Moondale

Blog

  • TRES ENTRADAS EN UN DÍA

    IDRIS SOLO-NOVAK

    MAÑANA – ÁTICO DE LOS SOLO-NOVAK, LOUNA

    Bueno, aquí estoy de nuevo, tengo demasiado tiempo libre, pero como sé que os gusta saber de mí, vamos a contar la otra parte del día que decidí mi futuro. Luego no me llaméis pesado por escribir dos veces en unas horas. O por ser la tercera entrada de hoy.

    Después de hablar con mi madre me senté un rato a leer ‘El Marciano‘, un libro que ya tenía unos cuantos años pero que me hacía partirme de risa cada poco con su protagonista. Entre carcajada y carcajada, escuché unas llaves en la puerta de casa, solo podía ser mi padre.

    – [Idris]Papa papa.[/Idris] – le llamé, al verlo cruzar el umbral.

    – [Vincent]Hola hijo. ¿Qué tal?[/Vincent] – preguntó con una sonrisa. Caminó hasta el salón con la cojera un poco más evidente, hoy debía ser uno de los días dolorosos, otros apenas se le notaba. Por suerte ni siquiera esa lesión había minado su ánimo. – [Vincent]¿Y tu madre?[/Vincent] – preguntó, buscándola con la mirada.

    – [Idris]Fuera, con sus plantas.[/Idris] – dije, señalando la terraza. Mamá no había debido oír la puerta, porque si no, ese par de agapornis habrían corrido el uno contra el otro como si no se hubieran visto en años. – [Idris]Necesito hablar contigo de una cosa.[/Idris] – le comenté. Había resuelto mi duda romántica más o menos y ahora necesitaba resolver la laboral, y para eso les necesitaba a los dos. No es que no apreciara la opinión romántica de mi padre, pero sabía que me iba a apoyar sin reservas.

    – [Vincent]Dame un segundo y ya mismo vengo.[/Vincent] – se disculpó. No pude evitar reírme, el tío después de veinte años lo primero que hacía era ir a buscar a mi madre para darse cariñitos. Eh, no penséis mal, nada subido de tono, eso cada uno en su cuarto, coche, playa o lo que sea.

    – [Idris]Vale pero con cuidado, que me veo viejo para tener un hermano nuevo.[/Idris] – bromeé. En realidad me gustaba ver que todavía se querían tanto. Diana había bromeado alguna vez con ellos recordándoles el nacimiento de Mike unos meses después de que siguieran manteniendo que habían empezado a estar juntos como un arreglo. Claaaaro que si. Diana es mi musa, por cierto, mi spirit person.

    Mi madre fingió mirarme mal y volvió de la terraza después de diez minutos. – [Idris]¿Ya?[/Idris] – pregunté, muerto de risa. – [Idris]¿Es que no pensáis en esas pobres plantas?[/Idris] – añadí. Mi mente sucia me imaginó dentro del cactus de la habitación de Ellie.

    – [Vincent]Anda, hazme un sitio.[/Vincent] – papá se sentó a mi lado y cogió unos pistachos de los que estaba comiendo, aunque para él eran avellanas. Cómo se notaba que era de otra dimensión. – [Vincent]¿Qué querías contarme, lo de Elle?[/Vincent] – preguntó. Seguramente mi madre ya había estado cuchicheando con él.

    – [Idris]Sí que ha tardado en cascarlo.[/Idris] – bromeé. No me importaba en realidad, me venía bien el consejo de todos, aunque se lo había dicho a ella no porque tuviera una mente retrógrada que asociase hablar de mi madre con consejos amorosos y con mi padre de trabajo. No, malpensados, así no se piensa, caca. Hablé con mi madre de Elle porque es la hija de su mejor amiga. Bueno y porque había sido la niña de los veinte novios. Y con mi padre tenía que hablar de trabajo porque…no os lo voy a spoilear, ahora lo leeréis, impacientes.

    – [Vincent]A mí me parece estupendo. Si te gusta, adelante. [/Vincent] – me animó. No me esperaba nada distinto de él. – [Vincent]Lo que no sé es cómo no te has lanzado ya con lo suelto que eres para todo.[/Vincent] – sentenció, sonriendo.

    – [Idris]¿Me estás llamando FACILÓN?[/Idris] – exclamé, fingiendo indignarme. No le faltaba razón, bocachancla para todo menos para decirle a Coquito en serio que quería estar con ella. – [Idris]Tomo nota. Pero era otra cosa. Un tema más profesional.[/Idris] – le aclaré. A mis espaldas acumulaba una carrera llamada ‘Historia y Justicia Social‘ que no me había dejado muy claro mis salidas profesionales. Desde que la había terminado, había estado debatiendo qué hacer con mi vida. Como soy un consentido pero no tanto, trabajaba casi todos los veranos en chiringuitos en la playa, era un maestro del pescado frito, pero mi año anterior había sido sabático, porque montar una red de caza de demonios nocturna no cotizaba ni estaba remunerado y los chiringuitos no abren todo el año, por desgracia.

    – [Vincent]No será otra vez lo del «curso de natación nudista», ¿no?[/Vincent] – preguntó mi padre, recordando una de las muchas ideas emprendedoras que había tenido el año anterior. El mundo no estaba preparado para mi creatividad.

    – [Idris]Vale, primero: era una idea estupenda.[/Idris] – comenté, alzando el dedo. Vamos a ver, a todo el mundo le gusta nadar en pelotas y con un buen reclamo físico, como el mío, atraería a muchos clientes y clientas. Pero cuando empecé a pasar más tiempo con Coquito abandoné mis ideas nudistas grupales por ideas de nudismo en pareja. – [Idris]Y segundo: no. Ellie me ha estado convenciendo de que debería aceptar el consejo de Diamond. [/Idris] – añadí, para ir al grano. Diamond Graham era el capitán de la comisaría de policía de nuestro distrito y un viejo conocido de cuando mi padre y el tío Bill estaban en el cuerpo. Me fue cogiendo cariño después del cuarto arresto. En el fondo, creo que sabía algo de lo que se cocía por las noches en Louna. Llevaba un tiempo insistiendo en que me uniese al cuerpo, pero había dudado. El racismo en la policía había sido un tema serio durante mucho tiempo y todavía lo era, así que resultaba un poco difícil quitarse ese estigma, más aún cuando te han detenido varias veces simplemente por ir con otros hermanos por la calle de noche.

    – [Vincent]El Capitán Graham no suele equivocarse en esas cosas.[/Vincent] – comentó mi padre. La verdad es que ninguno de los dos me había presionado nunca, pero yo mismo sabía que no podía seguir sin hacer nada un año más. – [Vincent]Pero tienes que pensarlo bien. No es un trabajo fácil y hay riesgos.[/Vincent] – añadió, señalándose la pierna mala. Os podría contar una historia épica de aquél famoso caso sobrenatural en el que mi padre, el tío Bill y la tía Karen detuvieron a un líder Yokai que llevaba la mafia de Louna y resultó herido, pero la realidad era tan triste como que a mi padre le atropelló un ladrón intentando darse a la fuga porque saltó delante del coche para evitar que se arrollase a un hombre.

    Mi madre entró desde el jardín, el momento perfecto para hacer un dos por uno.

    – [Idris]He estado pensando y creo que voy a hacer el Máster de Crimen Internacional, Conflicto y Criminología para intentar ser negociador.[/Idris] – planteé, mirándoles. Los dos se quedaron en silencio. Mi madre caminó hasta mí y me midió la temperatura con los labios en la frente. Mi padre se echó a reír.

    – [Idris]¿Qué? Soy un tipo serio y responsable….y fue idea de Ellie.[/Idris] – repliqué. Coquito era mi buena influencia, el ancla de mi barco pirata.

    – [Mara]¿Es lo que quieres? Al margen de…lo que opine Elle[/Mara].- preguntó mi madre, mirándome fijamente, siempre tan cauta.

    – [Vincent]Tienes que pensarlo bien. Es tu futuro.[/Vincent] – añadió mi padre. Por primera vez en mucho tiempo, tuve clara la respuesta.

    – [Idris]Sí. Llevo unas semanas pensándolo.[/Idris] – respondí. Me veía apareciendo en una crisis de rehenes con unas gafas de sol y un traje, cogiendo el teléfono y liberando a todos los rehenes con mi labia y algunas frases ‘catchy‘ que soltase mirando a cámara. Quizá diciendo incluso la palabra maleantes. – [Idris]En el mundo hay más cosas malas que las que salen solo de noche.[/Idris] – esa era una de las frases. Reconocedlo, era de póster. Y muy cierta, además, tenía cubiertas las patrullas, al menos de uno de los peores distrintos, gracias a los ‘Drow’. Ellos se sostenían con los trabajos legales que les había buscado y las cosas iban más o menos sobre ruedas. Así que hacía falta que alguien se encargase de los problemas de día. Con mis sentidos de elfo oscuro podía percatarme de cosas que otros no y eso podía ser clave.

    – [Mara]Estoy muy orgullosa de ti[/Mara].- sentenció mi madre, dándome el segundo abrazo de mamá osa del día. Cualquiera se avergonzaría pero la verdad es que a mí me gustó notar el cariño de mi madre.

    – [Vincent]Te queremos mucho.[/Vincent] – añadió mi padre, como siempre, sincero a más no poder.

    – [Idris]Oh no, ¿ahora es cuando me decís que soy adoptado?[/Idris] – bromeé, como siempre que las cosas se volvían serias y trascendentales. Cuando mi madre se separó, se sentó al otro lado del sofá y se puso a leer mientras papá y yo veíamos una serie de casas en miniatura.

    – [Mara]Si necesitáis algún método anticonceptivo, podéis pasar por la consulta[/Mara].- añadió mi madre al rato. No sé qué estaba leyendo ni quería saberlo, mi madre era práctica para todo. No quería imaginármelos en la cama, de hecho, evitaba específicamente hacerlo porque mi mente tenía la manía de imaginarse a la gente intimando.

    – [Idris]¿Tienes 4XL?[/Idris] – pregunté, sonriendo.

    – [Mara]Ya te gustaría…[/Mara]- replicó ella, negando con la cabeza. Nota mental, no hacer ese chiste en reuniones con los Moondies.- [Mara]Y hablo en serio[/Mara]. – añadió.

    – [Idris]Que sí mamá, de una mala si no encuentro de mi talla podemos engancharnos al EndlessX[/Idris] – bromeé. Endless se había convertido prácticamente en el sustituto de internet, porque te metías directamente en él. No solo para jugar, para hablar, para buscar cosas, para ver películas o series en cines virtuales con gente en la otra punta del mundo. Y sí, evidentemente, internet estaba lleno de porno y gatos, así que Endless también. Habían sacado una línea de sex shop exclusivos incluso.

    – [Mara]¿Te he dicho alguna vez que eres adoptado? Y eso significa….que tienes ticket de devolución[/Mara].- replicó, mirándome, antes de dirigirse a la cocina.

    – [Idris]¡No puedes! ¡Los quemé todos![/Idris] – me levanté del sofá de un salto y solté una risa de villano.

    – [Mara]¿Seguro?[/Mara]- preguntó entrecerrando los ojos.

    – [Idris]Lo encontraré. Y entonces jamás os libraréis de mí.[/Idris] – me tras el sofá y cogí una manta para cubrirme con ella de forma teatral antes de irme

    – [Vincent]Está loco. Seguro que fue el aguacate.[/Vincent] – bromeó mi padre cuando me iba a la habitación. Le escuché comerse unas avellanas y cerré la puerta de la habitación para hablar con Coquito por si se ponían cariñosones. O si por suerte, me ponía yo cariñosete con Coquito y le apetecía hacer una videollamada nudista. Nah, seguro que Ellie no sería capaz ni de hacerse una foto subida de tono. En realidad íbamos a darle a la sin hueso y reírnos un rato de haber conseguido despertar el pastel de sus madres (eran mayoría femenina). Os lo confieso, cada día me caían mejor mis futuros suegros.

     

  • LO QUE NECESITAS ES A… OWEN

    Owen Williams – De Farra en casa

    Sótano/Apartamento de soltero

    No siempre he vivido en el sótano de casa. Al principio, muy al principio, compartí cuarto con Jane. Y si, tenemos fotos de pequeños a juego con la misma ropa. Más adelante me traslade con Elliot y como con Jane acabe dejándole para que tuviese su intimidad.

    Así que me mude a la única parte de la casa donde yo tendría mi espacio. El sótano estaba bien, era como un pequeño apartamento de soltero. Tenía una pequeña nevera con birras, una lavadora espacial por compañera de habitación y una tele de esas viejas enormes por detrás.

    Así que allí estaba, tirado en el colchón, medio en pelotas por una calor sofocante y viendo la reposición de un programa de citas más viejo que matusalén.

    Paige había pasado de Brian porque en la sala oscura le palpo las gafas de la cara y se pensó que iba a ser un empollón fijo. Nada más lejos de la realidad, bueno si, Brian era un cerebrito, era ingeniero, pero estaba petado. La cara de Paige fue todo un poema.

    El caso es que la muchacha al final acabo con un pavo con mechas rubias, algo escuálido y ropa chillona. El amor era ciego, o en este caso daltónico.

    Mientras echaban anuncios empecé a darle vueltas a la cabeza, yo también quiero algo de amor y no, no estoy hablando de darle al  asunto mentes sucias. Quería a alguien que amar y ser amado. Siempre me ha dado miedo abrirme a otra persona, enamorarme, después de todo he crecido en una relación rota, así que lo mismo eran las birras las que estaban hablando por mí.

    Así que estimado diario, como los cuadernos del colegio cuando los niños se aburren y se dedican a garabatear las últimas páginas, vas a tener el honor de portar a mi lista de gente con la que podría mantener una relación.

    Elle: Que empiece por ella no quiere decir nada, que quede claro que no estoy siguiendo un orden preestablecido. Elle es guapa, tiene una sonrisa preciosa, es cariñosa, divertida y en el apartado físico no es que tenga mucho pecho pero lo compensa con un trasero que ni sacado de clases de yoga. El inconveniente es que esta por Idris. Lo que me lleva a…

    Idris: Es alto, si más que yo. Punto macarra. Chocolate sexy. El carisma por encima de las nubes y una sonrisa como la de Elle. No si encima hacen buena pareja y todo. Bueno nunca he probado con un trío ni sé si funcionaria, aunque…

    Sarah, Daniel y Sasha: Puestos a tríos mejor meterse en uno ya establecido, seria la cuarta rueda de ese coche y ya van con bastante experiencia servida. Sería el punto joven y le daría chispa a esa relación. Además solo sería cambiar un sótano por otro. Pero claramente sería un poco violento para Elle y Xander, así que…

    Xander: Lo pongo solo porque estoy barajando todas las posibilidades, puedo intentarlo, hacerle quedarse en medio de la acera, salir de su heterosexualidad preestablecida, y si quiere un Williams aquí tiene a uno. Pero la verdad es que resulta un poco violento porque Xander es algo así como un primo lejano y no quiero quitarle la única opción de ser feliz a Jane.

    Y no, no voy a poner a Jane en esta lista, que compartamos una conexión y que le quiera mucho no tiene nada que ver con esto. El incesto está mal. Continuemos con la casa de Elle y Xander porque tiene posibles pretendientes para un rato como estamos viendo.

    Dante: Ya hemos tenido algún que otro escarceo. Dante es un despreocupado, con él podríamos vivir la vida padre, aunque nunca sería una relación de amor, simplemente sería física, lo mismo muchos en vuestras casas estáis gritando SI, pero busco algo más que eso.

    Rainow: ¿La habéis visto bien? Porque yo sí. Parece una maldita super modelo. Proporcionalmente perfecta. El problema es que no está muy puesta en esto del amor y que literalmente tiene meses de vida, puede ser un poco demasiado raro.

    Henry: Parece simpático, pero es más hetero que Xander. Con este muchacho he sido escueto.

    Laura: Sensual, una impresionante piel café con leche y rica. Tachad esto último que parece que me estoy interesando en ella solo por su dinero. Laura no está mal, aunque como con Dante, creo que nos parecemos demasiado.

    Sophie: Tiene cara de ir siempre enfada con la vida, o tal vez es demasiado seria. La isla esa de Z debe de ser un lugar paradisiaco porque también tiene una piel impresionante, café con galletitas de chocolate. Esta bastante enfocada en su carrera así que si lo nuestro funcionara seria una relación a larga distancia. Y me ha entrado hambre ahora vuelvo.

    Tina: Es dulce, simpática, sensible, cariñosa. ¿Por qué parece que tiene todo lo que busco? Pero es la ex de Xander, y las ex de los colegas son sagradas… aunque también lo son las hermanas… y Xander está por Jane… intrincada cuestión acabo de plantear.

    Leo: Seriamos una pareja de guapos. Posiblemente el tío más sexy de esta lista. Tiene un rollo lacónico que pone mazo porque no sabes si te está haciendo caso o no. Posibilidades de rollo, sí, claro, si él quiere. Como algo serio, me parece a mí que no.

    Noah: Algo esmirriado, pero es simpático. Dicen que las trancas Rakkthathor son algo bastante impresionante de ver, pero es escamoso, como la cuestión. Y besarle posiblemente seria como besar un enchufe.

    Lexie: A ver esta claro que esto no es lo apropiado, ¿pero habéis visto que pechos? Y que ojazos. Es guapa a rabiar. Pero claro viendo este principio hacia su persona está claro que tal vez soy demasiado capullo para ella.

    Niall: Nuestras veladas irían acompañadas de buena música. Chocolate sexy 2.0. El problema que veo es que es gay y a la mínima que me fijara en otra chica esa relación acabaría.

    Cole: Tiene unos ojos claros “penetrantes”, penetrantes entre comillas sí. La segunda mejor barba tras la de Leo. Punto negativo, es medio lagarto, como  Noah.

    Ezra: Tiene pelazo rubio alborotado. Algo serio y reservado. Pero apuesto. Se ha pasado dos décadas congelado, demasiada tensión acumulada en ese cuerpo.

    Vera: Es menor de edad, sácatelo de la cabeza Owen. Aunque puedo hacer como Idris y esperar. Pero como con Jane, es la mejor amiga de Elliot.

    Kaylee: Mi gran crush de la juventud. Creo que quedo claro que nunca llegaríamos a nada la noche del baile. Proceso de sanación de corazón roto al 98%.

    Amy: No sé muy bien qué decir de Amy. Es reservada y misteriosa. A veces siento que le falta algo en la vida, como a mí. Algo que podríamos complementar. Pero Houston, tenemos un problema. Gordo. Si me mordiera podría matarme. Pero a quién no le gusta jugar con fuego.

    Bueno, esto ha sido un entretenimiento curioso y francamente no sé si he llegado a alguna conclusión, pero acaba de volver el programa tras los anuncios y Brian ha vuelto en busca del amor que no le dio Paige. Ojala yo siendo Brian. Encontrando el amor quiero decir.

  • ALGUIEN QUE NO ERA

    Kaylee – Casa de los Echolls

    Mañana

    Sentía como si mi cerebro, que tantas alegrías me había dado en el terreno académico durante el colegio y el instituto, me hubiera abandonado. Vamos, que los apuntes de Genética no me iban a entrar en la cabeza salvo que me la abriera en canal y los hiciera una bola. Desde que había entrado en la Universidad, no daba pie con bola. A lo mejor me había creído que era una Noah Arkkan de la vida y lo de intentar terminar la carrera en dos años era venirse MUY arriba, pero claro, la Orientadora del Heidi Lamarr me había dicho algo parecido a: «por supuesto Kaylee, eres la Einstein pelirroja, ¿qué puede salir mal?». Os lo digo en un resumen breve: TODO. Y no os creáis que esto se debía a mi vida de fiestas y desenfreno, porque desde que me había vuelto buena no me llamaban ni las pulgas. Salvo Owen, que me había perdonado hasta que echase a correr del hotel en el que nos lo íbamos a montar después del baile de graduación (mi vida era como un cliché de película adolescente en la que todo sale al revés del guion).

    (más…)

  • CONOCERSE A UNO MISMO

    Cole Roman

    Yokosuka, Prefectura de Kanawa, Japón – Madrugada

    Coloqué las manos a ambos lados del cuello y sentí un ‘crack’ que me relajó el dolor. Miré el reloj y vi que ya pasaban un par de horas de la media noche, el padrino se retrasaba.

    Fue él quien me convenció de escribir en este nuevo diario como una especie de comienzo. A veces siento que he vivido casi toda mi vida en una carrera constante, siguiendo los impulsos que me instaba a tomar la vida sin pararme a vivirla. Por eso ahora que me había bajado de esa carrera me encontraba confuso en esta calma, como si mi cuerpo desease volver a correr.

    Vi en mi mente el nítido recuerdo de mi madre tirada en el suelo de la sala de estar, inerte. Ahí empezó todo, cuando murió ella, me quedé sin familia. Mi madre biológica había muerto en la ‘Guerra de Ripper‘. No voy a mentir diciendo que me dolió igual su muerte que la de mi madre adoptiva, porque de una apenas tenía recuerdos y la otra siempre me había cuidado igual que a su hijo biológico.

    Unos días después del funeral mi padre ya era incapaz de atarse a Moondale y la vida que mi madre había dispuesto para todos. No era un mal hombre tampoco, pero la que nos mantenía organizados era ella, la que nos escuchaba y nos entendía era ella. Mi padre sin embargo, se limitaba a escuchar sus consejos y llevarlos a cabo, porque sabía que ella era la que ponía la cabeza, así que cuando la perdió, supongo que no supo qué hacer con dos niños a su cargo.

    Su solución no fue muy elegante. Se obsesionó con encontrar al asesino y al ver que las pistas le sacaban de la ciudad, se fue. En parte huyendo también de las responsabilidades y del recuerdo de mi madre. Dante se quedó a cargo de los Echolls, igual que nuestros fondos. Mi madre se había encargado de dejar atado nuestro futuro en caso de que le faltase algo, así que siguió los consejos de Ed y creó un fondo para mi hermano y para mí.

    Yo, como soy tonto e impulsivo, en lugar de quedarme en un hogar estable como Dante, me fui con mi padre, a vivir la vida en la carretera, sin rumbo fijo, sin educación formal, aprendiendo antes a matar que a resolver problemas matemáticos.

    Al principio tuvo algo de emocionante incluso. Dom e Hiroshi nos acompañaron durante unas semanas, pero al final Dom no quiso seguir más tiempo separado de su familia y se marchó. Mi padrino iba a irse también, pero siguió con nosotros por mí, aunque discutía a menudo con mi padre, intentando que volviese. Lo sé porque alguna noche me quedé despierto y escuché a través de la puerta.

    Me enseñó algunas de sus artes de asesino, pero también aprendí gracias a él a escribir y descubrí mi gusto por la poesía. Era él quien se encargaba de que mi vida pareciera un poco más normal. Así que finalmente, después de años siguiendo el camino de mi padre, mi padrino y yo fuimos por nuestro propio rumbo. Sé que a mi padre no le pareció bien, pero tenía que mirar por mí mismo y matar al asesino de mi madre no me iba a hacer sentir mejor.

    Cruzamos el charco y nos quedamos unos meses en Nápoles antes de dar el salto a Cluj-Napoca, en el que pasamos casi medio año, hasta hace un par de semanas. Hiroshi necesitaba volver a Japón para ponerse en contacto con unos conocidos, así que decidí irme con él y nos asentamos en un pequeño apartamento de una ciudad portuaria. Él trabajaba de traductor en los muelles y por la noche se encargaba de librarse de las amenazas de la zona. Yo, por mi parte, había conseguido un trabajo no oficial como mercenario, tomando encargos para acabar con algunos yokai problemáticos.

    Cuando escuché pasos por las escaleras, aparté la vista de la consola portátil y vi entrar a Hiroshi.

    – [Cole]¿Qué tal la noche, padrino?[/Cole] – pregunté. Él siguió con calma su rutina, quitándose la cazadora y descalzándose antes de entrar a la cocina/comedor/salón.

    – [Hiroshi]Tranquila.[/Hiroshi] – comentó, dándome una palmada en el hombro de la que pasaba.

    – [Cole]Queda algo de curry.[/Cole] – respondí, señalando la nevera con la mano libre. El curry de Yokosuka se había convertido en una de mis comidas favoritas y además, lo encontrabas en casi cualquier parte. Era perfecto para dos solteros con poco tiempo libre y casi ninguna gana de cocinar.

    – [Hiroshi]Gracias. [/Hiroshi]- cogió el tupper con las sobras y sacó una Coca Cola con sabor a vainilla. Me había hecho adicto a probar cosas raras, así que tenía uno de los armarios de la cocina lleno de galletas de oreo con sabor a té verde, kit kats con sabor a tarta de queso, patatas con sabor a salmón crujiente y mochis. Luego estaba el armario del sake, una tradición que compartía con el padrino cuando volvíamos de caza. – [Hiroshi]¿Que tal tu dia?[/Hiroshi] – preguntó, sentándose a comer.

    – [Cole]Me han pagado por el trabajo con la Dodomeki.[/Cole] – expliqué. Las Dodomeki no siempre eran malas, pero lo que sí compartían era el hábito de robar dinero. Esta en concreto, se había fijado en la casa de un empresario local que empezó a estar bastante molesto. Cuando descubrió la fuente de sus problemas, la oni no se tomó muy bien su posible falta de ingresos, así que tuve que matarla. Recibí una buena cantidad de pasta y mantuve el código que me había transmitido Hiroshi de matar solo a los peligrosos. Más de una vez había tenido que rechazar trabajos con Kijimuna cuyas bromas no se habían tomado a bien y con otros yokai no malévolos.

    – [Hiroshi]Bien. [/Hiroshi]- sentenció, devorando el arroz y el curry con unos palillos que yo aún no había conseguido dominar. – [Hiroshi]¿Algún plan para mañana? Si estas libre he pensando en dar una vuelta, llevarte a algun lugar turístico.[/Hiroshi] – comentó. Desvié la mirada de la pantalla, estaría bien conocer algo. En las ciudades anteriores también habíamos aprovechado para hacer turismo.

    – [Cole]Nada. Por mí estupendo.[/Cole] – afirmé, emocionado. – [Cole]Tengo ganas de ver algo nuevo que no tenga que matar.[/Cole] – añadí. En parte tengo que admitir que no soy lo más maduro de este mundo, fruto de haber perdido parte de mi preadolescencia y adolescencia viajando y quitando vidas.

    – [Hiroshi]¿Que te parece Odaiba? Tienen un museo de ciencias, un parque de atracciones y aguas termales.[/Hiroshi]- sugirió.

    – [Cole]Pues me parece el mejor plan que he tenido desde hace años.[/Cole] – respondí. Mi ánimo había decaído mucho en los últimos tiempos con mi padre. Uno de mis secretos cada vez se hacía más patente y vivía confuso.

    Mi padrino se había converido en mi figura paterna, preocupándose más de lo que se había preocupado mi propio padre. Era la única persona que conocía mis dos oscuros secretos y mi debilidad.

    Uno de mis secretos era herencia directa de mi madre. Me dedicaba a cazar demonios, pero yo mismo era uno de ellos. No solía dejar salir demasiado esa parte, normalmente me mantenía solo en forma humana, porque aun así seguía siendo más fuerte, resistente y ágil que un humano normal, pero en ocasiones no me quedaba más remedio que pasar a mi forma de demonio, que tenía un aspecto que no apetecía mucho mirar. Parecía un cruce feo entre un humano y una serpiente, no puedo dar demasiados detalles porque no me paraba precisamente a mirarme en el espejo en esa forma, me avergonzaba. Por si fuera poco, mi sangre de demonio era venenosa y mis garras y colmillos paralizaban.

    Ese era el secreto feo, el más evidente, el secreto físico. De mi padre había heredado también un poder, en cierta medida, pero de ese era parte de mi debilidad. Veréis, mi padre controlaba la energía de una forma que metía miedo y yo había heredado la capacidad de ser una especie de batería humana. Me alimentaba del sol y eso mejoraba mis capacidades físicas, pero también funcionaba a la contra. Si me aislaban sin sol empezaba a debilitarme y a la larga, en teoría, según Christopher y Mara, podría morir.

    Hasta ahí con las herencias, pero después estaba mi secreto «mental», algo de lo que hasta hacía muy poco tiempo, me había avergonzado y había rechazado. Había más gente que conocía mi otro secreto y mi debilidad, pero este no, este solo lo conocía Hiroshi, porque lo compartía. Incluso ahora, escribiendo, me cuesta decirlo, me cuesta admitirlo, por miedo a que cualquiera llegue a leerlo. Pero ahí va, me atraen sexual y románticamente los hombres. No solo los hombres, pero también los hombres. En realidad, si lo pienso fríamente, podría estar en una relación con cualquier persona, independientemente de su género.

    Durante más de media vida rechacé ese secreto, me convencí de que algo iba mal en mí. Daba igual lo que dijeran las series y las películas y la creencia popular de que las nuevas generaciones eran más libres con su orientación sexual. En las ciudades, quizá, en otras familias, quizá, con los Echolls podría haber sido normal, pero con mi padre lo normal era babear por las muchachas y llevarse una a la cama en cada puerto. Yo también lo hice, sin sentirme culpable en ningún momento. Alguna vez también con hombres, a escondidas, mintiéndome a mí mismo, diciéndome que no era nada, que solo había sido algo del momento, que solo me gustaban las mujeres.

    Nunca se lo conté a nadie, ni a Dante. Pero creó que mi madre sí lo sabía. La gente a veces la tomaba por tonta, pero sabía mucho. No sé resumir el sufrimiento que supone odiarte por ser cómo eres. Pensaba que algo iba mal en mí, rechazaba esa parte pero a la vez no podía hacerlo del todo. Me convertí en un extraño para mí mismo. Empecé a disfrutar matando demonios, como si fuera un deporte, con tal de no pensar. Me volví una persona más dura, más cerrada, una máscara que me fue devorando poco a poco. Cualquiera que me viera asumiría que era un vándalo, un maleante, así que más o menos me convertí en lo que la gente esperaba de mí.

    – [Hiroshi]Odaiba entonces.[/Hiroshi]- respondió levantándose para alimentar a Shenron. El reptil iba con Hiroshi a todas partes. No conocía la esperanza de vida de esos bichos, pero algo me hacía pensar que tenía algo que ver con Simba, el perro de mi familia que era inmortal. – [Hiroshi]¿Has hablado con tu hermano ya? Decirle que estás bien…[/Hiroshi] – preguntó. Para alguien de apariencia tan solitaria como Hiroshi, era extraño pensar que la familia fuera tan importante o que pudiera ocultar tanta sensibilidad. Me lo había ido recordando desde hacía una temporada y al final me había animado a contactar.

    – [Cole]Le mandé un mensaje antes.[/Cole] – comenté. Después de la primera llamada habíamos seguido en contacto por InfiniText. – [Cole]Pero no hemos hablado de Logan. Ni de mi madre.[/Cole] – confesé. Omití que tampoco de mi secreto, Hiroshi y yo teníamos una relación paterno-filial basada en la sinceridad, pero no me apetecía decirle que incluso con su apoyo, seguía teniendo miedo a desvelar esa parte de mí mismo. Él no lo hacía y me parecía faltarle al respeto.

    – [Hiroshi]Dudo que quiera saber algo de eso. Lo importante es que sepa que estás bien.[/Hiroshi] – respondió él. En el tiempo que llevaba viviendo con Hiroshi, mi máscara de delincuente había empezado a copiar cosas de la tranquilidad y la serenidad que emanaba mi padrino. Si él no hubiera pugnado por cortar lazos con mi padre en aquél momento, probablemente yo habría terminado muy mal.

    – [Cole]Gracias por dejar que me quede contigo.[/Cole] – dije, sin mirarle directamente. – [Cole]No tengo a nadie más.[/Cole] – añadí. Dante seguía siendo mi hermano, pero la vida nos había llevado por caminos diferentes y yo era demasiada mala influencia como para meterme en su entorno por mucho que los Echolls fuesen a acogerme. Con mi padre ya sabía lo que había, matar, ligues esporádicos, beber y volver a la carretera.

    – [Hiroshi]Puedes quedarte todo el tiempo que quieras, ya lo sabes. Pero no estás solo, tienes a Dante y tus amigos. Lo que me recuerda…-[/Hiroshi] empezó a explicar. Le observé sin corregirle con la problemática de depender de los demás cuando ni siquiera me conocían de verdad. Cogió su daga del cinto. Siempre me había llamado la atención esa extraña hoja. Sabía que no podía tocarla porque era peligrosa, un regalo de las Pruebas que habían tenido que pasar. Entonces tiró del cordel que tenía atado en la empuñadura, que sostenía su disco. El nudo se deshizo de una forma casi ceremonial. – [Hiroshi]Esto es tuyo ahora.[/Hiroshi] – dijo, tendiéndomelo.

    Me quedé observando el disco de color amarillo cobalto con detalles en un verde metálico claro. Sabía lo que contenía ese disco, todas sus vivencias en las Pruebas. Mi padre solía dejar el suyo por la casa hasta que mi madre le echó la bronca, no quería que viéramos la violencia de una manera tan directa, así que lo escondió y no lo volví a ver desde entonces. – [Cole]Es tu disco de Daë… ¿Estás seguro?[/Cole] – pregunté. Era un regalo muy cercano, muy valioso. Un regalo que no estaba seguro de merecer.

    – [Hiroshi]Si, ya no lo necesito. Quizá te venga bien para el futuro.-[/Hiroshi] sentenció, depositándolo en mi mano.

    – [Cole]Gracias.[/Cole] – respondí, colocándole una mano en el hombro. Después, cada uno fue a su habitación para intentar descansar, pero yo no fui capaz.

    Con el disco en mis manos, repasé sus vivencias, sentí en mi propia carne los sentimientos que Hiroshi no mostraba. Para entenderme a mi mismo y a mi secreto, tuve que ver a través de los ojos y del alma de otro.

    El miedo que tenía a mostrarme ante el mundo tal y como era palidecía con lo que ellos habían tenido que vivir. Cuando vi por tercera vez el sacrificio de Kaylee Echolls supe que no tenía sentido negar toda mi vida qué me gustaba. Ya había tenido experiencias con hombres y con mujeres y las había disfrutado ambas. No era una duda, no era algo que ni siquiera tuviese que dudar. Todavía me quedaba camino para aceptarme, pero era un comienzo.

  • LA VERDAD DUELE

    XANDER ECHOLLS

    MAÑANA – ESCUELA LEGADO, CASA DE TINA

    Dicen que hay días en los que vale más no levantarse de la cama. Ese día, claramente, fue para mí el mejor ejemplo, ya casi desde principios de la mañana. Lo peor de todo es que ese día había parecido empezar con buen pie.

    Me levanté temprano, como siempre y saqué a Xena a pasear. A la vuelta, mi madre nos llamó a todos a la cocina para desvelar el secreto mejor guardado de la casa. La sorpresa no fue mayúscula porque Ellie, Dante y yo lo habíamos comentado alguna vez, pero aun así fue impactante por las implicaciones de lo mucho que debían haber sufrido los tres para mantenerlo en secreto. Me sentí mal porque hubiesen tenido que vivir disimulando, fingiendo ser algo distinto. Ahí fue cuando empezó todo.

    Tenía un hueco bastante amplio entre clases porque tocaba repaso para el examen de recuperación y yo por suerte había pasado, pese a aburrirme bastante la asignatura. Al final, para quitármela de encima, había optado por memorizar y escupir en el examen, sin más.

    Estaba bastante frustrado con mi carrera y eso que solo estaba en mi segundo año. No tenía nada que ver con la idea que tenía en mente de la psicología. Yo quería ayudar a las personas a sentirse mejor consigo mismas y no dejaba de ver gente a mi alrededor a la que no le importaba nada de eso en absoluto, gente con más problemas todavía que las personas a las que se suponía que debían ayudar.

    Sí, quizá influye que yo era una de esas personas. Llevaba dándole vueltas desde bien temprano, cuando me crucé con Jane y ella me esquivó cambiando a otro pasillo. Al principio intenté no sentirme mal, pero no era capaz y más tarde mi mente empezó a hervir con la idea de hablar con ella. Sabía que no era otra cosa que el poder del amigo de Idris intentando hacer salir la verdad.

    Mientras caminaba hacia la Escuela Legado no podía dejar de pensar en cómo podrían haber sido las cosas si yo hubiese obrado diferente.

    Crucé las puertas de cristal del edificio principal de la Escuela Legado. Era el núcleo original de la escuela y todavía se conservaban allí algunas clases, pero la mayoría se realizaban ya en los edificios anexos, construidos hacía algo más de diez años.

    Cada vez que entraba allí me sobrecogía la presión. Los Moondies habían conseguido dar una escuela para todas las personas diferentes, un lugar al que pertenecer independientemente de cómo seas. El boom les llegó después de la guerra, cuando alguna gente sí creyó en que los sobrenaturales existían y apuntó a sus hijos e hijas a la escuela para ayudarles.

    Con el tiempo y la manipulación mediática, los sobrenaturales volvieron a ser un secreto, excepto para algunos, los que recordaban. Eso permitió que la escuela viviera en el secretismo, como una especie de centro privado que llegaba hasta coexistir con los estudios en la Universidad de Moondale, compatibilizando asignaturas y recibiendo alumnos especiales de la misma. Fue cuestión de tiempo que no solo se aceptasen a sobrenaturales, si no también a todas aquellas personas con necesidades especiales que se presentaban a sus puertas.

    La gestión de la Escuela era increíblemente difícil, pero de alguna forma, conseguían mantener los secretos apartados y seguían sin fallar a su propósito. Hoy en día, la mayoría de la gente pensaba que o bien era una escuela para enfermos y personas con necesidades especiales o que era una escuela privada para la élite. Al final decidieron venderse como ambas para asegurar la discreción.

    Saludé a Nate, que iba vestido con su uniforme de seguridad de la Escuela. Si tenía que llegar a actuar, se bastaba con su fuerza y su poder para separar a cualquiera. Era una auténtica fuerza de la naturaleza. Bueno, del espacio más bien. Por lo que sé, hubo problemas alguna vez por gente de mente cerrada que cometió vandalismo solo por el hecho de ser diferentes.

    Subí a la segunda planta y le di un beso a la tía Cara cuando pasé por delante de su despacho, un lugar curioso, que combinaba la armonía y el metodismo de una genio de la contabilidad con los peculiares gustos de mi tía, como una colección de muñecos cabezones de sus personajes favoritos y cuadros de las Pruebas hechos por el tío Daakka. No os preocupéis por palabras como «extraño», «peculiar» o «raro», en mi familia son un cumplido. Las diferencias son las que nos hacen ser lo que somos.

    Crucé el pasillo de vidrieras necrotempladas, observando al fondo el edificio residencial de la Escuela. Allí residían algunos de los estudiantes con poderes más complicados o trasfondos más complejos, hasta que pudieran defenderse por sí mismos.

    Caminé directo hacia el gimnasio privado. Al principio había sido común para los estudiantes pero con el crecimiento de edificios, habían optado por intentar dejar una zona común de reunión para los Moondies, aunque ya no había grandes amenazas desde la guerra.

    Necesitaba hablar con alguien cercano. Mi madre tenía clase en ese momento y mi padre tenía entrenamiento de poderes con el tío Dom y el grupo Equidna. La tía Cara estaba ocupada echando números. Pero sabía de alguien a quien encontraría entrenando en el gimnasio en soledad.

    Cuando entré, escuché el sonido del saco de boxeo encajando los golpes. Sasha llevaba su ropa de entrenamiento y golpeaba el saco, que apenas aguantaba. Estaba usando el duro, el que estaba hecho para ella y para mi madre, otro habría estallado con un golpe serio de cualquiera de las dos.

    – [Xander]Hola, Sash.[/Xander] – la saludé. Con el tiempo, a medida que nos hicimos mayores el «tía Sasha» empezó a desaparecer según nos íbamos dando cuenta de que pasaba bastante tiempo en casa. Desde lo que había desvelado mi madre aquella mañana, no estaba seguro de cómo llamarla. Prácticamente toda la vida había sido ‘Sash‘, pero ahora que sabía que había tenido que vivir en la sombra tanto tiempo, no quería utilizar ninguna formula que la hiciese sentirse lejana.

    – [Sasha]Dime, enano.[/Sasha]- replicó ella. Siempre nos había hecho mucha gracia porque tenía un mote para cada uno: a mi madre la llamaba S; a mi padre, pelirrojo; a mí enano, cosas de ser el primogénito; a Ellie la llamaba bichito porque de pequeña era un polvorín; y a Dante le había tocado pajarraco, un mote que provocaba siempre que sonriera.

    – [Xander]Necesito hablar con alguien.[/Xander] – le respondí, completamente afectado por esa sinceridad. No podía estar molesto con Elle pese a todo, la sinceridad de por sí no era mala, todo sería mucho más fácil si todos dijéramos lo que sentíamos en cada momento. La mayor parte de los problemas venían por malentendidos o miedos, no había más que vernos a Jane y a mí. La realidad era que, por mucho que me doliese que me evitara, yo también la evitaba a ella en parte. Llevaba sin hablar con ella desde aquella clase de química por puro miedo a ver odio o decepción en sus ojos. No soportaba no estar a la altura de lo que se esperaba de mí.

    – [Sasha]Pues siéntate y hablamos.[/Sasha]- dejó el saco balanceándose y fue hasta la fuente de agua antes de sentarse a mi lado en los bancos.

    – [Xander]No sé qué hacer.[/Xander] – empecé a decir. Lo que me rondaba la cabeza tenía que ver con Jane, por supuesto, pero a la vez no, tenía más que ver conmigo mismo. – [Xander]Con Tina.[/Xander] – confesé. El poder, fuera el que fuese, dejaba ir las cosas con bastante facilidad. Por lo que dijo Elle, solo te hacía confesar lo que deseabas que se supiera.

    – [Sasha]¿Eso no era solo sexo? Pensé que lo teníais claro.[/Sasha] – sentenció Sasha, que era sincera de forma habitual, mucho más ahora bajo los efectos del poder. No era la primera vez que hablaba con ella, con mi madre, con Elle, con Owen, con la tía Diana o con la tía Cara de lo de Tina. Al principio me había dejado llevar, estaba dolido y había dejado por imposible arreglar las cosas con Jane, pero dejé entrar a Tina en mi vida para tapar ese dolor y eso no estaba bien. Con el tiempo fue más fácil, lo pasábamos bien juntos, era una buena chica y me quería. Pero solo tenía que entrar Jane en escena en un pasillo, una clase o la cafetería para que la herida se reabriese y surgieran las dudas. No podía seguir sometiendo a Tina a eso, a un segundo plano.

    Me limité a negar con la cabeza. Al final nada era tan fácil como «solo sexo», al menos no para mí. – [Xander]Tina me quiere. Y yo…me dejé querer y quería quererla, de verdad.[/Xander] – respondí, sintiendo el dolor de admitir mi error en voz alta. Tenía miedo a que Sasha me juzgara, ella y cualquiera.

    – [Sasha]Esas cosas nunca salen bien.[/Sasha]- replicó, mirándome. Sasha era bastante cerrada respecto a sus sentimientos, era su manera de protegerse por todo lo malo que le había pasado. Pero con el tiempo llegabas a descubrir su lenguaje oculto. Con su mirada me estaba dando un apoyo que necesitaba desesperadamente.

    – [Xander]Sigo sintiendo algo por Jane. No puedo seguir con Tina, no es justo para ella.[/Xander] – parecía que me lo decía a mí mismo.

    – [Sasha]Nunca ha sido justo para Tina.[/Sasha]- replicó. Era terriblemente sincera en ocasiones. Guardó silencio unos segundos y entonces suspiró. – [Sasha]Mira, al principio, intenté dejar de pensar en tu madre, pero cuando te has acostado con tres rubias diminutas en quince días, te das cuenta de que eso no vale para nada.[/Sasha] – explicó. Capté al momento qué era lo que me estaba queriendo decir. Bueno, al momento no, intenté apartar de mi mente la imagen real de los ligues clónicos.

    – [Xander]¿Estás diciendo que no me rinda?[/Xander] – pregunté, mirándola a los ojos. Me pregunté si siempre habría sido así, cómo eran cada uno de ellos antes de que entrásemos en sus vidas. No sabía si había costado más o menos, si habían peleado o si habían sufrido, pero por nosotros habían mantenido oculta su relación con Sasha, era un sacrificio que iba a intentar no olvidar.

    – [Sasha]Estoy diciendo que hagas lo que quieras hacer, pero de verdad, sin gilipolleces.[/Sasha]- me dedicó una de sus medias sonrisas.- [Sasha]Al principio, con tus padres, era solo lo que todo el mundo se imagina… vale, demasiadas información.[/Sasha]- soltó una breve risa, probablemente al ver mi cara de pánico intentando disociar de mi mente la imagen de los tres…intimando.- [Sasha]La cuestión es que yo no me rendí y al final, conseguí mi sitio. Para mucha gente, ese sitio es una puta mierda, porque no dejo de ser la tercera rueda de un carro que tiraba de sobra con dos, pero era lo que yo quería.[/Sasha]- comentó, pensativa. Dándole vueltas me di cuenta de lo poco que sabíamos de cómo se llevaban. Cuando éramos pequeños, Sasha simplemente estaba por allí, a veces estaba por las mañanas, como si hubiera dormido en casa, pero no sabíamos exactamente dónde, en el sofá asumíamos. Al ir haciéndonos mayores fuimos viendo cada vez más cosas, más pistas, pero eran solo eso, pistas. Eso implicaba pasar años conteniendo cualquier muestra de cariño. Solo esperaba que con lo que había provocado el amigo de Idris las cosas fueran más fáciles para ellos.- [Sasha]Si tu madre tuviera un harén, querría estar en él y si fuera, no sé, la líder de una secta, llevaría veinte años en ella.[/Sasha] – añadió, sin reparos. Me sentí comprendido, Sasha entendía perfectamente cómo me sentía respecto a Jane.

    – [Xander]Gracias Sash, mamá Sash.[/Xander] – repliqué, más animado, guiñándole un ojo.

    – [Sasha]Peloteos los justos, renacuajo.[/Sasha]- respondió ella, sin conseguir tapar una sonrisa.

    – [Xander]No, es en serio, vengo aquí a contarte mis problemas pero…[/Xander] – empecé a decir. Ella me había ayudado y ahora quería hacerlo yo. Sentía que le debía algo por todo ese sacrificio. – [Xander]No lo sabíamos del todo pero siempre has sido importante para nosotros.[/Xander] – añadí. Sabía que Sasha no era de muestras de afecto, así que intenté ser escueto.

    – [Sasha]Vale, vale, déjate de ñoñerías, que no somos Los Brady[/Sasha].- que lo que le había dicho le había llegado habría pasado desapercibido para cualquiera, pero nos conocíamos desde hacía mucho y con los entrenamientos habíamos llegado a conocernos más.

    – [Xander]Gracias.[/Xander] – dije, antes de levantarme para darle un abrazo. Sabía lo que tenía que hacer y prefería no esperar demasiado para hacerlo, porque le daría muchas vueltas. Tenía que aprovechar el poder que habían impuesto sobre nosotros para contar la verdad a Tina.

    – [Sasha]Los Echolls-Arkkan sois unos sobones[/Sasha].- se quejó, bromeando. La dejé volviendo al entrenamiento, aunque la vi teclear en el InPhone de la que salía, seguramente contándoselo todo a sus tercias naranjas.

    Cada paso que di alejándome de la seguridad de la Escuela en dirección a la casa de Tina fue un suplicio. Repasaba en mi cabeza una y otra vez las formas de decírselo pero todas tenían contras: o sonaban a machista, a frío, a insensible, a manual de rupturas o directamente no conseguía dejarlo.

    Tras una eternidad, llegué frente a su puerta y se me instaló un nudo en el estómago, pero conseguí reunir las fuerzas para tocar al timbre. Ella abrió la puerta y me recibió con una sonrisa radiante.

    – [Xander]Hola. [/Xander] – la saludé, serio. Me alegra de verla y me gustaba pasar tiempo con ella, pero a partir de ese día seguramente sería más difícil.

    – [Tina]Hola, cielete[/Tina].- se echó hacia delante y me besó en los labios. No supé cómo esquivarla, de hecho, me quedé paralizado. Sus labios eran suaves y parte de mí pugnaba por dejar que me besaran continuamente, por encerrar la verdad en una esquina y rendirme a sus muestras de cariño. Habría sido más fácil si no fuera el hijo de Sarah Echolls, si no hubiera mamado un sentido de la responsabilidad que me mataba a veces.

    – [Xander]Tina…tengo que decirte algo. Importante.[/Xander] – dije cuando cerró la puerta tras nosotros.

    – [Tina]¿Has visto un fantasma?[/Tina]- replicó, sonriendo. Me cogió de la mano y tiró de mí hacia el sofá.

    – [Xander]Espera. Es algo serio. No…quiero hacerte daño.[/Xander] – dije, soltando su mano sin seguir avanzando. No quería parecer frío, pero no podía dejarme llevar por el amor que desprendía Tina. Se merecía a alguien mejor que yo.

    – [Tina]¿No me lo puedes contar en el salón mientras tomamos algo? No puede ser tan grave[/Tina].- me miró a los ojos y empezó a darse cuenta de que sí pasaba algo.

    – [Xander]Sí, lo es, porque no me he portado bien contigo.[/Xander] – no es fácil admitirlo, os lo puedo asegurar.

    – [Tina]Es verdad[/Tina].- me miró y se rió.- [Tina]Eres el mejor novio del mundo, mi vida[/Tina]. – se acercó hasta mí para darme un abrazo y besarme, pero me aparté.

    – [Xander]Tina, no. No puedo seguir así. Te estoy engañando a ti y a mí mismo.[/Xander] – confesé. Ella frunció el ceño, observándome. – [Xander]No podemos seguir juntos.[/Xander] – sentencié, algunas de las palabras más duras que había dicho en toda mi vida.

    – [Tina]¿A qué viene esto ahora?[/Tina]- me preguntó.

    – [Xander]Lo he pensado muchas veces, pero me gustaba estar contigo. Me sentía…bien.[/Xander] – el poder me estaba haciendo dejarlo ir todo, aliviando la presión que tenía sobre mí desde hacía tiempo. Pero eso no hacía que el desenlace fuese a ser más fácil. – [Xander]Pero no es justo para ti. Te mereces mucho más.[/Xander] – añadí. Quería a ti, pero no de la forma que ella me quería a mí.

    – [Tina]No puede ser verdad que hayas venido a dejarme a mi casa[/Tina].- respondió, afectada. Aún estaba conteniéndose, procesando lo que estaba pasando.

    – [Xander]Eres una persona muy importante para mí. Y siempre te querré, pero de otra forma.[/Xander] – traté de explicarle para que me entendiera, para darle menos importancia a lo que estaba pasando, pero no había forma de hacerlo, porque la tenía. Jamás debimos empezar juntos, así no habría habido que pasar por eso.

    – [Tina]¿Es por JJ?[/Tina]- preguntó, herida.

    – [Xander]Jane y yo llevamos tantos años sin hablarnos que no sé si volveremos a hacerlo alguna vez.[/Xander] – respondí. Me dolió saber que lo hacía con sinceridad. No sabía si alguna vez volvería a hablar con Jane, había pasado demasiado tiempo y el dolor y la distancia dan paso a la frialdad. – [Xander]Pero en parte, sí. No puedo estar contigo si sigo sintiendo algo por ella.[/Xander] – intenté ser fiel al consejo de Sasha, al menos en parte. Necesitaba despejar de mi mente lo que pasaba con Jane antes de poder estar de verdad con alguien. Por ahora, aún la quería, aún sentía que la había defraudado y que tras toda esa coraza, solo era una buena persona sufriendo.

    – [Tina]Vete a la mierda, Xander[/Tina].- espetó ella. Ni siquiera me paré a pensar si sus palabras estaban cargadas de odio. Ojalá lo hubieran estado, me lo merecía, pero la triste realidad es que creía que no.

    – [Xander]Lo entiendo. Sí quieres me vaya, lo haré.[/Xander] – respondí. – [Xander]Si quieres que no vuelva a hablarte, lo respetaré. Aunque me gustaría seguir siendo amigos.[/Xander] – añadí. Estaba pidiendo de más, lo sé, pero era lo que sentía y las palabras salían solas. – [Xander]Eres una persona maravillosa, Tina. Te mereces alguien mejor.[/Xander] – le deseé.

    – [Tina]¿Te quieres callar?[/Tina]- replicó, yendo hacia mí para empujarme hacia la puerta. Al ver lo que hacía, me moví y me marché en dirección a la puerta sin replicar. No tenía derecho a ello.

    Cuando la puerta se cerró detrás de mí, escuché a Tina apoyarse contra ella y llorar. No sabía qué decirle, pero sí que no podía irme de allí sin intentar ayudarla.

    – [Xander]Tina, por favor, no llores por mí.[/Xander] – le pedí, sintiéndome como un egocéntrico por cómo lo había formulado. No penséis mal, o hacedlo, me lo merezco igualmente, pero no lo decía porque yo no soportase llorar, si no porque yo no merecía la pena.

    – [Tina]No lloro por ti. Lloro por mí[/Tina].- replicó ella, dolida, triste. Os explicaré algo, por si no lo sabéis. Tanto mi madre como mi tía Diana, eran dos personas con una empatía extraordinariamente desarrollada. Elle y yo habíamos heredado también esa empatía, así que estaba sintiendo todo el dolor que sentía. Y cuando sabes que lo has causado tú, se hace difícil de soportar.

    – [Xander]Llora de alegría, mira de lo que te acabas de librar.[/Xander] – intenté darle un punto de vista positivo, reírnos de la situación por absurdo que sonase.

    – [Tina]No intentes que me sienta mejor con ese tipo de frases[/Tina].- me pidió. No sabía cómo actuar.

    – [Xander]¿Y qué hago, Tina? Soy una mierda de persona.[/Xander] – repliqué. Sí, ya sé que me he comparado un par de veces con mi madre, pero no soy ella ni de lejos. Mi madre es una heroína, no solo por haber sido elegida como Kvasir y tener todos esos poderes, si no más bien por lo humana que es: empática, buena, cariñosa. Mi madre no habría cometido el error que yo cometí, ni con Tina ni con Jane. – [Xander]Fui un egoísta empezando contigo y he sido un egoísta desde entonces.[/Xander] – la sinceridad impuesta me ayudó a dejarlo ir. A la larga, sería mucho más sano, pero en ese momento, me estaba matando. – [Xander]No sé otra opción. No voy a dejar que pierdas tu vida conmigo.[/Xander] – ahí estaba, todo lo que pensaba. Ya no quedaba más sin decir.

    – [Tina]Ya[/Tina].- escuché un suspiro al otro lado y la puerta se abrió.

    – [Xander]Tienes carta blanca para odiarme. Lo raro sería que no lo hicieras.[/Xander] – le aclaré. Me sentía un poco incómodo con Tina mirándome a unos ojos hinchados y brillantes.

    – [Tina]No te odio, pero tampoco quiero que vayamos de colegas[/Tina].- aclaró ella. No puedo decir que no lo mereciera, ni que esperase más, todo lo contrario, pero aún así, tuve una sensación amarga. Siempre queremos más.

    – [Xander]Ya.[/Xander] – respondí. – [Xander]Con eso no puedo hacer nada.[/Xander] – comenté. Quería irme a algún lugar donde estuviese solo, pero primero quería asegurarme de que ella se quedase todo lo bien que pudiera estar.

    Ella se acercó a mí y me abrazó.- [Tina]Siempre he sabido que no íbamos a durar, pero duele igual[/Tina]. – sentenció. Era demasiado buena persona como para que le hiciesen daño. Esta vez agradecí su abrazo, pero no fue tan reconfortante porque sabía perfectamente que sería uno de los últimos.

    – [Xander]Lo sé.[/Xander] – respondí. No pasamos mucho más tiempo juntos. Nos despedimos y cada uno fue a lamerse las heridas por separado. Las suyas por su sufrimiento, las mías por saber que lo había provocado.

    Recorrí los escasos metros que separaban la casa de Tina de la nuestra en automático. La rosada silueta de la casa victoriana que habían comprado mis padres hacía ya más de veinte años se alzaba, bonita y acogedora.

    Abrí la puerta y una parte de mí esperó que no hubiese nadie. El salón estaba vacío y la mayoría de las luces estaban apagadas, pero se escuchaba música en la habitación de mi hermana.

    Subí a la segunda planta con la esperanza de cruzarnos más tarde, cuando ya estuviera más recuperado. No quería que Ellie me viera así, era muy empática y no me apetecía verla sufrir. Pero como si tuviera un radar, la puerta de su habitación se abrió y asomó la cabeza.

     

    – [Ellie]Xan, ¿qué te pasa?[/Ellie]- preguntó nada más verme. Os lo dije, empatía muy desarrollada.

    – [Xander]Le he dicho a Tina la verdad.[/Xander] – respondí. Mis ojos, rojos y acuosos, no contribuirían a intentar negar lo evidente. Entré a mi habitación y Ellie me siguió.

    – [Ellie]Uf…[/Ellie].- exclamó ella, sentándose en mi cama.

    – [Xander]Lo ha llevado lo mejor que ha podido. Al menos creo que no me odia.[/Xander] – comenté, jugueteando con un muñeco cabezón de Vegeta que me había regalado la tía Cara.

    – [Ellie]Es culpa mía[/Ellie].- sentenció. Me giré hacia ella.

    – [Xander]No. Tú solo diste un empujón y lo necesitaba.[/Xander] – le puse una mano en el hombro. Quizá tenían que habernos preguntado antes de hacerlo, pero no pensaba decirle eso a mi hermana, no quería que se sintiera culpable y mamá ya se lo había dicho por la mañana. Había hecho lo que había creído mejor para todos. – [Xander]La culpa es mía por haber estado con ella.[/Xander] – expliqué, sentándome a su lado.

    – [Ellie]Te gustaba y te hacía feliz, ¿qué tiene de malo?[/Ellie]- mi hermana me pasó un brazo por encima de los hombros. No sé qué sería de mi sin ellos. Mi padre había perdido a toda su familia en un día y había tardado años en saber que tenía una hermana y conocerla. Él sobrevivió a todo eso, pero estaba hecho de otra pasta, yo no era tan fuerte. Siempre había soñado con ser un héroe, pero por mucho que entrenase, jamás sería como él, no solo hacía falta fuerza física.

    – [Xander]Que la estaba engañando.[/Xander] – respondí. En mi familia nos lo contábamos casi todo, existía una confianza implícita, salvo en algunas excepciones, como la verdad de la relación de mis padres y Sasha. En ese caso era comprensible, pero mentirle a Tina, no. – [Xander]No era feliz Ellie. Llevaba muchos años sin serlo.[/Xander] – era algo difícil de confesar. No me hacía falta terminar la carrera para autodiagnosticarme una personalidad al borde de la depresión. Me encargaba de luchar día a día para no caer, pero eso implicaba también ser consciente de que no había sido feliz per sé con Tina. Me llevaría algo más de tiempo y de madurez darme cuenta de que en ese momento, afectado por lo que acababa de pasar, estaba tratando la felicidad como algo que se obtiene todo el tiempo, y no era así. Sí, había sido feliz por momentos con Tina, era feliz con una familia que se quería y me quería a mí, era feliz con mis amigos. Pero no era feliz sintiéndome mala persona y eso llevaba haciéndolo desde que le fallé a Jane. Me faltaban años para ser consciente de que tenía que atesorar los momentos individuales de felicidad y a saber que la tristeza es parte de la vida y que no sirve de nada fustigarse eternamente por los errores del pasado.

    – [Ellie]¿Por Jane? No puedes ser infeliz porque alguien no te quiera, por muy duro que sea.[/Ellie].- respondió ella. En Ellie se notaba mucho con qué personas había tenido mucha relación. Tenía mucho de mi madre, bromeaba como la tía Diana, era un alma libre como la tía Cara y a veces era directa como Sasha.

    – [Xander]Pero ahora mismo no puedo cambiar cómo me siento.[/Xander] – era consciente de mi problema, pero en este caso, no podía cambiarlo, mis sentimientos estaban ahí, seguían ahí. – [Xander]La conocía de verdad. Aún lo hago, sigo viendo a la persona que hay detrás de ese muro. Eso es lo que duele, saber que no eres capaz de llegar a ella, saber que si te resignas, la abandonas una vez más con todos sus problemas.[/Xander] – aseguré. No es solo que no pudiese pasar página, es que no quería hacerlo.

    – [Ellie]Jane está destrozada. Ahora mismo sería incapaz de querer a nadie[/Ellie].- intentó explicar. Mi pobre hermana, durante años en medio de lo que había pasado entre Jane y yo.

    – [Xander]No necesito que me quiera. Me vale con que no me odie.[/Xander] – le aseguré. No puedes obligar a nadie a quererte, si no lo hace, no lo hace y punto, no hay más vueltas que darle ni otra cosa que esperar, es la libertad de cada uno lo que sienta por otro. Lo que me afectaba no era eso si no el hecho de perderlo todo, de no poder ni siquiera estar en la misma sala después de haber estado siempre juntos de pequeños. – [Xander]Con poder pasar a su lado sin que cambie de dirección…[/Xander] – empecé a decir, sabiendo que solo con eso no sería suficiente. También me gustaría recuperar la confianza que habíamos tenido.

    – [Ellie]Lo está pasando muy mal y es incapaz de ser feliz, porque no se lo permite[/Ellie].- continuó explicando. Uno de los problemas era saber perfectamente qué era lo que le pasaba y la teoría de cómo ayudarla.

    – [Xander]Sé la teoría. Pero la realidad es más difícil.[/Xander] – confesé, sabía que mi hermana no me culpaba por lo que había pasado a Jane, ni tampoco a ella. Lo que único que le había preocupado siempre era que pudiéramos arreglarnos y que cada uno fuese feliz, pero ni Jane ni yo reuníamos nunca las fuerzas suficientes para hablar con el otro y la última vez que sí lo habíamos conseguido, no había salido bien.

    – [Ellie]¿Y si no es el amor de tu vida?[/Ellie].- pregunté, mirándome a los ojos. Aparté la mirada, pensativo, no quería que Elle leyera mis pensamientos. Había debatido esa cuestión a menudo conmigo mismo. Sasha lo había entendido, ¿y si sí lo era aunque no fuese correspondido? – [Ellie]El amor no duele o al menos, no debería doler[/Ellie]. – añadió. Alcé la mirada hacia ella.

    – [Xander]¿Tú crees?[/Xander] – le pregunté. Yo pensaba diferente, para mí el mundo de los sentimientos era algo muy complejo que casi siempre estaba equilibrado. Hay días buenos y días malos, días felices y días tristes. Ninguno sería tal sin contrastar con el otro.

    Se me ocurrían muchos casos en los que no había sido así: La tía Diana lo había pasado mal porque el tío Toph no quería estar con nadie por su licantropía. Mis padres habían sufrido por mantener la relación entre los tres como un secreto por nosotros. El tío Daakka había sufrido pensando que Cara no le querría por ser un demonio. El tío Ed había visto morir a la persona de la que estaba enamorado. El tío Dominic seguía enamorado de su ex mujer pese a todo lo que habían pasado. El amor era sacrificado, pero en su propia definición, compensaba. La parte de sacrificio con Jane habría estado clara, el tema estaba en saber si compensaría.

    – [Ellie]No quiero verte sufrir más por ella[/Ellie].- respondió, sincera, sin necesitar el poder del amigo de Idris. Os preguntaréis cómo se explica que pudiera querer aún a una persona con la que hacía años que no hablaba y con la que estaba peleado. La respuesta es muy fácil. No lo sé. – [Ellie]Quiero que seáis felices. Juntos o separados[/Ellie]. – aseguró.

    Le revolví el pelo como cuando éramos pequeños. Por aquél entonces todo era más fácil. Yo tenía a Jane, ella tenía a Amy, que a su vez tenía a Leo, Kaylee nos tenía a todos y Dante y Cole tenían a su madre. Pero la vida no estaba destinada a ser fácil para ninguno de nosotros, por desgracia. Conocía a pocas personas para las que la vida fuese fácil y normalmente, no solían ser las mejores personas.

    – [Xander]Tranquila, los males no duran eternamente.[/Xander] – repliqué forzando una sonrisa. Necesitaba superarlo, en ese momento, aún no podía, pero sí podía relegarlo a un rincón donde mi hermana no tuviera que preocuparse por ello. – [Xander]Encontraré una solución.[/Xander] – la animé. Aún me quedaba un tiempo con el poder de la sinceridad. Quizá podía aprovecharlo. Y si no, siempre estaba el plan de emergencia que llevaba un tiempo madurando. Ya lo había hablado con mis padres por si acaso, pero los demás no lo sabían.

    – [Ellie]Jane es mi mejor amiga y tú eres mi hermano[/Ellie].- suspiró, aún no había colado mi intento de quitarle importancia.- [Ellie]¿No hay un hechizo que lo arregle todo para que podáis ser felices?[/Ellie] – preguntó.

    – [Xander]No pasa nada, hermanita.[/Xander] – le di un abrazo que quizá me reconfortase a mí más que a ella. – [Xander]Es que este poder trastoca un poco.[/Xander] – comenté. La sinceridad había abierto viejas heridas y me había hecho tomar decisiones que a la larga agradecería.

    La vida no es un camino de rosas. Los problemas en nuestras relaciones eran solo el principio de los sufrimiento de todos nosotros en nuestro camino para convertirnos en Daë. Pero por aquél entonces, era todo nuestro mundo.

  • CON UN CUCHILLO DE MANTEQUILLA

    Ellie – Casa de los Echolls

    Mañana

    Colgué la videollamada con Idris y bajé a desayunar. El día había amanecido gris y horroroso, uno de esos días en los que parecen las siete de la tarde desde primera hora. Últimamente, lo primero que hacía nada más despertarme, era darle los buenos días y también le daba las buenas noches a altas horas de la madrugada, para qué os voy a mentir. Eso había provocado que JJ me mirase alzando una ceja, pero tampoco le dejaba que emocionase en exceso, porque puestas a abrir el cajón de mierda, el suyo estaba a rebosar.

    (más…)

  • BELLEZA SOBREVALORADA

    Niall – Universidad de Moondale

     

    Hace tiempo que veo a Noah escribir diarios, desde que le conozco vamos. Dice que es un buen modo de mantener los pensamientos en orden y que es como una especie de tradición entre su familia y amigos. Así que tras un par de insistencias por su parte me he decido por empezar también uno.

    Supongo que debería de empezar por el principio. Nací en un pequeño pueblo de Colorado, Graveyard Creek. Es el típico pueblo de interior de los Estados Unidos que con el paso de los tiempos se está perdiendo hasta que no será más que un pueblo fantasma. Tampoco es que tenga mucho más que ver más allá de sus bosques colindantes, es un lugar de paso en el parar a descansar.

    Nunca he sido popular en el colegio, tampoco es que lo fuera en la actualidad. No es precisamente sencillo ser gay en un país de religiosos hipócritas como lo es Estados Unidos. Aunque peor sería vivir en Rusia o en algún país islamista, supongo que no debo quejarme del acoso que he recibido teniendo en cuenta que en otros lugares se vive mucho peor.

    Noah y Lexie son mis dos únicos amigos con los que siempre podre contar. Hasta no hace mucho no tenía amigos, lo único que tenía en mi vida era la música, un modo de desinhibirme de la realidad y crear belleza del sonido. Moondale era el sitio más barato que me podía costear, así que probablemente no acabe siendo una estrella internacional pero tal vez acabe enseñando a generaciones futuras en alguna clase, quién sabe.

    Estaba intentando crear una nueva pieza instrumental cuando me percate de que Lexie se acercaba. Algunos de los chicos y chicas se le quedaron mirando. Lexie siempre era el centro de las miradas allá donde fuera, en algunos casos de manera asquerosa por parte de los tíos y un tanto envidiosa de las tías. Aunque estas últimas a veces simplemente asentían sorprendidas por lo agraciada que había salido Lexie. La envidiosa era Blue.

    – [Lexie]Te voy a contar una cosa, porque o te la cuento a ti o reviento[/Lexie].- Se sentó tan cerca de mí que podía oler el perfume que se había echado, encima la tía iba oliendo a piruletas, flipad.- [Lexie]Pero necesito que me acompañes a un sitio en el que no nos vea nadie.[/Lexie]

    -[Niall]¿Te has comido la hamburguesa pocha de la cafetería? Te he dicho que es mejor comer fuera del recinto. ¿O es que acaso te has acostado con Noah?.-[/Niall] La verdad es que no quería saber ninguna de las dos cosas, no quería detalles sexuales de heteros o hablar de comidas en mal estado que me provocaban nauseas.

    – [Lexie]¿Eh?[/Lexie]- Se quedo mirándome confusa con una ceja levantada.- [Lexie]Ven[/Lexie].- Se levanto y me agarro de la mano tirando de mi. Como puede metí las partituras con la mano libre en la mochila y la arrastre por los aires. Salimos de la cafetería a toda velocidad hacia el baño de las tías. Había dos chicas que gritaron un poco al verme entrar, madurad. Lexie les chasqueo los dedos para que espabilaran y salieran mientras miraba en los aseos asegurándose de que no había nadie. – [Lexie]Van a pensar que estamos trincando, pero no puedo arriesgarme a que nos vean[/Lexie].

    -[Niall]Lo dudo, lo de que soy gay es de dominio público. Bueno cuéntame.-[/Niall] Me eche contra el lavabo cruzándome de brazos expectante.

    – [Lexie]No grites[/Lexie].- Se quedo quieta en un punto moviendo las piernas de delante hacia atrás mientras echaba la cabeza hacia delante.

    [Niall]Que sea gay no implica que sea experto en tetas.-[/Niall] La sociedad tenía esa impresión del colectivo gay, solo por ir con mujeres la mayoría del tiempo ya daban por sentado de que eras un experto en la materia. Se me torció el culo, literalmente del lavabo, cuando la apariencia de Lexie cambio en mis narices.

    – [Lexie]Esta es mi apariencia de nacimiento[/Lexie].- Se recogió el pelo y me enseño un audífono que llevaba en el oído.- [Lexie]Estoy sorda de un oído[/Lexie].- Hizo una pausa en la que intente procesar todo lo que me iba soltando.- [Lexie]Pero como una puta tapia[/Lexie].

    Me quede mirándola sorprendido. Era monísima, piel morena, una cara perfectamente perfilada y unos ojazos castaños, por no mencionar que tampoco iba mal servida de delantera. Supuse que se acomplejaba por lo de su oído, Lexie parecía no saber que la belleza estaba sobrevalorada y los defectos eran bonitos. Al rato volvió a cambiar de aspecto dos veces más, una de rasgos chinos, según ella, lo mismo tenía más apariencias asiáticas. Y otra de piel negra, y las dos igual de guapas, ¿es que esta chica no conocía la feura o qué? – [Lexie]Tengo muchas más[/Lexie].- Añadió volviendo a la que decía ser su aspecto de nacimiento.

    -[Niall]¿Y no tienes ninguna apariencia de un maromazo que rompa camisetas?.-[/Niall] Pregunte a modo de broma pero cruzando los dedos.

    Lexie se quedo mirándome y volvió a cambiar de aspecto, pero no a ningún maromo. Ahora tenía el aspecto de una joven delgada, alta, con una larga melena y cara de no haber roto un plato en su vida que había acaparado alguna que otra portada del corazón. – [Lexie]A esta seguro que la conoces[/Lexie].

    – [Niall]Eres la hija de el macizo de Alexander Fenris.-[/Niall] Alexander Fenris, fantasía sexual de señoras y gays, lo mismo te monta un piso en la playa que te deja preñada con la mirada.

    – [Lexie]Noah no se puede enterar[/Lexie].- Me agarro por los brazos zarandeándome.- [Lexie]Por fi, por fi, por fi[/Lexie].

    -[Niall]Lo entiendo, es capaz de explotarle la cabeza al verse ante tanta muchacha agraciada.-[/Niall] Noah era muy listo, pero ya lo estaba viendo cual gif de señora procesando todas las caras de Lexie.

    – [Lexie]Y yo pensando que Noah era más gay que tú[/Lexie].- Añadió sonriendo con su apariencia de Allie, porque al igual que caras tenía nombre para cada una de ellas. Tenía que hablar muy seriamente de esto con ella, no podía ocultar toda su vida quién era en realidad entre cientos de mascaras por un defecto auditivo.

    -[Niall]Veo que el pequeño Noah por fin te ha dicho el flechazo que tiene contigo.-[/Niall] No era… bueno si que lo era, era un secreto que solo yo conocía, Noah estaba prendado por ella desde el primer día que la vio. Caballero como es no sabía cómo entrarle a la muchacha sin parecer un acosador, así que ha optado por jugar la baza de esperar años. Ha tenido la flor en el culo de que no se le ha adelantado nadie.

    – [Lexie]Ya te contaré[/Lexie].- Añadió sin más.- [Lexie]Pero no ahora, que seguro que me paso dando detalles[/Lexie].

    Salimos del baño de las chicas, por suerte no había nadie por los pasillos para juzgar. Decidimos ir a tomar un buen desayuno a base de cereales. Noah diría que es puro postureo, pero estaban tan ricos.

     

     

  • CONECTANDO

    NOAH ARKKAN

    MAÑANA – CAFETERÍA DE LA UNIVERSIDAD

    Después de la discusión con Lexie, no me sentía con ánimo de ir a ninguna parte, así que volví a la cafetería y me quedé allí unas cuantas horas en una mesa del exterior, adelantando trabajos y repasando algunos exámenes.

    Al final me había decidido por Comunicación Audiovisual y Arquitectura, las dos bastante diferentes en el tono general, pero gracias a mis poderes, podía sobrellevarlas sin problema. Normalmente intentaba estudiar como cualquier otro, pero había días en los que las preocupaciones no me dejaban otra opción que absorber los conocimientos, guardarlos en mi memoria genética y acudir a ellos en el examen. Cuando hacía eso, fallaba a posta en algunas preguntas porque no me parecía del todo lícito sacar un diez. Tenía gracia que por regla general sacase mejor nota cuando no hacía trampa.

    Entre mis poderes y mi estado general de apatía, el mundo a mi alrededor parecía no estar en sintonía conmigo, como si me encontrase en otra dimensión, ajeno al resto, pero capaz de verlo todo.

    Quizá por eso me sorprendí más cuando alguien se sentó a mi lado y me habló.

    – [Lexie]¿Ahogando las penas en té?[/Lexie]- me preguntó la voz. Puede que os resulte extraño, imagino que es difícil ponerse en mi lugar e imaginar lo que es ser tan rápido. Os daré un ejemplo, en ese momento, antes de girar y ver a la persona que me hablaba, tuve tiempo a analizar su voz. Tenía un tono agradable, cálido, que invitaba a escucharla hablar indefinidamente.

    Cuando la vi, me quedé sorprendido. Era una chica preciosa, de tez bronceada, cautivadores ojos oscuros y una melena castaña que brillaba con luz propia, recogida en una coleta alta. Llevaba un top oscuro que on hacía de menos su piel morena y una falda vaquera corta. En general contrastaba bastante con el aire de la cafetería. Era como un diamante en una mina de carbón. El carbón era yo, claro, que iba con mis vaqueros y una camiseta de Flash.

    En una fracción de segundo repasé todas mis posibles respuestas. No sabía qué la había llevado a sentarse allí a mi lado. Había más huecos en la cafetería y yo no tenía nada llamativo. Al final, intenté no pensarlo todo tanto, porque era lo que me había llevado a error con Lexie, y le dediqué una sonrisa. – [Noah]El té y los helados siempre son una buena opción.[/Noah] – añadí. Hablando de comida siempre tengo cuerda para rato. Bueno, siempre tengo cuerda para rato, fin. Traté de disimular en mi cara la impresión y los nervios de lo guapa que me parecía.

    – [Lexie]Aquí no sabéis lo que es un buen helado[/Lexie].- sentenció, mirándome. Ella estaba tomándose un café. Le dio un trago después de echar el azúcar y no la vi hacer ninguna mueca pese a que el café de allí era bastante fuerte. Me fijé en sus labios aferrando el borde del vaso, cubiertos de un carmín de color suave. Tenía la manicura hecha y llevaba las uñas a juego con el color de sus labios

    – [Noah]¿Ah no? ¿Y dónde lo saben?[/Noah] – pregunté, viéndola sonreír. Capté el olor del café pero tras él, si te concentrabas, había un suave olor a menta.

    – [Lexie]En Louna, por supuesto[/Lexie].- replicó, como si fuera algo obvio. Así que era de Louna. Me pareció raro que viniese tan lejos a la Universidad, pero la de Moondale era barata y eso atraía a mucha gente. Louna me encantaba, mis padres iban a veces porque les gustaba caminar por el paseo con nosotros. Siempre nos compraban un helado a cada uno. Si me concentraba, todavía podía oler la brisa marina nocturna.

    – [Noah]Vale, no te falta razón. Los del carrito de al lado de la playa están buenísimos.[/Noah] – de nuevo sonreí. Ser natural me estaba resultando bastante liberador. Tenía gracia que viendo cómo eran mis padres yo hubiera salido tan contenido y pensativo.

    – [Lexie] ¿Los de Arthur? El cielo sabe así.[/Lexie]- replicó, exagerando una mueca, un gesto que me pareció muy divertido.

     – [Noah]Sí, hace mucho que no voy, pero son lo mejor.[/Noah] – me quedé un poco embobado mirándola, pero esta vez, despistado como soy, a velocidad normal. Mis ojos se detuvieron un momento en su oreja derecha, donde reposaba un audífono. No voy a mentir, cuando me di cuenta, sentí pena por ella. No debía tenerla, lo sé, pero la sentí porque no me pareció justo que le hubiese tocado eso y que el mundo hubiera avanzado tanto para algunas cosas pero pareciera aún estancado para otras.

    – [Lexie]Siguen siendo la perfección hecha helado.[/Lexie]- respondió. Al ver que me había fijado en su oreja su cara cambió y se quedó algo cohibida.

    – [Noah]Perdona.[/Noah] – dije al instante, con una sonrisa. La sinceridad me estaba poseyendo desde lo de Lexie y no quería que por un malentendido esa chica fuese a sentirse incómoda.

    – [Lexie] No pasa nada. Estoy acostumbrada.[/Lexie]- replicó restándole importancia. No lo consiguió, se notaba que era algo que la avergonzaba profundamente. Quería decirle que no debía hacerlo, bueno, yo tampoco era nadie para decirle como debía sentirse, pero habría preferido que se sintiera bien porque lo que veía delante de mí no era una chica con un problema de oído, si no una chica preciosa, simpática y agradable. Y como ese día, sin saberlo aún entonces, Idris y Elle habían tirado de los hilos, pues se lo dije.

    – [Noah]No sé decirte, yo más bien te miraría por guapa.[/Noah] – me reí por el mero hecho de acabar de decir eso. Pensé que podía tomarme por un baboso. También pensé que ese ímpetu se debía a que Lexie hubiera pensado que no me gustaban las mujeres. Así que empecé a sudar.

    Por suerte, ella se rió.- [Lexie] Gracias.[/Lexie]- replicó, mirándome fijamente. Creí morir cuando aquellos ojos se centraron en los míos. No era una persona de mucho contacto visual, enseguida apartaba la vista, pero con los suyos, no pude.- [Lexie] Tú no estás mal.[/Lexie] – añadió ella. Bueno, aquí va una clase de demonios cruzados – Jötnar técnicamente en mi caso – también nos sonrojamos.

    Reí, cohibido y rojo como un tomate. – [Noah]Aquí uno miente y otro dice la verdad, y la guapa eres tú, así que ya me dirás.[/Noah] – estaba de un suelto que no sabía si el té era té o ron. Empecé a sospechar que me pasaba algo raro con tanta sinceridad, pero qué quieres que te diga, Destina, me vino bien. Estaba disfrutando siendo yo con una chica preciosa que parecía que quería pasar tiempo conmigo, porque aún no había huido aterrada. Siempre me había imaginado de adulto solo, sin encontrar pareja. Bueno, y con un bigote, pero eso es otra historia. – [Noah]Me llamo Noah. Encantado.[/Noah] – añadí. Estaba tan extasiado mirándola que a veces se me olvidaba si estaba usando mis poderes o no.

    – [Lexie] Al…Allie.[/Lexie]- titubeó. Se puso en pie y se echó hacia mí para darme dos besos en las mejillas. De cerca olía también a chocolate negro y a…piruletas de cereza. Me puse tan nervioso que una de mis manos vibró incontrolablemente, por suerte pude esconderla debajo de la mesa.

    – [Noah]B-bonito nombre.[/Noah] – aseguré con una sonrisa. No daba crédito al giro que había tomado la mañana. Llevaba años sintiendo algo por Lexie sin que fuera recíproco, sin que ni siquiera ella lo considerase porque pensaba que no me gustaban las mujeres. Y ahora de pronto me encontraba allí con una chica a la que le gustaba, una chica preciosa, majísima, cercana. Prácticamente opuesta a Lexie. Quizá era una señal de que Lexie y yo estábamos hechos para ser solo amigos. No tenía nada de malo, con Kaylee me había pasado eso mismo y ahora, después del breve hiatus, nos llevábamos de maravilla.

    – [Lexie]Más bonito eres tú.[/Lexie]- replicó guiñándome un ojo. No era una persona que necesitase pocas señales precisamente, pero Destina, esto parecía tu padre enviándome una señal directa.

    – [Noah]¿Yo?[/Noah] – pregunté, riéndome como un adolescente. – [Noah]No te has visto, ¿verdad?[/Noah] – añadí. Tenía la lengua suelta como Vincent, me paré a pensar si no sería un brote o si de verdad alguien no me habría emborrachado. Pero no me sentía mareado ni especialmente eufórico, salvo por el hecho de estar ligando con ella.

    – [Lexie] A diario.[/Lexie]- comentó sin ningún atisbo de emoción. ¿Cómo podía no gustarse a sí misma si era impresionante en todos los sentidos?

    – [Noah]T-tiene que estar bien eso de verte a diario.[/Noah] – classic Noah Christopher Arkkan, me di vergüenza a mi mismo con mis oxidadas habilidades de ligue.

    – [Lexie]Pues gracias, Noah[/Lexie].- respondió ella con una sonrisa, apartándose de la cara un mechó de pelo que se le había soltado de la cola. Le sonreí, nos sonreímos, no había que ser un genio para ver que estábamos coqueteando y aún así yo no era capaz de pensar que nadie pudiese coquetear conmigo.

    – [Lexie]Por cierto, sea lo que sea lo que te tenga pensativo: seguro que tiene arreglo[/Lexie].- añadió ella, rompiendo nuestro ciclo de miradas intensas y sonrisas.  Me di cuenta de que debía haberme observado antes de sentarse conmigo, parecía una chica perspicaz.

    – [Noah]Creo que me he peleado con una amiga a la que tengo mucho cariño.[/Noah] – respondí con sinceridad. Llevaba mucho rato dándole vueltas, ella era agradable y yo estaba especialmente sincero, así que así, sin conocernos de nada, terminé hablándole de mis problemas.

    – [Lexie]¿Amiga o «amiga»?[/Lexie]- me preguntó. Cualquier otro se habría dado cuenta de que estaba flirteando abiertamente. Yo no lo tenía claro.

    – [Noah]Supongo que depende de a quien preguntes.[/Noah] – comenté. ¿Qué demonios hacía diciendo eso? Espabila Noah, ¿qué haces hablándole de lo que sientes por Lexie?

    – [Lexie]¿Y si te pregunto a ti?[/Lexie]- preguntó. No le había parecido mal lo que acababa de decir, por suerte. Era un desastre en las relaciones sociales, pero me estaban dando una opción de reencauzarlo. Me paré un segundo a pensar. Llevaba mucho tiempo sintiendo algo por Lexie, pero no conseguía llegar a ella. Era una de mis mejores amigas, pero apenas conocía nada de su vida, nunca había conseguido pasar por su muro impenetrable. Y sin embargo Allie estaba allí, interesada en conocerme, en estar conmigo, tan accesible. Sentía que conectaba con ella a un nivel que me sorprendió.

    – [Noah]Te respondería si quedamos en Louna.[/Noah] – sentencié finalmente, lanzándome a la piscina. Esperé no parecerle muy osado. No quería espantarla.

    – [Lexie]Tendrás que responderme[/Lexie].- afirmó ella, enarcando una ceja. Dios, qué guapa estaba, con sus rasgos marcados, parecía que estaba cincelada por un o una artista.

    – [Noah]Tenemos un trato, señorita….[/Noah] – respondí, esperando que me dijese su apellido. Mi mente, ansiosa de conocimiento, quería saberlo todo de ella. Entre otras cosas, su número, para poder quedar.

    – [Lexie]Lowell[/Lexie].- añadió ella al poco. Noah Arkkan y Allie Lowell, en ese momento no me pareció que dos nombres pudiesen quedar mejor. Todavía me quedaba mucho que saber.

    – [Noah]Entonces tenemos una cita señorita Lowell[/Noah] – sentencié. Activé la InfinityBand cuando vi que ella lo hacía y las cruzamos para intercambiar nuestros contactos. Sentí como si ese dispositivo fuese mil veces más valioso para mí.

    No sé cuánto tiempo más seguimos hablando de todo lo que se nos ocurría. Memoricé cada cosa sobre ella, absorbiendo toda la información que podía, embriagándome de ella, por si llegaba el día de vernos y decidía no aparecer porque no le apetecía, porque no merecía la pena encontrarse con un tipo como yo que nada tenía de especial.

    Para alguien con velocidad sobrehumana, esperar una cita con ansia puede ser una tortura.

  • CONSEJO MATERNAL

    IDRIS SOLO-NOVAK

    MAÑANA, DÚPLEX DE LOS SOLO-NOVAK

    Últimamente tengo bastantes cosas que contar. Me he enganchado a esto de los diarios de mala manera y ya no hay quien me desintoxique, así que lo siento si saturo a la audiencia.

    La realidad es que con todo este tiempo libre me sentía como en el ojo de la tormenta, como si toda mi vida estuviera en pausa, esperando que tomase una decisión para ver si mi futuro se echaba sobre mí con rayos y granizo o si caían cuatro gotas y salía el sol.

    Tenía decisiones pendientes en el terreno romántico y en el profesional. Ya había hablado con Mike esa mañana mientras echábamos una partida en Endless en el mundo de Dragones y Mazmorras – mi avatar era Drizz Do’Urden, me había costado llorarle a mamá y a papá pero como era un consentido, lo había conseguido -. Mi hermano era un tío asertivo y quizá más ahora que estaba metido en las bacanales universitarias, así que me lo dejó claro y coincidía con Coquito, bueno, en una de las dos cosas, porque la otra iba sobre ella precisamente.

    Así que decidí pedir un poco más de ayuda y comentarlo con mis queridísimos padres, que si están leyendo esto quiero que sepan que los adoro y que me vendría bien la nueva InfiniBand. Cuando volví de dar un paseo y nadar por la playa, vi a mi madre en la terraza.

    – [Idris]¿Mami?[/Idris] – pregunté con una sonrisa.

    – [Mara]¿Qué quieres, Idris? [/Mara]- respondió con una media sonrisa. Allí estaba, con su sombrero de paja, regando las plantas de la terraza. Eché un vistazo para asegurarme de que la albahaca siguiera viva, era una pieza clave en mi cocina.

    – [Idris]Necesito tu ayuda.[/Idris] – comenté, observando mientras cogía unas tijerillas para podar. Mi madre era precisa con sus plantas como si estuviera operando a una persona. – [Idris]Temas del corazón.[/Idris] – añadí. Mi madre era muchas cosas: buena, paciente, seria, lacónica,  perseverante… y entre todas ellas, cotilla para los amoríos de sus hijos. A veces era tan práctica que parecía que iba a sacar el recetario y mandarte dos polvos por la mañana y dos por la noche. Es broma, porque cuando le pedí que me hiciera una receta así se negó.

    – [Mara]Espero que sea una metáfora.[/Mara]- replicó, dejando la regadera en el suelo y las tijerillas perfectamente colocadas en su sitio, donde nadie pudiera hacerse daño. Se sentó en uno de los sofás de mimbre de la terraza y me hizo una seña para que me sentase con ella.

    Me eché en una tumbona cerca de ella, despatarrado, me definiría mi madre. Hipo salió de su escondite y saltó a mi regazo para que lo acariciase. Ese gato llevaba con nosotros toda la vida y lo que le quedaba: era uno de los animales que les habían confiado los Daesdi y entre otras cosas, eran inmortales.

    – [Idris]Me gusta una chica.[/Idris] – confesé. Bueno, igual me he venido arriba con lo de confesé. Tampoco voy a extenderme pero había tenido escarceos con todo tipo de personas y mis padres los habían llevado todos bien, porque tampoco es que me los callase. Pero llevaba ya unos años muy calmado en ese aspecto, había una chica en concreto que me tenía comido el coco…el coco sexual.

    – [Mara]Siéntate bien.[/Mara]- hizo una seña y me incorporé. La cruz de oro blanco que llevaba al cuello se movió y la sentí fría al pegarse de nuevo contra mi cuerpo.- [Mara]¿Una chica que se llama Elle?[/Mara] – preguntó, perspicaz como ella sola en asuntos de amor.

    – [Idris]Qué bien me conoces, jodía.[/Idris] – le repliqué, sonriendo. La verdad es que había que armarse de paciencia para tenerme a mí de hijo.

    – [Mara]¿Y cuál es el problema?[/Mara] – me escaneó con su mirada. Aunque no hubiese luna en ese momento, sus ojos seguían pareciendo los de una loba. Me paré a pensar en su pregunta.

    – [Idris]Que no quiero estropear las cosas y no sé si ella pensará igual.[/Idris] – respondí. Hasta el momento Coquito y yo habíamos disfrutado de nuestra compañía y de nuestras bromas. Nos gustaba pasar tiempo juntos, pero igual era demasiado asumir que ella quisiera algo más. – [Idris]No sé cómo decírselo. Solo me sale bromear descaradamente.[/Idris] – añadí. En mi casa la sinceridad estaba a la orden del día. A mi madre le gustaba y por eso siempre se esforzaba en ser comprensiva.

    – [Mara]Déjate llevar, sé tú mismo y…que sea lo que Dios quiera.[/Mara]- me aconsejó, con cariño. Mi madre no era la mejor para dar muestras de afecto muy llamativas, pero siempre sabías que estaba ahí y pese a todo intentaba darlas. Tuvo mala suerte porque yo era todo un peluche abrazador. Me acuerdo que de pequeño, al poco de ser consciente de que era adoptado, rezaba todas las noches porque no se cansaran de mí.

    – [Idris]¿A ti te parece bien?[/Idris] – le pregunté. Habíamos tenido una charla hacía unos años respecto a eso mismo. Vale, de aquella ella era menor de edad, pero me había quedado la duda de que también le preocupase por ser hija de una de sus mejores amigas.

    – [Mara]Ahora sois dos adultos.[/Mara]- aclaró con su habitual paciencia. Añadió una diminuta sonrisa para que supiera que no había otras dudas ni peros.

    Sonreí ampliamente. – [Idris]A ver cómo me declaro…[/Idris] – fingí pensar, aunque en ese momento mi mente estaba bloqueada por la presión. – [Idris]Puedo aparecer envuelto en papel de regalo.[/Idris] – comenté.

    – [Mara]Idris…[/Mara]- mi madre negó con la cabeza. No quise decirle que eso ya lo había hecho en el dieciocho cumpleaños de Coquito.

    – [Idris]Mamá, relájate.[/Idris] – sentencié, riendo. – [Idris]Te veo tensa, ¿vamos a la calle? ¿a la calle?[/Idris] – bromeé. Mi madre ya estaba acostumbrada y las bromas con perros ya no le hacían efecto, salvo gracia…a veces….pocas.

    Sonrió, pero su cara volvió a su estado neutro al poco. – [Mara]Tienes que dejar de utilizar las bromas para camuflar tus sentimientos.[/Mara]- me aconsejó. Me conocía bien, pero en mis años no había conocido aún una forma mejor de hacerlo. Era parte de mi personalidad.

    – [Idris]Pero sé que a ti te da igual porque sabes que soy un peluche adorable relleno de caramelo.[/Idris] – le sonreí y la alcé en brazos, dándole un abrazo. La dejé en el suelo y miré hacia abajo para mirarla a la cara.

    – [Mara]Pero Elle querrás que te quiera por quien eres, no por lo que aparentas ser.[/Mara]- explicó, recolocándose el sombrero.

    – [Idris]No sé si le va a atraer mucho un niño lleno de miedos.[/Idris] – confesé, dejando salir la realidad, la duda que me atormentaba. Yo era bastante distinto cuando me conocías de verdad. Era un cachondo igual, sí, me gustaba reirme de la seriedad de la vida, pero eso no significaba que a veces no me alcanzase también. En la calle había visto cosas muy feas y el fantasma de Máscara Negra siempre me acechaba.

    Como elfo de la luna, podía ver perfectamente en la oscuridad, así que no le temía. A lo que si le tenía miedo era a lo que pudiera encontrar en ella. Tiene gracia, lo sé, y es absurdo, como muchos de los miedos.  – [Mara]Todo el mundo le teme a algo y tú no eres un niño.[/Mara]- me pasó una mano por el hombro, con cariño.

    – [Idris]¡Pero quiero teta igual![/Idris] – repliqué, echándome a reír.

    – [Mara]Cariño, te estoy hablando en serio.[/Mara] – respondió ella, intentando no reírse.

    – [Idris]Ya, perdón.[/Idris] – me disculpé, antes de darle un beso en la mejilla por su santa paciencia. – [Idris]No sé, a veces pienso que no me atrevo a decírselo porque está mejor sin mí.[/Idris] – aseguré. Ya está, ya lo había dicho. ¿Y si estropeaba el blanco de Coquito con mi gris tirando a negro? Nunca me lo perdonaría. Además, no solo es lo que yo fuera, si no lo que la gente pensara de mí. Nunca me habían afectado las valoraciones de otros demasiado, pero quizá a Elle sí, y a esas alturas de mi vida ya me habían tomado muchas veces por ladrón, pandillero y vete a saber qué más. – [Idris]Tengo mucha maleta y ella es feliz y buena…no quiero que se entristezca o se compadezca de mí.[/Idris] – el asesinato de mis padres biológicos no definía del todo mi vida, porque me había criado con una familia maravillosa, pero evidentemente me había afectado, había creado un trauma que me acompañaba de manera subconsciente, un miedo a la pérdida que me nublaba el juicio. Supongo que la historia de los Moondies también influyó, igual que el trabajo de mi padre, pero si me había dedicado a salir por las noches desde que era joven para luchar contra los seres oscuros era porque uno de ellos había matado a gente inocente y no quería que nadie más pasara por eso.

    – [Mara]Solo ella puede decidir si está mejor contigo o sin ti.[/Mara]- sentenció mi madre, mirándome fijamente. Razón no le faltaba, pero eso no hacía más fácil imaginarse el «no» en sus labios. – [Mara]Yo no quería ser madre hasta que te conocí.[/Mara] – explicó. Como soy un payaso, al sentir que me emocionaba lo que acababa de decir, se me soltó la lengua.

    – [Idris]Ya sé que soy tu favorito.[/Idris] – repliqué sonriendo mientras me acercaba a la neverilla de fuera para sacar una cola light y un vaso de agua con menta y cosillas verdes del que le gustaba a mi madre.

    – [Mara]Eres uno de mis dos hijos favoritos.[/Mara]- le dio un sorbo y lo dejó en la mesa.

    – [Idris]Mike no está, puedes confesarlo.[/Idris] – bromeé, guiñándole un ojo con complicidad.

    – [Mara]Eh, quiero hablar con mi hijo.[/Mara]- me puso un dedo en el corazón, con su habitual precisión, era como la ‘Érase una vez el cuerpo humano’ convertida en madre. – [Mara]Sin coraza.[/Mara] – sentenció.

    Cuando apartó el dedo, me cubrí el torso de una coraza de hielo. El frío no me incomodaba, al contrario, ese día hacía aún bastante calor y me reconfortó. Chasqueé los dedos y la hice romperse. Hipo se puso a lamer un trozo de hielo. – [Idris]Vale. Dime.[/Idris] – no sé de quién había sacado el talento dramático. De Karen quizá.

    – [Mara]Sé tú mismo y si a Elle no le gusta, es que no es tu Selardi.[/Mara]- dijo con una sonrisa que casi se convierte en risa. No creía lo que acababa de pasar y lamenté no haber estado grabando la conversación. De nuevo, eché de menos mi sueño adolescente de tener un loro al que enseñar a decir «Fue Vincent. Fue Vincent«.

    – [Idris]Vale, si mi madre intenta bromear es que voy detrás de la chica adecuada.[/Idris] – afirmé, echándome a reír.

    – [Mara]Intenta y lo consigue, quieres decir.[/Mara]-  alzó una ceja y cogió un trozo de limón de la nevera que exprimió en su agua.

    – [Idris]Eres mi maestra.[/Idris] – le hice un gesto y con la mano libre aferré la lata y la enfrié un poco más. Ella me acarició el poco pelo que tenía. Para ella eso era como un beso.

    – [Idris]Si al final tengo hijos con Elle…[/Idris] – empecé a decir, esperándome la inminente charla sexual de mi madre. Puse mi ímpetu en que pareciera una frase seria, dándome cuenta sobre la marcha de que sí me veía teniéndolos. – [Idris]Me gustaría que salieran tan guapos como los tuyos.[/Idris] – añadí, partido de risa.

    – [Mara]Estoy muy orgullosa de ti.[/Mara]- me miró a los ojos y fue como si me atravesara el alma con ellos. Mi madre siempre se aseguraba de que Mike y yo supiéramos que estaba feliz con nosotros, incluso con todas las que yo había armado. Aunque en mi defensa diré que cuando me detenía la policía normalmente era patrullando por la noche. Negro, armado y con una banda…blanco y en botella.

    Le dediqué una sonrisa sincera antes de que volviera a sus plantas. – [Idris]Mamá…[/Idris] – la llamé. – [Idris]…te quiero.[/Idris] – confesé. Mis padres me lo habían dado todo, se lo debía todo y siempre estaban ahí cuando les necesitaba.

    – [Mara]A ver si vas a estar malo de verdad…[/Mara]- replicó guiñándome un ojo.

    – [Idris]Para una vez que se pone uno serio…[/Idris] – respondí. Si, vale, mi defecto era esconder cómo me sentía, aunque con las cosas positivas no tendía a hacerlo tanto. Pero a veces uno se olvida de pequeños detalles muy importantes, dando por hecho que las personas que queremos lo saben, cuando a veces necesitan escucharlo.

    – [Mara]Yo también te quiero.[/Mara]- respondió ella, antes de volver a coger las tijeras para dejar las plantas como nuevas.

    Me levanté y la dejé disfrutar de su rato de tranquilidad mientras me iba a ver al calvo de Saitama en InfinityTV, tenía mucho en lo que pensar aunque mi madre me había ayudado a calmar algunas dudas. La realidad era que temía el rechazo con todo mi ser y el de Elle, más.

    Así que yo, que soy como soy, no tardé en empezar a imaginarme conversaciones en la cabeza. Quedaba con Elle en uno de los restaurantes de Louna que le encantaban, ‘Tuscany‘. Comíamos bien y en el postre me decidía a contarle lo que sentía:

    – [Idris]Coquito, quiero contarte algo…[/Idris] – decía yo, vestido casi de traje pero sin corbata, con mi voz grave y sexy.

    – [Elle]Yo también. Las cosas con Blue van en serio, vamos a salir juntas.[/Elle] – explicó, sonriente.

    – [Idris]Mierda, ¿y no hay sitio para un sandwich de Idris? A tus padres les va bien.[/Idris] – sentenció mi yo imaginado, tan payaso como el real.

    Ella negó con la cabeza, así que borré la situación y volví a empezar.

    – [Idris]Coquito, estás muy guapa esta noche.[/Idris] – esta vez iba con un polo rosa y unos chinos, más informal. Al principio me imaginé con gafas de sol pero luego me di cuenta de que me había imaginado todo siendo de noche.

    – [Elle]Gracias. Es que luego he quedado con Mike, estamos juntos.[/Elle] – explicó, de nuevo sonriente.

    – [Idris]¿Con Mike? No, caca, caca. Hermano equivocado.[/Idris] – repliqué. Perra imaginación.

    – [Elle]Pero Idris, tú no me gustas de esa manera.[/Elle] – joder, mi mente iba en mi contra la cabrona.

    Venga, siguiente toma, vamos a ver si arrancamos algo bueno.

    – [Idris]Ellie yo…[/Idris] – empecemos con algo más suave.

    – [Elle]Dris, me gusta tu amigo. Jaheem.[/Elle] – sentenció.

    – [Idris]¿¿EL TRONAO??[/Idris] – pregunté. No esperé la respuesta.

    Vamos a por una, venga, positivismo.

    – [Idris]Coquito, te quiero, no puedo vivir sin ti. Desde que paso más tiempo contigo, no sé estar solo, te echo de menos cada minuto.[/Idris] – a vaciarse como una jibia.

    – [Elle]Oh Dris, por fin, no puedo resistirme más a tus encantos. Desnudémonos y hagámoslo en la mesa para celebrarlo.[/Elle] – respondió ella, subiéndose a la mesa para empezar a quitarse la camiseta.

    Aquí voy a cortar porque creo que no os interesa. Una de cuatro, bueno, si tenía un 25% de posibilidades de estar con Elle – con erótico resultado –  tenía que lanzarme a la piscina. Ellie era lo blanco de mi huevo kinder, no podíamos estar separados.