Moondale

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  • LA AMISTAD QUE PERDIMOS

    Amy – Kvasir

    Noche

    Ellie organizó una cena de despedida para nuestra abuela. Y, aunque me parecía un gesto bonito, no dejaba de ser eso: un gesto. La muerta no se iba a enterar y para la mayoría de la gente de la nave no era más que el nombre de alguien al que no habían conocido. Antes de que empezáramos a comer, cuando estábamos sentados en la larga mesa, Elle dio un discurso a modo de recuerdo. Era bonito y emotivo, pero yo me sentía como si tuviera la cabeza metida dentro de una pecera y todo me llegara distorsionado.

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  • EL PRIMER PASO PARA SER UNA BUENA LÍDER

    Ellie – Kvasir

    Tarde

    Mi cabeza era un hervidero de pensamientos y no todos eran alegres. La muerte de mi abuela y la inevitable necesidad de que alguien nos guiase me empujaban en direcciones opuestas. La primera de ellas, me pedía tiempo para llorar a alguien fundamental en mi vida y la otra, me decía que llorar estaba muy bien cuando no tenías el destino de la humanidad en tus manos.

    Después de la excursión, Idris y yo volvimos a la nave para comer con el resto. Ese día, el menú de Jane consistía en macarrones, ensalada y fruta de postre. No sé si alguna vez os habíais imaginado al grupo que salvaba al mundo comiendo macarrones, pero ahí estábamos. Jane tenía tal dominio de la cocina de la Nave que incluso picaba chorizo y lo dejaba aparte para que las personas que no fueran veganas y/o les apeteciera, pudieran añadirlo a su plato.

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  • UNA CURA DE HUMILDAD

    Lexie – Kvasir

    Mañana

    Cuando Jane tiró el delantal hecho una bola, supe que la había cagado. Llevábamos mucho tiempo estirando el chicle de su paciencia y de la mía, así que lo raro es que no nos hubiéramos tirado de los pelos a estas alturas. Pero claro, una cosa es discutir con alguien a voz de grito y otra, herir sus sentimientos.

    Por eso, una vez Xander terminó su charla motivacional, salí detrás de ella. No necesitaba que nadie me dijera lo que hacer, pero en Louna las cosas se arreglan a navajazos y empujones, no con una conversación civilizada y no estaba acostumbrada a la gente tan sensible.

    Tomé aire y abandoné la cocina. No tardé mucho en dar con ella. Estaba sentada en la escalera con la cara entre las manos.- [Jane]¿Has venido para seguir riéndote de mí?[/Jane]- tenía los ojos hinchados por culpa del llanto que yo le había provocado. Joder, qué mal me estaba sintiendo en ese preciso instante.

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  • CONFIANZA

    XANDER ECHOLLS

    MEDIODÍA – LA KVASIR

    Mis pisadas resonaron en el pasillo vacío que conducía a la segunda entrada de la nave, ahora activa gracias a haberla conseguido levantar de la tierra.

    A lo largo de la mañana había visto a varias personas cruzarse y en cuanto supe que sus conversaciones eran privadas, solucionando asuntos entre ellos y ellas, había ido alejándome, sin saber muy bien que hacer salvo no molestar. Hasta que al final había pensado dirigirme hacia el exterior y tomar un poco de aire fresco mientras seguía mis rutinas de tai chi, pero cuando iba a cruzar la puerta vi que alguien entraba por ella.

    — [Xander]No esperaba encontrarte aquí.[/Xander] — dije al ver la silueta de una mujer cuyo rostro no estaba acostumbrado a ver, pero que reconocía perfectamente por el contexto de llegar cargada de bolsas, con una ropa que no estaba hecha para fundirse con el entorno, salvo en Louna quizá.

    — [Lexie]Vengo cargada, así que agradecería menos charla y más ayuda.[/Lexie] — respondió, cambiando en un parpadeo a su aspecto original. La primera vez que la vi regresar de la ciudad me sorprendí, pero ahora yo, al igual que la mayoría, me había acostumbrado a que usara una de sus otras caras para ir allí fuera. Me tendió una bolsa y una mochila, tenía bastante fuerza pese a no alardear de ella.

    — [Xander]No sé cómo consigues todo esto. Yo sólo encontré negativas y miradas raras.[/Xander] — recordé mientras caminábamos hacia la cocina. Teníamos un almacén, pero al final todo lo de «uso rápido» acababa ahora en la cocina. Al principio, cuando Lexie consiguió mantas y otros objetos de necesidad, sí que los llevábamos al almacén, donde se quedaban los que no usábamos, pero ahora ya era casi siempre comida y algún que otro capricho ocasional.

    — [Lexie]No te lo voy a contar.[/Lexie] — replicó ella tendiéndome una bolsa más con cara de picardía.

    Me encogí de hombros, había verdades ocultas en la naturaleza de cada ser y una de las de Lexie es que no conseguirías que te contara algo que no quería. — [Xander]Un misterio más. Pero gracias, no tendríamos casi nada de no ser por ti[/Xander]. — admití. Pese a todo lo malo que sufríamos aquí, trataba de centrarme en los pequeños milagros que conseguíamos estando unidos. Lexie, pese a sus quejas, era un pilar fundamental de nuestro ecosistema.

    — [Lexie]Es que si te lo cuento te va a parecer mal.[/Lexie] — comentó, cruzando el umbral de la puerta la primera.

    — [Xander]Tengo algunas ideas y mejor no me lo cuentes, sí.[/Xander] — sonreí, era un intento de broma.

    — [Lexie]A ver si te crees que me dedico a la extorsión, colega.[/Lexie] — replicó ella alzando una ceja, mientras depositaba las bolsas.

    — [Xander]No, no. Pero tus poderes dan mucho margen.[/Xander] — aclaré. Con sus ilusiones podía conseguir lo que quisiera, solo tenía que plantarse en la ciudad y hacer que vieran cualquier cosa mientras ella cogía lo que necesitara.

    Al ver que ella no se lo había tomado mal, empecé a sacar las cosas de las bolsas. El olor de la fruta fresca me inundó las fosas nasales.

    — [Lexie]Le he hecho creer a la gente del mercado que soy una tía importante.[/Lexie] — dijo mientras sacaba un par de cajas con unos bollos que olían a reciente. La miré, arrepentido de haberle sacado un tema del que no le apetecía hablar y que al final se había visto forzada a aclarar.

    — [Xander]Y te regalan la comida ¿no?[/Xander] — respondí, con una sonrisa calculada que transmitiera mi comprensión. — [Xander]Ah, ésta fruta es como lima, verás cuando Jane sepa que podemos hacer guacamole.[/Xander] — le enseñé una fruta de un vívido color rosa pero que olía como una lima y tenía aspecto cítrico. Quería devolverle su ánimo, demostrar que su trabajo era agradecido y que confiaba en su forma de conseguirlo a pesar de haberme explicado tan mal.

    — [Lexie]La mayoría es de regalo y la otra parte, la compro con mis derechos de imagen.[/Lexie]  — añadió. Me la imaginé como a la Comandante Shepard del Mass Effect haciendo publicidad en todas las tiendas diciendo que eran su favorita, pero no lo expliqué porque sabía que Lexie no era tan fan de la ciencia ficción.

    — [Xander]Había opciones peores.[/Xander] — dije con una sonrisa. Yo no habría tenido las agallas para llevar adelante el engaño, pero su capacidad era sorprendente.

    — [Lexie]La otra opción era robar y me parecía peor.[/Lexie] — admitió. Me pregunté si en cualquier otro orden de acontecimientos habría podido conocer a Lexie como en ese momento, siendo consciente de que, pese a la apariencia que tratase de mostrar, tenía un corazón de lo más noble.

    — [Xander]Has hecho bien. [/Xander]— reconocí. — [Xander]Con ésta comida tenemos para antes de volver a irnos.[/Xander]— le sonreí, era un alivio tener un asunto menos por el que preocuparse cuando había tantos pendientes.

    — [Lexie]Muy pronto piensas que vamos a volver.[/Lexie] — replicó sentándose a comer una aranzana tras lavarla. Sus dientes traspasaron su corteza, similar a una manzana pero de un azul oscuro como la noche, y arrancó un trozo revelando un interior blanco como la nieve. Casi podía sentir su suave sabor a arándanos.

    — [Xander]Decía al resto de la misión. Si todo sale bien nos queda poco[/Xander]—  dije, pensativo. Una parte de mí lidiaba con el temor a que algo saliese mal, junto con una parte que temía que eso no fuera el final, que algo más nos estuviese esperando. Trataba de no pensar demasiado en ello la mayor parte del tiempo, me hacía más sencillo seguir adelante y parecer tranquilo ante el resto, que podían necesitar esa calma.

    Lexie no lo rebatió, pero no parecía confiar en que después de esos dos mundos más llegase la vuelta a casa. Lo cierto era que una parte de mí no era capaz de visualizarlo. Aunque ella parecía pensar que íbamos a estar aún más tiempo en ese lugar. Para pensar de esa manera, lo llevaba con entereza.— [Lexie]¿Sabes? No me quedé solo por Noah. Me quedé porque sin mí estaríais muertos en dos días.[/Lexie]— explicó, orgullosa. Ya conocía esa parte de ella, la que renegaba de ser una heroína desinteresada pero adoraba la sensación de ser útil para el resto y salvar el día.

    Asentí. — [Xander]Puede que seas más altruista de lo que pensabas[/Xander]. — sugerí. Había notado un cambio bastante importante en ella desde el momento en el que se le presentó la decisión de irse o quedarse y ayudarnos y decidió lo último. Era como si esa decisión lo hubiese cambiado todo para ella, como si todo el rechazo hubiese venido del hecho de tener que sufrir con algo impuesto, sin capacidad para elegir.

    Su respuesta fue sacarme la lengua y el gesto me hizo sonreír acordándome de todas las veces que Amy lo hacía de pequeña. Por aquél entonces le resultaba más fácil sonreír. La depresión y las visiones aún no le habían hecho mella.

    Un torbellino de melena castaña oscura atravesó el umbral de la puerta, colocándose un delantal a toda prisa para empezar a cocinar. Sentí una sensación en el pecho, una comodidad propia de estar en casa.

    — [Jane]Lexie, dime que has traído lo que te he puesto en la nota. [/Jane]— fue lo primero que dijo. Era tan entregada que a veces se olvidaba de tomarse un respiro. Tenía que entender que eso no era su obligación, ella ayudaba a todos cocinando, pero no era su responsabilidad. Aun así, hasta que ella misma no quisiera entenderlo, sería como luchar contra el mar.

    — [Lexie] Te he traído el mejor producto de toda la luna para que tú lo destroces con el rancho que nos cocinas.[/Lexie]— un escalofrío me recorrió la columna. Conocía a Jane desde hacía mucho tiempo, más de lo que conocía a muchas personas. Había llegado a desarrollar un sentido arácnido después de nuestra discusión respecto a lo que podía molestarle y lo que acababa de decir Lexie era sin duda una de ellas. Alcé la vista, esperando cualquier cosa. Jane hacía como si no la hubiese oído y Lexie me guiñó un ojo con picardía. Estaba provocándola, pero no sabía muy bien con qué propósito.

    — [Jane]Xander, corta las verduras pequeñitas, por favor.[/Jane]— me pidió, leyendo el menú o con toda probabilidad, haciendo como que lo leía, porque seguramente lo sabía de memoria. — [Jane] Hoy nos toca ensalada y macarrones. Para los vegetarianos van con pisto y el resto con chorizo.[/Jane]— resumió. Hizo una pausa que me extrañó, pero más tarde supe que estaba esperando a que Lexie apuntillara algo.

    — [Lexie]Se viene cagalera.[/Lexie]— replicó ella sin dejar pasar la oportunidad. Se hizo el silencio, roto solo por los crujidos de la aranzana. Cogí el cuchillo que no permitía usar a nadie más y me coloqué en la tabla con las verduras, rompiendo el silencio con el rítmico golpeteo del filo contra la madera.

    — [Jane]Pues no comas si tanto te disgusta mi comida.[/Jane]— dijo Jane tras meditarlo. Me sorprendió gratamente lo mucho que había madurado, parándose todo ese tiempo a pensar antes de replicarle con toda la molestia inicial. Puso una olla a hervir y parecía que en aquél instante habría podido hacerlo con su misma fuerza de voluntad.

    — [Xander]A todo el mundo le gusta. Solo bromeaba. [/Xander]— intervine, cuando ya empecé a tener claro que no iban a entenderse con facilidad. — [Xander]¿verdad Lexie?[/Xander]— comenté, mirándola con un gesto. Nunca era un buen momento para pelearse entre amigas, ni por una tontería como esa ni por ninguna otra, pero más aún si le sumábamos nuestra situación.

    — [Lexie]Por supuesto, ¿quién no querría deleitarse con tus viandas?[/Lexie] — suspiré mientras veía a Lexie parpadear, disfrutando de la reacción que estaba provocando en Jane.

    Negué con la cabeza, era consciente de que Lexie no lo estaba haciendo por hacerle pasar un mal rato, pero Jane no lo iba a entender así, porque Lexie no estaba empatizando con su vida, con el esfuerzo que ponía en todo y las pocas veces que la vida la había recompensado. — [Xander]Te está tomando el pelo[/Xander]— aclaré, mirando a Jane, que evitó cruzar sus ojos con los míos. Para ella, que ponía toda su alma en ello, era un ataque hacia su ánimo.

    — [Jane]Pues que le tome el pelo a otra, porque yo estoy harta ya de hacer el idiota.[/Jane]— en una fracción de segundo se quitó el delantal, lo hizo una bola y lo tiró en la encimera de la isla ante de salir por la puerta.

    — [Xander]Jane, espera…[/Xander] — le pedí, caminando tras ella, pero antes de salir por la puerta lo pensé mejor. De nada servía si yo iba detrás pero la situación con Lexie se enquistaba. — [Xander]¿No deberías hablar con ella?[/Xander]— le sugerí, girándome.

    — [Lexie]Solo le he dicho que su comida no es mi favorita del mundo y en realidad, se lo digo más por molestar que por otra cosa…[/Lexie]— aclaró, pasándose una mano por el pelo. Hacía ver que no le preocupaba, pero percibí una ligera incomodidad, como si la situación hubiera ido más allá de lo que ella pensaba.

    Escuché un sollozo atenuado. Sabía que era Jane, se había alejado de la cocina para no estallar delante de nosotros, pero no se había ido muy lejos para volver a lo que consideraba su deber de hacer la comida. Necesitaba empezar a delegar y disfrutar, pero en ese momento la que tenía que hacer algo no era ella.

    — [Xander]Ya pero ella se lo cree y le afecta.[/Xander] — le expliqué, sabiendo que la había escuchado tan bien como yo. Solo había sido una vez, porque seguramente en ese momento estaba reprimiendo futuros sollozos para que no la escuchásemos. — [Xander]Imagina que te pidiera que le hagas un cambio de look y te dijera que es horrible[/Xander]— le planteé. Lexie tenía que meterse en su piel, entenderla, para evitar hacerle daño sin querer.

    — [Lexie]Eso no podría pasar.[/Lexie]— replicó, encogiéndose de hombros.

    — [Xander]Imagina que sí.[/Xander] —insistí, sabiendo que Lexie se resistía levemente a hacer lo que sabía que era lo correcto.

    — [Lexie]Puede que me molestase un poco.[/Lexie]— admitió.

    — [Xander]Pues ahora que sabes lo que es, queda en tu mano, si crees que es lo correcto deberías hablar con ella.[/Xander]— no podía decirle qué hacer, no era quién para dirigir a nadie, para dictar sus relaciones. Los New Moondies solo llegaríamos a serlo si nuestras relaciones eran verdaderas, no forzadas ni guiadas por nadie que tirase de los hilos.

    — [Lexie]Creo que te odio muchísimo ahora mismo.[/Lexie] — replicó, poniéndose en pie frente a mí. No sé si era su vena lounie o su naturaleza en sí, pero Lexie intimidaba. Por suerte para mí, pesaba más el hecho de ayudarla a hacer lo correcto con Jane.

    — [Xander]¿Sí? Pensé que era de tus favoritos.[/Xander] — comenté sonriendo.

    — [Lexie]En realidad, llevas bebiendo mi pis desde que llegamos aquí.[/Lexie]— entrecerró los ojos, poniendo un gesto tan serio que resultaba creíble. Era bastante tétrico pensar que nada de lo que sintiéramos fuera real. Era una suerte que confiásemos en ella, porque de lo contrario la temería.

    — [Xander]Te he visto beber de la misma botella.[/Xander] — respondí.

    — [Lexie]Eso crees tú.[/Lexie]— sentenció, manteniéndose firme en su farol. Aun así, tras una última mirada desafiante, se dirigió a la puerta y giró en la misma dirección que había tomado Jane.

    No necesitaba la telepatía de mi mejor amiga para saber que iba a hablar con ella y arreglar las cosas, porque ahora que conocía mejor a Lexie, confiaba en ella. Y por sorprendente que pareciera, me daba la impresión de que ella también confiaba en mí.

  • ASEDIO

    DIARIOS DE DESTINO

    NEXUS

    La sala de audiencias del Palacio de la Flecha estaba sumida en un silencio, apenas roto por los débiles murmullos de las once personas presentes, hasta que los pasos de la número doce empezaron a resonar sobre el mármol y los susurros se desvanecieron.

    Antailtire, creadora y arquitecto del Cúmulo. Temida por muchos, adorado por más incluso. – [Antailtire]Las once personas que formáis parte ahora de mis Manos estáis aquí para resolver este asunto antes de que la enfermedad se extienda.[/Antailtire] – dijo mirándoles tras el rostro de un joven de cabello y ojos oscuros. Solo se presentaba con la misma forma ante los habitantes de La Flecha, pero por lo general ante sus seguidores de confianza se dejaba fluir. Aun así, pese a tener distintos rostros, sabían quién era, su presencia se hacia notar. Esos cambios eran algo que no permitía a sus retazos de ser enviados a otros mundos para que todo funcionase correctamente, porque como sabía desde que era consciente, si algo necesitaba salir bien, tenía que hacerlo en persona.

    – [Antailtire]Reuní a la mitad para acabar con esa revolución que amenaza nuestro orden, pero han fallado. Y no solo eso, si no que otras fuerzas están en juego contra nuestro equilibrio.[/Antailtire] – unos cuantos miembros se removieron. Asia y Jack trataron de defender su derrota pero una mirada de Antailtire les cortó. Algunos veneraban su papel en el funcionamiento del Cúmulo, otros aún pensaban que era una deidad y algunos simplemente temían el alcance de su poder.

    – [Antailtire]Ahora llegará el turno de las explicaciones.[/Antailtire] – sentenció sin obtener réplica. – [Antailtire]He dicho once personas porque hemos perdido un apéndice. Ahriman se ha vuelto contra todo lo que defendemos.[/Antailtire] – la presencia entre ellos era notable. Ahriman era un ser de pesadilla, nadie echaría en falta su presencia pero tampoco agradecerían tenerlo en su contra. – [Antailtire]Hector. Informe de lo sucedido.[/Antailtire] – le cedió la palabra a su «apéndice» más leal y organizado. Caminó hasta su asiento y dejó fluir su aspecto para acomodarse a cómo se sentía.

    Hector dio un paso adelante y se colocó donde todos pudiesen verle. – [Hector]Nuestro equipo – Violet, Jack, Snake, Asia, Ahriman y yo mismo – se infiltró con éxito en la nave espacial que utilizan como refugio nuestros enemigos.[/Hector] – pese a que los detalles de la misión no fuesen de conocimiento público, Antailtire sabía que los chismes viajaban rápido, incluso entre sus fuerzas de élite. Todos sabían ya la misión de ese grupo y su fracaso. – [Hector]Dado que su poder colectivo superaba el nuestro, decidimos optar por una solución que nos permitiera suplantarles aprovechando un cambio de cuerpos, que les dejaría desconcertados y nos permitiría obtener información y terminar con ellos.[/Hector] – añadió. Habían conjurado un intercambio de cuerpos que en un principio había salido bien y habrían ganado de no haberse conocido mejor entre ellos y tener más recursos de los que pensaban. – [Hector]Ahriman desapareció antes de llevar a cabo el plan. Éste se vio…frustrado por nuestros enemigos. Descubrieron nuestra infiltración, se liberaron y forzaron revertir la magia.[/Hector] – aclaró. Violet se removió, deseando hablar pero sabiendo que era mejor no llamar la atención. Era su magia la que había cedido ante la hechicera pelirroja y la ilusionista.

    Antaitire sintió la ira crecer y su aspecto fluctuó delante del resto.

    – [Hector]Nos refugiamos y les observamos, reunimos fuerzas y atacamos una vez más, pero una tercera fuerza intervino el conjuro de la Hechicera y se los llevó a un reino al que no pudimos seguirles.[/Hector] – Hector parecía impasible, consciente de asumir cualquier castigo que tuviera preparado Antailtire por sus errores. Antailtire observó, valorando lo que sabía de ese ser que había entrado al juego, el que se alimentaba del arrepentimiento y el sufrimiento, de las malas decisiones y de las buenas. – [Hector]En mitad del caos Ahriman apareció y desató su poder contra nosotros, obligándonos a huir tras resultar la mayoría gravemente heridos.[/Hector] – algunas heridas se habían curado ya. Antailtire podría haberles sanado inmediatamente con su magia pero aquello era parte de su castigo.

    – [Antailtire]¿Habéis conseguido saber al menos por qué nos ha traicionado Ahriman?[/Antailtire] – preguntó, con una molestia visible.

    – [Hector]Violet ha sentido un fuerte enlace de Ahriman con su mundo natal.[/Hector] – Violet sonrió, como si se supiera consciente de que hubiera fallado o no, el plan y las pequeñas victorias que hubiera supuesto eran suyas. – [Hector]Creemos que está relacionado con la oscuridad que despertó en ese mundo hace un siglo.[/Hector] – añadió. Un viejo enemigo de Antailtire, que hasta ahora había permanecido tranquilo, en su pequeño reino caótico. – [Hector]El dios oscuro.[/Hector] – añadió Hector. Antailtire sintió crecer la ira y se puso en pie, con una nueva forma más acorde a su estado de ánimo.

    – [Antailtire]No es ningún dios, solo una mancha que tendría que haber eliminado hacía mucho tiempo. Pero en aquél entonces mi poder estaba disminuido después de crear nuestra sociedad.[/Antailtire] – con un gesto de la mano mostró el Cúmulo tal y como estaba cuando él había llegado. Una oscuridad campaba por todos ellos hasta que cambiaron bajo su magia y la oscuridad se vio encerrada y relegada al mundo de Dyavol, latiendo como si del corazón de ese planeta se tratase. – [Antailtire]Meditaré sobre ese asunto más tarde. ¿Habéis averiguado al menos algo útil sobre ellos o los «Daë»?[/Antailtire] – preguntó. No deseaba discutir de ese enemigo resurgido con sus Manos, le haría parecer débil por no haberlo eliminado. Pero era una entidad ancestral con demasiado poder como para hacerlo.

    – [Hector]Sí. Tenemos información de cada persona, sus poderes, sus razas, su misión.[/Hector] – aclaró, presentándole un artefacto de cristal con forma de estrella. – [Hector]Están decididos a reunir a esos «Daë» para desencadenar algo conocido como «Las Pruebas».[/Hector] – Antailtire arqueó el labio superior con disgusto. Aquella maldita profecía, el empeño de esas entidades conocidas como los Daesdi por desterrarle de su paraíso.

    – [Antailtire]Ya suponíamos parte de eso. ¿Algo más?[/Antailtire]

    – [Hector]Solían hablar sobre la posibilidad de ser también Daë, pero no está confirmado.[/Hector]

    – [Antailtire]Eso significa que tenemos que acabar con los dos grupos antes de que destruyan nuestro paraíso.[/Antailtire] – afirmó.

    – [Asia]Nos encargaremos los selenitas por usted.[/Asia] – intervino Asia, dando un paso adelante. Antailtire la fulminó con la mirada. Asia ansiaba ser su mano derecha y en muchos factores lo era, pero su fallo la había hecho caer en desgracia.

    – [Antailtire]No. Ya habéis fallado dos veces. Tres si contamos a Ahriman[/Antailtire] – sentenció. Se incomodaron, esperando un castigo ejemplar. – [Antailtire]Asia, Violet, Hector, Snake y Jack os encargaréis de los «Daë», según los escritos les faltan dos personas más. Evitad que las consigan. [/Antailtire] – dijo, sintiéndose como un ser magnánimo. Ellos y ellas se arrodillaron, agradeciendo su misericordia, aunque no todos en igual grado. – [Antailtire]Por la información que tenemos parece que los selenitas se dirigirán a Selas y Dyavol a continuación. Luc, Astrid, Desdémona, Ezequiel, Rama e Hyllus. Les estaréis esperando.[/Antailtire] – el resto asintió, conforme. – [Antailtire]Yo buscaré la entrada al Axis Mundi en nuestro Cúmulo.[/Antailtire] – añadió. La había buscado otras veces, buscando quitar esa amenaza de su creación, sin éxito. Pero quizá ahora se mostraría al estar los Daë en camino.

    El silencio volvió a reinar en la sala.

    – [Antailtire]Podéis marcharos.[/Antailtire] – ordenó. Las Manos abandonaron la sala y el silencio reinó una vez más.

  • UN CORAZÓN CALMADO COMO EL DE COLE

    Amy – Kvasir

    Mañana

    La muerte de mi abuela me había afectado más de lo que pensé que podría hacerlo. Cuando estás acostumbrada a vivir sumida en una depresión que va y viene, tienes la sensación de que la apatía se ha hecho con el control total de tu personalidad, pero eso es verdad hasta cierto punto. La indiferencia habitual de mi carácter dio paso a una pena honda y grande, tangible. Echaba de menos a mi familia y no era consciente de que la familia, tal y como yo la recordaba, no existía. Creo que a esa fase le llaman «negación».

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  • UN ACTO DE FE

    NATE ROGERS

    TARDE

    Por fin, tras varios días, comencé a poder levantarme de la cama. Mis músculos estaban resentidos por la fiebre y me encontraba aún cansado, pero los efectos de lo que me había mantenido así empezaban a remitir.

    Me llevé una mano a la frente, concentrándome en ese hilo de luz que me estaba permitiendo recuperarme. Me estaba dando fuerzas, equilibrando la balanza rota que me había puesto así en primer lugar.

    La culpable de todo eso no era otra que mi propia biología, el «poder» del que los que me conocían desde pequeños eran conscientes y me hacía tener unas capacidades que iban más allá en la mayoría de los casos, pero que en esta ocasión, me habían llevado a estar destrozado.

    El origen era el sufrimiento que se respiraba en la nave, que llegó a su punto álgido con las noticias de la muerte de Elizabeth, los pactos de Caitriona y la marcha de Laura. Eso afectó a las personas, especialmente con las que más vinculado estaba, y me fue drenando las energías hasta dejarme a merced de una «gripe lunar» como la había llamado Mike.

    Había padecido otras veces los efectos negativos de mi empatía, como cuando murió el hermano de Christopher, la hermana de Dominic o cuando lo hizo Mia. Pero en aquellas ocasiones la fuerza de los Moondies, sus energías positivas y su esperanza, me mantuvieron a flote.

    En aquél momento, para unos jóvenes inexpertos como eran la mayoría de ellos, todos esos golpes habían supuesto una debacle emocional.

    Y sin embargo, contra todo pronóstico los últimos días había empezado a mejorar, recibiendo retazos de nuevas esperanzas, de lazos tan fuertes como el amor que crecía entre ellos, de unas y otras formas. La enfermedad remitió, Michael dio el visto bueno para que volviese a mi habitación y había pasado el último día con algunas visitas, en especial de Julia, que se había entregado a mi «cuidado».

    Ahora al fin notaba las fuerzas a las que estaba acostumbrado, no solo físicas si no de espíritu, las que necesitaba para acompañar a una de las responsables de haberme sacado de la enfermedad. Ellie, la pequeña Ellie que siempre reía y era cómplice de fechorías de una Amy más traviesa. Esa misma niña sonriente estaba encendiendo una a una las luces de esperanza en los corazones de los habitantes de la nave. No estaban todas aún, quedaban bastantes fuera de su rango de influencia, pero con esa energía tenía más fuerzas que nunca desde que habíamos llegado a ese lugar. Así sí podría ayudarla a cumplir su propósito y volver a casa al fin.

    Me puse en pie y salí al exterior. Había valorado las opciones con Henry y estaba prácticamente seguro, aunque se negaba a decir que lo fuera sin margen de error. Acepté la probabilidad de fallo y comenté la idea con Elle, que parecía sorprendida, en especial de su papel.

    Convocamos a todos fuera un unos minutos. Sentí un cosquilleo nervioso, quizá no mío si no de alguien más. La sensación se acrecentó al verles a todos reunidos fuera de la nave, de la que habíamos bautizado como «La Kvasir» porque nuestro grupo no contaba como una, ni mucho menos con dos como en el caso de los Moondies. A falta de ella, teníamos una «Vanir» que había elegido su camino en lugar de ser elegida. Sarah estaría orgullosa del legado de su pequeña, ahora toda una titán.

    Los demás no sabían lo que ocurría, y sus caras mostraron sorpresa al ver que me dirigía al frente de la nave y Elle me seguía, colocando las manos en el extremo opuesto del morro.

    Aquél hogar improvisado se había estrellado en la luna Viltis hacía muchos años, casi un siglo valoraba Henry. Desde entonces parte de su morro estaba enterrada en la tierra, evitando que la nave funcionase a la perfección y obligándonos constantemente a hacer reparaciones para mantener el resto de ella baja para suavizar la inclinación. No duraría mucho, el sistema hidráulico que usaran en el futuro pedía a gritos poder alzar las patas de la nave y separar su barriga de la tierra. Aquella era un ave hecha para surcar los cielos y se veía obligada a vivir como una tortuga.

    Hice una seña a Elle y cuando ella me devolvió una sonrisa concentré todas mis fuerzas, todo ese amor, toda esa esperanza se convirtieron en fuerza que permitieron a mis brazos empezar a alzar la nave con todo su peso. Elle puso su excepcional fuerza de Vanir y sentí que el peso aligeraba un poco, mientras Henry iba actuando sobre las patas traseras y delanteras para conseguir estabilidad.

    Pese a todo el poder concentrado en mí gracias a sus energías, la nave pesaba demasiado, incluso para nosotros dos. Pero su peso fue mermando una y otra vez a medida que se añadían más y más manos. Todas las personas de la nave sostenían ya la cabina al máximo de sus fuerzas. Veía las manos cubiertas de garras de Amy, las orejas puntiagudas y la piel azabache de Idris, las escamas aguamarina de Noah…decenas de manos sosteniendo aquella nave, ese hogar, devolviéndola a su gloria hasta que Henry dio el aviso y la dejamos ir.

    Me aparté, secándome el sudor de la frente  mientras los demás hacía lo propio y observaban a la imponente Kvasir, alzada como antaño, un hogar, mientras lo necesitáramos, un sitio en el que volcar la fe en nuestro grupo. Un comienzo.

     

     

  • COMO SI QUISIERA HACERLO

    Kaylee – Kvasir

    Mañana

    No estaba pasando mi mejor etapa. Me había despertado más tarde que la mayoría y después de un desayuno muy poco sano, me había tumbado en el sofá a ver One Tree Hill en InfiniTV en una tablet de la nave. Estaba llevando bastante mal que el maldito Lucas hiciera sufrir a Brooke cuando Leo apareció y me quité los auriculares.- [Leo]¿Te apetece que hagamos algo?[/Leo] – me preguntó con el pelo mojado por la ducha reciente tras el ejercicio. Ojalá yo hubiera tenido su fuerza de voluntad de hacer ejercicio al amanecer sin vomitar el desayuno.7

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  • DISFRUTANDO POR EL CAMINO

    IDRIS SOLO-NOVAK

    PLAYA CERCA DE LA KVASIR

    Después de despedirme del señor badajo antes de que la cosa degenerase más, volví donde estaba Elle mientras le daba vueltas en mi cabeza, divertido, a la idea de contarle a mamá qué tal se lo estaba pasando el bueno de Mike en la otra punta.

     – [Elle]¿Es cosa mía o le he visto el culo a tu hermano?[/Elle]- preguntó ella sonriendo. Me apetecía tanto estar con ella al cien por cien de mi atención que deseché la idea de fastidiar a mi hermanito. Además, Elle estaba pasando por un momento muy duro que yo mismo había sufrido hacia unos cuantos años.

    – [Idris]Estoy intentando borrarme esa imagen.[/Idris] – sonreí, disfrutando de verla alegre aunque fuese un rato. – [Idris]Rápido, desnúdate.[/Idris] – bromeé. El hielo estaba muy bien pero mi verdadero superpoder era animar a la gente, «superpayaso». Tenía la contra de que podían no tomarme en serio, a veces ni yo mismo, pero compensaba con ver la risa de Coquito.

    – [Elle]Ja, ja. No[/Elle].- replicó fingiendo ser sarcástica.- [Elle]Es guapo Mike[/Elle]. – añadió. Sabía que era parte de nuestro tira y afloja, que era muy divertido y excitante pero mi cabeza seguía luchando por ese «algo más». Que además si las cosas se enfriaban algún día en la cama dejando a un lado los juegos con mi poder, siempre estaba la opción de jugar a roles. Yo estaba acostumbrado a otro tipo de rol pero no era un territorio que me fuese a molestar explorar.

    – [Idris]Si te van altos, musculosos, carismáticos y hermanos pequeños de alguien más guapo, musculoso, alto y carismático sí, supongo que sí.[/Idris] – repliqué mientras cruzábamos el sendero por la arena que conducía a las escaleras de la pequeña cala a la que yo había bautizado «Cala Nudista», pero en la que en realidad nadie había llegado a desnudarse que yo supiera. No podía decir lo mismo de la otra en la que Mike y Sophie estarían ya haciendo un san jacobo bien rebozado.

    – [Elle]Te ha dolido[/Elle].- me pinchó ella, sin dejar de reír. Qué bonita era, la verdad, me sorprendía a menudo pensando eso, pero no bonita de físico, aunque estuviera muy muy bien, si no bonita como ser vivo. Era la mejor forma que se le ocurría a mi cerebro extraño resumir sus muchas virtudes.

    – [Idris]Profundamente.[/Idris] – respondí. – [Idris]Pero con un beso se me quita.[/Idris] – iba camuflado de broma pero no perdía nada por intentarlo.

    – [Elle]Luego le digo a Mara que te mande uno por el orbe[/Elle].- puse una mueca. Estaba encantado de dar besos y abrazos a mi madre, pero no buscaba uno de esos precisamente. Al pensar en la Tierra una sombra cruzó por sus ojos aunque trató de disimularlo.

    Al llegar a la orilla extendió la toalla y se sentó, mirando al horizonte, a un mar al que ya llegaba el ocaso. La Luna no era una maravillosa fuente de vitamina D, pero al parecer, según Henry, la Kvasir se las ingeniaba para captar toda la luz solar posible y emitir esos preciosos rayos cargados de vitaminas durante bastantes horas del día a través de la iluminación interna. Dios, adoraba esa nave. Estaba claro que la habían hecho para durar, para un viaje muy largo, y ahí estaba aún, pero sin rastro de tripulación.

    – [Idris]Pareces la portada de un disco de Amy y Leo.[/Idris] – dije mirándola. Entre su silueta – y qué silueta – recortada contra el mar atardeciendo y su introspección, encajaba en el perfil lacónico de los Daë más cantantes. – [Idris]¿Qué te pasa? ¿Es por tu abuela?[/Idris] – pregunté, la respuesta era obvia pero me gustaba considerarme el rey de lo obvio y no dejar nada nunca sin aclarar.

    – [Elle]Un disco de Amy y Leo se acercaría más a Pimpinela, pero sé a qué te refieres[/Elle].- no me había imaginado un disco juntos, quedaba ahí tanta animadversión que se me hacía imposible. Y por eso niñes no podéis dejar que las ganas de fornicar se caduquen si son mutuas y consentidas. Las cosas se ponen raras y al final no aguantas a la otra persona. – [Elle]La verdad es que sí estoy bastante triste por la muerte de mi abuela, pero me imagino que después de la cena de despedida me encontraré mejor[/Elle]. – añadió, mirando hacia la arena apoyando el mentón en su rodilla. Parecía muy frágil en esa postura, pero no lo era en absoluto, podría partirme como una ramita física y mentalmente.

    – [Idris]Yo todavía me acuerdo de mi abuelo.[/Idris] – dije acercándome a ella. –  [Idris]Parecía serio pero siempre se moría de risa conmigo.[/Idris] – me encantaba el acento de mi abuelo y lo fácil que tenía siempre sacar una sonrisa de la manga hasta en el peor momento. Fue un palo cuando nos enteramos, y hoy por hoy seguía echándolo de menos.

    Ella esbozó una sonrisa triste. Vi que sus ojos estaban brillantes por las lágrimas que estaban a punto de caer.- [Elle]También me preocupa la misión, que cada vez parece que va a durar más[/Elle]. – añadió. Sabía que estaba buscando algo en lo que mantenerse ocupada y preocupada, así que la ayudé a seguir por ese camino.

    – [Idris]No sé, en teoría terminamos con los tres próximos. El grupo estará reunido.[/Idris] – tampoco es que tuviéramos una información maravillosa y detallada, pero hay que jugar con las cartas que nos dan. – [Idris]Los Daë irán a sacrificarse y tal cerrando el círculo y nosotros…pues no sé, con todo esto de que también somos Daë supongo que tendremos que cruzar las Pruebas.[/Idris] – no me gustaba recordar que estábamos ayudando a juntarse a unas personas que iban a sacrificarse. Que para nosotros ya lo hubieran hecho no hacía más fácil mirarles a la cara. – [Idris]No sé si prefiero que me den a elegir la Kvasir o una clon de Elle que odie la ropa. Espera…¿estoy hablando en voz alta?[/Idris]  – bromeé redigiriendo el curso de mi mente. Tampoco me fascinaba pasar las Pruebas, la mitad de la generación de los Moondies había palmado en ellas, ¿pero quién no fantasea con un premio que satisfaga lo que más quiere?

    Elle apoyó su cabeza en mi hombro y yo le puse una mano en la cintura para que pudiera acercarse más.- [Elle]El grupo está reunido, pero no está unido[/Elle]. – respondió. Pensé que se refería a los Daë del cúmulo, pero era por nosotros, había entendido que nuestro grupo estaba reunido. Bueno, podía decirse que sí, al menos bajo un mismo techo, aunque hubiera abismos entre nosotros.

    – [Idris]No, si decía el otro, esos sí que van bien.[/Idris] – admití echándome a reír. A veces viene bien un poco de autocrítica. Aunque ya os digo que formar un grupo no es fácil, la mitad de los Drow se odiaban entre sí, algunos incluso con odio a primera vista. – [Idris]Nosotros acabamos de empezar, más de la mitad no habían ni imaginado luchar en su vida, es un milagro que sigamos vivos.[/Idris] – comenté dándole un beso en el pelo. – [Idris]Y he visto cómo te miran, cómo les inspiras.[/Idris] – la animé. Ella no había admitido ningún papel de líder, pero si teníamos que coger a alguien a quien valorase practicamente toda la nave bien, era a ella. El resto le caí mal a alguno o tenía alguna tara. En mi caso por ejemplo, pese a mi carisma maravilloso y que seguro que todos me querían con locura, no parecía tomarme las cosas con seriedad.

    – [Elle]No me veo mandando. Mejor que lo haga Jane que tiene más carácter[/Elle].- replicó encogiéndose de hombros. Había un subtexto en sus palabras, mi instinto me decía que no se creía merecedora de ello, que tenía miedo de la responsabilidad pero en el fondo sabía que tenía que cogerla. Y lo camuflaba tratando de ser indiferente.

    – [Idris]La mitad de los libros de fantasía coinciden en que para ser buena líder tienes que no quererlo.[/Idris] – comenté. La ventaja de ser un consentido de mis papis era que tenía una buena biblioteca de todos los libros que me había apetecido leer. – [Idris]La otra mitad nos tendría caminando por el bosque con erótico resultado. Y unos corpiños muy cucos.[/Idris] – alcé las cejas una y otra vez y ella se rió.

    – [Elle]El erótico resultado ya lo están teniendo Soph y tu hermano[/Elle].- comentó señalando la otra cala con la cabeza. Mis oídos de elfo oscuro eran buenos, pero por suerte no tanto como los de un lican o como los de ella, así me ahorraba escuchar nada.

    – [Idris]Rápido, vamos a ver quien grita más alto.[/Idris] – cambié de tercio. Vale, todas mis bromas iban hacia Coquito y yo intimando, pero en mi defensa diré que me atraía demasiado y que una luna es un lugar muy solitario donde hace falta mucho cariño. – [Idris]Es broma, estoy aquí para lo que necesites. Y no esquives, eres la líder. Lo sé. Me gustan las personas con poder.[/Idris] – sonreí, aquella nave estaba de personas con poder así que era una suerte que solo tuviera ojos para ella.

    – [Elle]¿Sabes? Hay alguien que me ha dicho lo de ser la líder antes que tú[/Elle].- explicó misteriosamente.

    – [Idris]Si es el Sr Cabinas, al menos tiene buen ojo.[/Idris] – respondí cuando me di cuenta de que había ido a saludar al nuevo inquilino. Vale, tampoco tenía nada en su contra más allá de la desconfianza sana de que acababa de llegar y no lo conocíamos, pero la cabina era mi safe place. Vale, tenía mi cuarto, pero ahora ya no podía cumplir mi fantasía de trincar en una cabina de una nave espacial a menos que él se mudara a otro sitio antes de irnos.

    – [Elle]Zeke. No le he preguntado si le gusta el apodo, pero es lo que hay[/Elle].- aclaró, sacudiéndose un polvo imaginario de los hombros. – [Elle]Privilegios de líder[/Elle]. – añadió fingiendo una soberbia que nunca tendría, por eso mismo merecía el puesto, porque no se le iba a subir a la cabeza.

    – [Idris]Ya le vas cogiendo el gustillo a eso de mandar ¿eh?[/Idris] – bromeé guiñándole un ojo.

    – [Elle]Si tengo que hacerlo, voy a necesitar ayuda[/Elle].- me agarró la mano con la suya y mi corazón dio un latido más fuerte.

    – [Idris]Monta una especie de consejo, nadie va a ofenderse.[/Idris] – le sugerí. Éramos los 101 dálmatas, una persona sola no daba para vigilar todos los problemas que había allí y los que estarían por salir. – [Idris]Kaylee tiene cabeza, te sería útil.[/Idris] – añadí. Tampoco era una novedad, Kay había llevado el rescate de Infinity y lo había hecho bien así que era la mejor candidata a segunda al mando.

    –  [Elle]Sigue dándome ideas. Luego fingiré que son todas mías[/Elle]. – rió ella fingiendo que tomaba nota.

    – [Idris]Me encanta hacer listas.[/Idris] – admití, demasiado, tenía muchas acumuladas de mis tiempos opositando. Aunque visto que ahora estábamos en otra punta de la galaxia y cuando volviéramos ya estaría más que graduada mi promoción, mejor invertirlo en entretenerme. – [Idris]A Jane tendrás que aprovecharla de tu lado, es como la oposición del Gobierno, mejor de apoyo. Y además es buena tía y se preocupa por todos. Hay que compensar un poco lo lógica que es a veces en exceso pero…[/Idris] – era otra decisión básica, a Jane le gustaba mandar pero también cuidaba del resto.

    – [Elle]Todos los días discute con Lexie porque critica su comida[/Elle].- me recordó ella. A veces se las escuchaba en media nave pero creo que en el fondo a las dos les gustaba tener algo o alguien de quién quejarse.

    – [Idris]Lexie es ‘echá palante’ pero no le gustaría mandar. Tampoco obedecer, pero sentirse útil y valorada sí.[/Idris] – vamos que le gustaba que le dorasen un poco la píldora pero no tener muchas obligaciones y desde luego la «niña perro tanuki» no quería mandar, aunque si se lo decías puede que intentara hacerlo por llevar la contraria.

    – [Elle]¿Y qué opinas de mi hermano?[/Elle]- preguntó. Xander, era heroico, tenía muchas cualidades, no habría sido mal líder, pero le faltaba una, en el fondo no lo quería, las preocupaciones se lo habrían comido. Pero como asesor sería una buena decisión.

    – [Idris]Xander te puede aconsejar bien, es estratégico y empático.[/Idris] – admití, no había mucho que decir, era otra opción lógica que nadie discutiría, como Kaylee.

    – [Elle]¿Alguien más con quien creas que puedo contar? Dos cabezas piensan mejor que una sola[/Elle].- comentó, tomando notas en su cabecita tan bien amueblada.

    Sonreí ampliamente, con mil respuestas para esa frase a la que ella misma se había dado cuenta que era muy fácil dar un doble sentido. – [Idris]Me voy a guardar el chiste para cuando termine con esto.[/Idris] – dije guiñándole un ojo, esperando que en su mente se dibujase tan fácil como en la mía nuestro «monstruo de dos cabezas». – [Idris]Noah porque sabe de casi todo lo que vamos a necesitar y Ezra porque ya ha vivido una guerra.[/Idris] – sugerí, dos opciones más que tampoco se salían de la zona sin riesgo. Pensé añadir a Nate pero se preocupaba demasiado por nosotros, quizá no le viniese bien. – [Idris]De los demás creo que nadie querría esas responsabilidades. Aunque si necesitas un líder experto estoy yo, pero prefiero darte consejos a cambio de sexo.[/Idris] – si había suerte, eso que me llevaba. Y ya en la parte seria, tenía experiencia con los Drow.

    – [Elle]Me gustaría tenerte a mi lado[/Elle].- dijo sonrojándose. Me hizo mucha gracia verla así, porque significaba…muchas cosas.

    – [Idris]¿Aquí mismo? Vaaaale.[/Idris] – bromeé. Dudaba que el sonrojo tuviese que ver con eso porque a fin de cuentas ya nos conocíamos en ese sentido. Quizá eran imaginaciones mías pero por primera vez parecía estar admitiendo ir camino de algo más. – [Idris]Ya en serio, igual se toman a mal que tu novio esté en el «consejo».[/Idris] – dejé caer la palabra con mi locuacidad habitual, ahora solo había que esperar, era igual que la pesca con el tío Bill, pero con menos maldiciones.

    – [Elle]¿Quién ha dicho que seas mi novio? Además, estarían mi hermano, mi prima, mi mejor amiga…[/Elle]- tampoco le dio mucho peso a la pregunta así que no le había «ofendido» la idea. Esta es tu oportunidad Drisín.

    – [Idris]Estaba esperando que no te dieras cuenta del detalle y ya estuviéramos casados y eso.[/Idris]

    La respuesta fue más agradable y cálida que cualquier palabra, porque acorde a mi locuacidad os diré que me plantó un beso en los labios que despertó en mi interior ese tocadiscos con la canción de la piña colada.- [Elle]Corres mucho.[/Elle] – dijo al separarse. Pero parecía tener más ganas que todas las veces anteriores de ser algo más. Solo había hecho falta viajar en el espacio y el tiempo, tampoco me iba a quejar.

    – [Idris]No para todo.[/Idris] – respondí alzando una ceja. Aún seguíamos cerca así que acorté distancia siendo yo esta vez el que inicio el beso, disfrutando del tacto.

    – [Elle]Voy a dejar de besarte porque estoy intentando pensar.[/Elle]- se apartó, pero como estaba muerta de risa me lo tomé estupendamente.

    – [Idris]Pensar está sobrevalorado[/Idris] – y lo decía un experto.

    – [Elle]Quiero que toda la nave se participe en la fiesta en honor a mi abuela. Quizás eso favorezca la cohesión del grupo.[/Elle] – sugirió.

    – [Idris]Es una buena idea.[/Idris] – admití. – [Idris]Ahí si que te puede ayudar Lexie, es lo suyo[/Idris]. – comenté, mirándola a esos ojos tan impresionantes. Yo tenía un encanto natural y había reunido a los Drow, pero en cuanto a fiestas, no había nadie que se pusiera por encima de Lexie – guiño guiño -. La tía era un hacha, te aparecía la primera, se iba la última y había sacado la vena generosa de su padre, que a fin de cuentas le había regalado el edificio principal de la escuela a los padres de Coquito y una granja a los de Ezra y Chloe.

    – [Elle]Le pediré ayuda[/Elle]- asintió.- [Elle]Y de paso le diré que me arregle con un look a lo Louna para dar más miedo.[/Elle]

    – [Idris]Estoy deseando ver cómo te arregla[/Idris] – reconocí. Al look de Louna podían acusarlo de muchas cosas, choni, escaso de ropa, llamativo, pero nunca podrían decir que te tapaba mucho. Y mira, me moría por cada centímetro de esa piel tostada en Merelia antes de venir de Coquito.

    – [Elle]Nada de look Lounie.[/Elle]- negó ella, pinchándome. Qué poco duran los sueños.

    – [Idris]Una pena, a ti todo te sienta bien.[/Idris] – la animé. – [Idris]¿Qué jefa, hacemos esta playa nudista entonces? [/Idris] – ya habíamos acabado el trabajo así que era un buen momento para empezar por lo de abajo.

    – [Elle]Creo que la playa nudista es la de al lado.[/Elle] – dijo mirándome.

    – [Idris]Hacemos todas nudistas y listo[/Idris]. – estábamos muy cerca, a un chasquido de lanzarnos el uno sobre la otra. O eso quería creer.

    – [Elle]Empieza tú.[/Elle] – dijo, apoyando el mentón en la mano mientras me observaba. No es que me fuera a cohibir eso, pero veía un brillo divertido en los ojos de Ellie que me hizo sospechar.

    – [Idris]No me fío, te vas a llevar mi ropa y darme un escarmiento por picantón.[/Idris]

    – [Elle]Pero si yo soy buena…[/Elle] – dijo aguantándose la risa. La había pillado por completo.

    – [Idris]A mi no me engañas señorita Echolls[/Idris] – aclaré.

    Nos quedamos un buen rato más en la playa y como buen caballero aliado deconstruido, no desvelaré qué hicimos o dejamos de hacer, pero sí que diré que con el mero hecho de pasar el tiempo con ella mereció la pena.

    Aunque las desgracias estaban ancladas a nuestros hombros, estábamos demostrando ser unos expertos y expertas en descubrir el amor en cualquier esquina y usarlo para arrojar luz sobre toda esa oscuridad. Así que con esas fuerzas ahora teníamos que afrontar todo lo que teníamos por delante, formar un grupo, cumplir la misión y volver a casa. Eso sin olvidarnos de disfrutar por el camino.