su padre había decidido dejarles de lado.

    Dante, pese a todo, era su medio hermano, y no podía dejarle solo en un momento así, aunque no estuviese seguro de que si hubiese sido al revés, las cosas hubiesen pasado de la misma forma.

    Volvió a ascender y se despidió de un Echo que parecía un poco inquieto. Su temperatura corporal estaba más elevada y ‘Python‘ prometió darle una vuelta a ese detalle al día siguiente.

    – [Cole]¿Quién te ha atacado? ¿Un fan?[/Cole] – preguntó, volviendo a comunicarse con Dante.

    – [Dante]Una hija de Moondies, una artificial que te mata y absorbe tus poderes, se llama Jane o algo así. [/Dante] – respondió, aún agitado. – [Dante]Jane Williams.[/Dante] – añadió tras consultar el Omnilens.

    Cole se quedó unos instantes, pensando. Ese apellido le sonaba de algo, algo que tenía que ver con el incendio. Hizo memoria mientras corría hacia donde se encontraba Dante, siguiendo la ruta marcada por el gps del Omnilens. Poco antes de llegar se dio cuenta, Owen Williams, el bombero que había rescatado a la gente del edificio y que estaba asignado a la investigación de la causa del fuego.

    Demasiadas coincidencias.

  • TAL VEZ ALGO MÁS

    TAL VEZ ALGO MÁS

    Owen Williams | Hospital de Moondale

    MAÑANA

    El hospital estaba a rebosar de gente con fracturas, magulladuras y demás heridas superficiales. La gente con capacidad para curar, porque no eran verdaderos doctores ya que no habían estudiado nada de medicina, apenas tardaban un par de minutos en curar esas heridas, el padre de Xander podría haber sido uno de esos curanderos de no ser porque era un paria para el mundo, al igual que mis padres.

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  • VIVE LA RESISTANCE

    Diarios de Destino | Bosque de los Lobos

    NOCHE

    darkforestperson

    La oscuridad cubría el Bosque de los Lobos, solamente iluminado por la luz de la luna que se filtraba a través de las frondosas copas. Desde que Canton había crecido hasta convertirse en un pequeño poblado, el bosque se había vuelto seguro, pero también silencioso.

    Esa noche, un murmullo de voces rompía el silencio. Provenían de una pequeña hondonada donde varias personas estaban ya reunidas.

    – [Kaylee]Amy llega tarde[/Kaylee].- dijo la voz de una chica pelirroja, con una aparente mueca de fastidio.

    – [Elle]No seas impaciente. Llegará[/Elle].- replicó la muchacha de melena castaña con una sonrisa. Era la viva imagen de la inocencia, y a todos les recordaba a su madre, perdida cuando se perdió la esperanza.

    – [Niall]Me parece genial el modo en el que vivís, pero ¿cómo hacéis para aguantar los mosquitos…? -[/Niall] sentenció un joven de tez oscura y el pelo color azabache muy corto, mientras aplastaba a un mosquito intentando no manchar su elegante traje. – [Niall]…y el barro.-[/Niall] – añadió limpiándose las suelas en una roca cercana.

    Un arbusto cercano se removió y todos giraron la vista hacia él, sin miedo. Sabían quién acudía, porque ellos le habían dejado la ropa allí. Minutos más tarde, la pálida y delgada joven de cabello castaño rojizo salió de entre los arbustos. – [Amy]Hola[/Amy].- saludó de forma seca.

    Un par de personas se materializaron a unos metros de la hondonada y descendieron la pendiente. El joven, de constitución atlética, pelo corto rubio y ojos claros, sujetaba en todo momento a la muchacha de cabello castaño oscuro y ojos oscuros. – [Xander]Ya estamos casi todos.[/Xander] – saludó él, aunque su mirada estaba fija en su acompañante.

    Continuaron llegando personas. El siguiente fue el joven de cabello y barba oscuros, vestido con ropas elegantes. – [Leo]Hola.[/Leo] – saludó, sin querer colocarse muy cerca de Amy MacLeod.

    Tras él se acercó una joven de melena rubia y ropas algo más escasas de lo que parecía requerir el frío de esa noche. – [Lexa]Solo falta No…[/Lexa].- empezó a decir ella, pero una figura apareció a su lado. – [Noah]¿Decías…?[/Noah]- replicó el velocista de rostro afable y cabello castaño claro.- [Noah] Llegué el primero, pero me aburrí[/Noah]. – afirmó con una sonrisa.

    – [Henry]Eso de el primero es discutible.-[/Henry] puntualizó una voz en las alturas. El joven de cabello claro y rostro surcado de cicatrices estaba echado en la rama de un árbol bastante robusto y les miraba distraídamente. En un instante se materializó en el suelo.

    – [Amy]¿Hay algo que no sea discutible para ti?[/Amy]- sentenció Amy, mirándole.

    – [Henry]Z es un capullo. Creo que en eso todos estamos de acuerdo.-[/Henry] replicó Henry, sin borrar la sonrisa de sus labios.

    – [Owen]Ahora entiendo porque hacemos estas reuniones en el bosque.-[/Owen] admitió un rezagado de constitución musculosa y cabello oscuro y corto.

    – [Kaylee]Deberíamos darnos prisa[/Kaylee].- indicó Kaylee, nerviosa. Los demás asintieron, si la precognitiva del grupo estaba nerviosa, todos tenían motivos para estarlo.

    Un pequeño cántico resonó en el bosque, llevando a él de nuevo el silencio. En la hondonada la luz de la luna se potenció. Un hombre alto y musculoso, de piel como el cobre oscuro, se unió a los presentes

    – [Nate]Hola[/Nate].- saludó con un gesto de la cabeza. Después, sus ojos parecieron escrutar a los presentes.

    – [Xander]Hemos tenido que reunirnos excepcionalmente por una visión de Kaylee que influye en el plan que estamos llevando a cabo.[/Xander] – explicó Xander, cuando le cedieron la palabra sus compañeros. – [Xander]Un nuevo miembro de la Resistencia que tiene un papel esencial.[/Xander] – puntualizó dedicando una mirada a Kaylee MacLeod, para cederle la palabra.

    – [Kaylee]Nate nos puede resultar muy útil[/Kaylee].- empezó a decir la precognitiva.

    – [Amy]Somos demasiados[/Amy].- intervino su hermana. La luz de la hondonada titiló cuando se acercaron dos figuras encapuchadas.

    Nate se acercó a los demás y preguntó en voz baja. – [Nate]¿Quiénes son y por qué no dicen nada?[/Nate]. – Xander le respondió, mirándoles con orgullo. – [Xander]Son «ellos», tienen un encantamiento para que sus voces sean siempre escuchadas por la vigilancia del Consejo.[/Xander] – afirmó. «Ellos«, los Moondies, para siempre proscritos por el Gobierno de Zeon, siempre vigilados.

    Al ver a los demás quedarse en silencio, asintieron, observando la zona desde un punto más elevado. La mano de una de las dos figuras, hasta entonces iluminada por una luz blanca, se apagó. Owen y Jane miraron durante unos instantes a la otra figura.

    – [Nate]No sé exactamente cómo puedo hacerlo.[/Nate] – aseguró el aludido volviendo al tema principal, sin saber exactamente quiénes eran los que estaban allí presentes. Solo sabía que eran dos de los Moondies. Las preguntas se arremolinaban en su cabeza.

    – [Kaylee]Tu poder y tu raza. Salvarás el día cuando llegue el momento.[/Kaylee].- explicó la precognitiva sin entrar en detalles.

    Dos personas encapuchadas más se unieron a los anteriores. Una de ellas tenía un mechón pelirrojo sobresaliendo bajo la capucha. La otra, también femenina, se acercó a la figura que Jane y Owen había estado mirando.

    Nate intentó concentrarse en lo que Kaylee acababa de decir, pese a que cuatro figuras más se unieron a las anteriores, esta vez en el lado opuesto del claro. Una de ellas sobresalía en altura respecto a las demás. La figura que estaba a su lado alzó una mano para saludar y Noah y Leo le devolvieron el saludo. Las otras dos figuras parecían buscar a alguien y se detuvieron al ver a Idris. Nate se quedó pensativo. – [Nate]Mi raza…no soy de este planeta.[/Nate] – explicó Nate. Uno de los últimos encapuchados se quedó mirando fijamente a Nate, intrigado.

    Los demás parecieron quedarse sorprendidos. – [Jane]¿Eres…un alien?[/Jane]- preguntó Jane, seria.

    – [Owen]Otra tierra.-[/Owen] teorizó Owen intentando ayudar a su hermana, que le devolvió una sonrisa. Nate percibió algo extraño en esa relación, como si estuviese destinada a ser así, pero si las cosas hubieran sido diferentes, aún no lo sería. Era demasiado confuso y todo llevaba de nuevo a esa Escuela Legado.

    – [Nate]Soy un elemental de polvo estelar. Nacemos cuando una estrella muere.[/Nate] – explicó con calma. – [Nate]Tomé forma humana y vine a la Tierra. No sé qué me trajo aquí, quizá el Destino.[/Nate] – continuó. La muerte de la estrella había sido su nacimiento. Sabía qué era por puro instinto, pero no había conocido a nadie más como él.

    – [Elle]Es genial[/Elle].- respondió la alegre Elle Echolls, visiblemente emocionada.

    – [Nate]Mi poder, no sé si es normal entre los míos, nunca he conocido a otro. [/Nate] – continuó explicando Nate, el elemental de polvo estelar hecho carne y hueso. – [Nate]Puedo ver cómo se sienten los demás y eso me…afecta. Las emociones positivas me hacen más fuerte y las negativas….[/Nate] – trató de explicar, aunque el resumen se quedaba corto para él. No siempre veía cómo se sentían las personas a través de su aura, a veces veía destellos de recuerdos asociados a esos sentimientos y otras, cosas que no parecían corresponder a las vidas de esas personas. Esas versiones alternas las había visto con más frecuencia en ellos, y nunca nada con tanta intensidad como la Escuela Legado.

    – [Elle]¡Está hecho de polvo y se alimenta de felicidad![/Elle]- resumió Elle incluso más emocionada que antes.

    – [Amy]Que se junte con Elle y hemos ganado la guerra[/Amy].- replicó Amy con amargura. Su aura era de dolor y sufrimiento, refugiada en ser cada vez más una loba y cada vez menos una humana.

    – [Idris]’Él’ se alimenta de miedo.[/Idris] – intervino Idris, que hasta el momento había permanecido callado, controlando sus sentimientos respecto a la batalla que estaban a punto de acometer.

    – [Nate]¿Y quien es él?-[/Nate] preguntó Nate, que aún no conocía las historias de todos los presentes.

    – [Idris]Máscara Negra, el Rey Negro del Consejo. Cuando mató a mis padres biológicos me dejó vivo para alimentarse de mi miedo.[/Idris] – sentenció. Un par de figuras se removieron, inquietas, las mismas que habían buscado a Idris con la mirada antes.

    – [Xander]Quizá sea nuestra mejor arma contra él.[/Xander] – teorizó Xander. Los presentes meditaron lo que sabían.

    – [Henry]Otro capullo si me preguntas.-[/Henry] intervino Henry, estirándose para desperezarse. – [Henry]Bueno Owen, como van las cosas con la rubia.-[/Henry] preguntó dirigiendo la mirada al bombero.

    – [Noah]Es la mejor forma de colocar el dispositivo[/Noah] – puntualizó Noah. El plan original incluía ganar acceso al edificio, pero no que hubiese personas atrapadas en el fuego. Una de ellas, la joven hija de uno de los miembros del Consejo, era el punto perfecto para colocar el inhibidor.

    – [Owen]Se llama Laura y bueno, mañana voy a verla.-[/Owen] comentó Owen desviando la mirada. – [Owen]Por cierto, ¿no puedes detenerlo por allanamiento?-[/Owen] replicó mirando a su amigo Xander, cambiando el tema de conversación.

    Xander se encogió de hombros, como si lo desease pero no estuviera en su mano. – [Leo]Hay que hacerlo rápido. Dentro de cuatro días visitan el edificio Lenora.[/Leo] – añadió Leo, volviendo a la conversación original y granjeándose una mirada de Owen.

    – [Owen]Mañana estará hecho. [/Owen] – sentenció. Después se hizo el silencio.

    – [Xander]Estaremos en contacto para organizarnos a partir de entonces.[/Xander] – indicó Xander cuando la reunión parecía haber terminado. Algunos asintieron y Kaylee procedió a murmurar de nuevo un cántico. La luz abandonó el claro y el ruido de los presentes volvió a inundar el bosque. Cada uno tomó una dirección. No había rastro y de los encapuchados ni de algunos de los presentes en la reunión. El lugar mágico que les resguardaba de oídos indiscretos se había cortado y con él, su conexión con los que no habían podido acudir físicamente.

  • DEMASIADO TARDE

    Amy | Bosque

    NOCHE

    Era una mañana fría, pero soleada. El bosque rezumaba olores de invierno y los animales, a pesar de todo, parecían activos. Me gustaba sentir el frío en mi pelaje y cómo la hierba acariciaba mis patas a medida que iba ganando velocidad, pero cuando noté su olor, dejé de correr y adquirí mi forma humana, muy a mi pesar. Caminé desnuda hasta la zona en la que estaba mi ropa y vi a Leo, que esperaba con ella en la mano. Quizás tenía que haber sentido cierto pudor, pero es absurdo tener ese tipo de sensaciones cuando estás frente a la persona con la que creías que ibas a pasar el resto de tu vida.

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  • EL DESCENSO DE ICARO

    Diario de Dante Villiers | Atico

    NOCHE

    dantemodel

    Me levanté de la cama y me coloqué la ropa interior después de echar un vistazo a mis compañeras de cama, que dormían apaciblemente, hasta que al día siguiente se despertasen con una enorme resaca.

    Mi genética no era demasiado predispuesta a las resacas, no había más que ver a mi padre. Pero aún así, decidí ir hasta la cocina y para prepararme un zumo detox siguiendo la receta de mi especialista.

    Cerré la puerta de la habitación para que el sonido de la mezcladora no las despertase y me vi inmerso en la oscuridad del apartamento, tenuemente iluminado por la luz de la luna. El silencio lo devoraba todo y me hacía sentir incómodo, inquieto, como si me viese inmerso en la más absoluta soledad.

    Caminé con la intención de encender solo una luz auxiliar de la cocina, y antes de llegar un escalofrío recorrió mi espalda cuando creí ver una sombra moverse en la terraza.

    Instintivamente, cogí un cuchillo de la tacoma y me acerqué al teléfono. No era el primer fan acosador que intentaba colarse en mi apartamento desde la terraza, pero era extraño que a esas alturas no lo hubiese detectado nadie de seguridad. Había cámaras grabando los diferentes ángulos.

    La sombra había desaparecido y por un momento, pensé que era cosa de mi cabeza, un miedo derivado del «respeto» a mi propio poder y a lo que había visto por culpa de él. Me tranquilicé a mí mismo y volví hacia la cocina, pero cuando encendí la luz auxiliar, vi claramente, recortada frente a uno de los ventanales que daban a la terraza, una forma humana.

    Rodeé la barra y corrí hacia el teléfono, pero antes de llegar a él, todos los ventanales estallaron y una lluvia de cristales barrió el apartamento. Mi única reacción fue cubrirme tras el sofá mientras escuchaba el estruendo de los cristales al romperse.

    Cuando se detuvo, permanecí oculto, esperando escuchar en cada instante el crujido de los cristales bajo las pisadas del atacante. Pero no lo escuché. Lo único que rompió el silencio, fue el sonido de la puerta de la habitación al abrirse y dejar salir a una de las chicas, de tez cobriza y pelo oscuro, llamada Sitala, que tenía el adorable poder de ser capaz de repetir cualquier movimiento que hubiese visto.

    Ni siquiera tuve tiempo a gritar. Vi el rostro de horror de la chica al ver la escena y recordaré perfectamente su mueca de terror cuando se vio arrastrada volando hacia el atacante. Era un telekinético, es todo lo que recuerdo pensar, eso y que no podía quedarme escondido.

    Salí de detrás del sofá y vi a la sombra sujetando a Sitala por el cuello. – [Dante]¡NO![/Dante] – grité, pero no sirvió de nada. La sombra, que tenía apariencia femenina ahora que la veía de cerca, siguió aferrándola hasta que dejó de moverse y cayó al suelo.

    El miedo impidió que fuese a por ella y me mantuvo en mi posición, mirando a la atacante. – [JJ]No venía a por ella, pero ha sido un buen aperitivo.[/JJ] – dijo caminando lentamente hacia una zona más iluminada. Era una chica que aparentaba tener mi misma edad, pero sus ojos decían algo distinto. Era como un animal, implacable.

    – [Dante]¿Qué quieres…por qué lo has hecho?[/Dante] – pregunté, mientras evaluaba mis vías de escape. Por su tranquilidad, parecía que lo tenía todo bajo control. Accedí al Omnilens y vi sus datos: Jane Williams. Artificial e hija de Moondies con el poder de matar a otros y robar sus poderes.

    – [JJ]Porque podía. Aunque en realidad, venía a por tus alas.[/JJ] – respondió con una sonrisa tétrica. Intentó agarrarme con su telekinesis igual que había hecho con Sitala, pero instintivamente coloqué entre nosotros una pared de oscuridad y corrí hacia la terraza. – [JJ]Dos poderes por el precio de uno.[/JJ] – replicó a mi espalda, sin desistir. No conseguí detener un empujón de su telekinesis que me lanzó contra el borde de la terraza, pero conseguí ponerme en pie rápidamente y sin tiempo a pensar, me lancé al vacío.

    Extendí las alas sin tiempo a mirar atrás y planeé con dificultad. Aterricé con demasiada velocidad y me torcí el tobillo derecho, cayendo de costado contra la carretera.

    Intenté ponerme en pie mientras la veía descender lentamente usando la telekinesis. – [JJ]No eres lo bastante rápido.[/JJ] – sentenció cayendo cerca de mí.

    Estaba muerto, definitivamente muerto, lo mirase por donde lo mirase, así que, sin nada que perder, decidí enfrentarme a un aspecto que me aterraba de mi propio poder y me dejé envolver por las sombras, de camino a la dimensión oscura de la que venía la oscuridad que manipulaba. Al menos así podría intentar sobrevivir.

  • NO NECESITAS UN OMNILENS NUEVO, SINO UN CEREBRO

    Jane | Sanctuary

    NOCHE

    jjwhite

    El sol se ponía en el horizonte o eso debían ver desde la calle, porque en el Sanctuary siempre parecía la misma hora. Llevé el plato combinado nº 2 (entrecot, patatas fritas, huevo frito y ensalada) a la mesa del ‘Guardia de Ziudadanía’ que me miraba con cara de pocos amigos. Contuve una arcada cuando el olor a «fritanga» llegó a mis fosas nasales, pero la aguanté con dignidad, hasta que me llegó el olor a sudor del tipo. – [b]A buenas horas…sintética…[/b] – espetó de malas formas. Debía rondar los cincuenta años y la barriga le llegaba hasta las rodillas, a juego con el bigote que cubría su labio superior y la enorme nariz aguileña que deformaba su cara. 

    – [Jane]Lo siento[/Jane].- coloqué el plato y contuve una nueva arcada.- [Jane]Que aproveche[/Jane].- dije con mi mejor cara de pena y me alejé despacio. 

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  • EL MIEDO NUNCA LLEVA A NADA BUENO

    DIARIO DE NATE EVANS | SANCTUARY, ALMACÉN

    TARDENOCHE

    natethink

    Después de hablar durante unos minutos con Niall y descubrir algunos detalles de la historia de Zeon y la Resistencia, tuve que volver al almacén para mantener las apariencias.

    Al parecer, cualquier Moondie o asociado estaba bajo una estricta vigilancia y no podían reunirse nunca más de unos pocos en un mismo lugar sin que éste se llenase de ojos u oídos. Niall me había contado que en más de una ocasión se había encontrado con algún ‘camaleón‘ oficial del Gobierno haciéndose pasar por alguno de los suyos.

    No me había quedado demasiado claro mi papel en todo eso, y probablemente nadie salvo la propia Kaylee lo tuviese. Kuruk había terminado su turno, así que decidí meterme en mi papel y empezar apilando un par de barriles de ‘pseudosangre‘.

    Estaba observando, intrigado, la etiqueta de uno de los barriles (Sangre fresca hecha a mano por uno de los mejores hemokinéticos), cuando escuché abrirse la puerta que daba a la barra. Levanté la mirada y vi a la camarera de antes, Jane. Ella dibujó una leve sonrisa y se estiró para coger una caja a la que no llegaba. Me acerqué a su lado y se la bajé.

     – [Nate]Soy Nate, el nuevo. ¿Estás bien?[/Nate] – le pregunté, a sabiendas de que no lo estaba. Su aura estaba turbia, había en ella mucha tristeza, acompañada de ira, frustración y miedo.

    – [Jane]Sí, ¿por qué no iba a estarlo? Me han asignado el trabajo más adecuado para mis habilidades y vivo de acuerdo a las normas de Zeon. Todo es maravilloso[/Jane].- replicó con amargura, guardando silencio mientras abría la caja y sacaba unos paquetes. – [Jane]Perdona, tú no tienes la culpa de nada[/Jane]. – añadió cabizbaja.

    Me quedé callado unos instantes, meditando, analizando lo que veía. – [Nate]No sé mucho sobre este sitio. Pero no parece una utopía. Algo no encaja, algo está, mal.[/Nate] – respondí con sinceridad. No era una camaleón, así que no tuve miedo a decirle la verdad de lo que opinaba de ese lugar. Había percibido a mucha gente desde que había cruzado la frontera y la conclusión era la misma, ese sitio no estaba bien. – [Nate]Te he visto, triste, enfadada, dolida. Es mi habilidad.[/Nate] – confesé.

    – [Jane]Tu habilidad no es muy útil. Eso lo ve cualquiera[/Jane].- replicó, dibujando ahora una sonrisa ligeramente más real. Todo lo que podía sonreír en ese momento. Frunció ligeramente el ceño y entonces vi algo más de ella, un secreto que quería guardar y que no saldría de mis labios.

    – [Nate]También veo que no has tirado del todo la toalla. Esperanza. Ambición por un mundo mejor.[/Nate] – añadí, asintiendo para que se diese cuenta de que lo sabía y que el secreto estaba a salvo conmigo. – [Nate]Tienes alguna cosa que aprecias en este mundo, por eso la Resistencia.[/Nate] – continué, cambiando de tema. Echaba de menos a su pareja, siempre lo hacía cuando se enfrentaba a las miradas cuando servía las mesas. – [Nate]Niall me lo ha contado, por qué me enviaron aquí.[/Niall] – le aseguré, sabiendo que ella no quería añadir nada. Era una persona reservada, lo respetaba.

    – [Jane]La Resistencia es lo único que vale la pena de este mundo[/Jane].- respondió ella con convicción.

    – [Nate]No me queda muy claro qué puedo hacer yo. Pero te digo lo mismo que le dije a él, quiero ayudar.[/Nate] – afirmé. Dentro de lo que podía percibir, había una sensación, algo en la raíz de cada persona que me hacía pensar que no estaba correcto, que no era la vida que les debía haber tocado vivir. Era una sensación tan generalizada, que me rondaría la cabeza durante un tiempo.

    – [Jane]Cuando se reúnan todos, te dirán qué puedes aportar[/Jane].- dijo ella, encogiéndose de hombros. No era una de las líderes, sin embargo, sí iba con ella serlo. Una piedra golpeó fugazmente a una Jane niña en la frente, mientras la llamaban ‘monstruo‘, ‘rata de laboratorio‘. Miré su frente en el presente y vi allí, escondida tras un mechón de pelo, la cicatriz de la pedrada.

    – [Nate]No es culpa tuya cómo se comporte la gente.[/Nate] – dije con sinceridad. Nadie se merecía que le tratasen así, la culpa solo era de los que lo perpetraban, aunque a veces nuestras mentes intentasen buscar una explicación, un motivo por el que nos lo hubiéramos merecido.

    – [Jane]En un mundo en el que se premia ser diferente, yo lo soy demasiado[/Jane].- respondió ella con ironía, pero aliviada por poder hablar con alguien.

    – [Nate]Puedes contármelo. Yo no vengo de aquí, no tengo prejuicios.[/Nate] – no iba a despreciarla porque los poderes de su madre hubiesen sido fruto de un experimento. Era una auténtica locura. Pero había algo más que lo de su madre, algo que tenía que ver con la naturaleza exacta de sus poderes.

    – [Jane]Si te tocara, aunque fuera accidentalmente, robaría tu poder y después, te mataría[/Jane].- explicó. Un recuerdo doloroso tiñó su aura completamente. Después de ver «el accidente», me quedé en silencio durante unos segundos.

    – [Nate]Te odian porque te tienen miedo. Cuando a ellos les odian ahí fuera por lo mismo.[/Nate] – era una obviedad, pero no pude dejar de comentarlo.

    – [Jane]Esta utopía es una farsa. Permiten que haya gente de las altas esferas que tiene hobbies como coleccionar caras humanas[/Jane].- espetó con rabia. Compuse una mueca de asco al ver el rostro de esa pesadilla viviente que se sentaba en el Consejo, esos ojos oscuros, terribles. Cuanto más veía, más razón tenía para darle a Jane.

    – [Nate]Las cosas malas de los seres vivos siempre están ahí. Pero las buenas también.[/Nate] – comenté intentando animarla. Su aura se reconfortó al pensar en su pareja. – [Nate]Eres buena persona.[/Nate] – le aseguré. Ella me miró a los ojos durante un minuto, luego apartó la mirada.

    – [Jane]Según el Omnilens, soy del bando del gris[/Jane].- explicó. Recordaba algo de los bandos de lo que Niall me había contado. La sociedad estaba dividida en tres bandos y las personas, según cómo fuesen, entraban en uno u otro, una especie de buenos, malos y neutrales en un supuesto intento de mantener el equilibrio.

    – [Nate]No es más que una máquina que te enseña unos datos.[/Nate] – respondí con sinceridad. Me apenaba ver cómo se había tomado como algo normal el hecho de depender de una invención para saber cómo tratar a una persona. – [Nate]Ahí fuera me conectaron a muchas, pero ninguna veía lo que yo.[/Nate] – razoné. Aún me dolían los ojos de una de esas máquinas, que producía descargas para ver si mi poder se localizaba en mis ojos. Ninguna lo consiguió, no entendieron que el cuerpo que veían no era más que una charada.

    – [Jane]Parece que el mundo no es mejor ahí fuera[/Jane].- meditó ella.

    Negué con la cabeza, se avecinaban malos tiempos. – [Nate]No llegué a ver mucho de él, pero la tensión…la gente tiene demasiado miedo. Y eso nunca lleva a nada bueno.[/Nate] – aseguré. Cuando el miedo dirige tus acciones, termina llevándote por el camino del que pueda alimentarse más de ti.

    Jane asintió, dándome la razón, y se quedó pensativa. La observé, pero su aura se enturbió cuando llegó un grito de la sala de un impresentable pidiendo su comida. Le dirigí una mirada de ánimo y ella suspiró, despidiéndose con un gesto amistoso con la cabeza.

    Le dirigí una sonrisa mientras salía. Una sonrisa que se desdibujó cuando volví a quedarme solo en el almacén. ¿Qué era la Escuela Legado?

  • NO EL LIDER, LA CABEZA

    Henry Crowe | Apartamento

    TARDENOCHE

    henryfuture

     

    La reportera del canal de noticias TVZ enviada a cubrir los sucesos de la explosión del edificio Lenora estaba dando los detalles de lo sucedido. En la esquina superior de la pantalla apareció un retrato que supuestamente debía de ser el mío. La capucha de la sudadera cubría mis ojos y podría apreciarse con claridad mi boca.

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