Moondale

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  • EL LEOPARDO

    MIKE SOLO-NOVAK

    KARNAK – NOCHE

    – [Mike]¡Corre![/Mike] – conseguí gritar a Sophie. El leopardo estaba oculto entre la nieve, agazapado, esperando su oportunidad. Lo sabía, conocía su forma de pensar porque habíamos sido uno hasta que el Perro le había hecho salir.

    Vi a Sophie alejarse con el corazón en un puño, recordando lo tranquilos que vivíamos hasta tener que volver a meter la cabeza de lleno en los problemas.

    Tras la visión de la muchacha, hablé con Sophie y decidimos que no podíamos irnos de allí de forma apresurada, dejando todo un pueblo desprotegido a merced de los «dioses». Así que nos pusimos a trabajar, reunimos una clase de refugiadas y refugiados y comenzamos a enseñarles todo lo que necesitaban para sobrevivir y aprender unos remedios básicos, más avanzados de los que tenían.

    Solo cuando vimos que eran capaces de valerse, partimos en un pequeño barco hacia el desierto, donde el Perro, conocido allí por Anubis, tenía su morada.

    Sobrevivimos gracias a las provisiones. Cada vez me preocupaba más la escasez de agua, no tanto por mí y la que necesitase beber si no por mantener a Sophie tanto tiempo lejos del agua salada. Empezaba a verla alicaída y me preocupaba enormemente no ser capaces de volver si no lográbamos dar con él.

    Una noche, finalmente, cuando las dudas no me dejaban dormir, una sombra apareció durante un instante. Pensé que era una alucinación por la deshidratación o la falta de sueño, pero no, era el Perro.

    Un aullido despertó a Sophie antes de que yo pudiera hacerlo y empezó a hacer cada vez más frío. Sophie y yo nos acercamos, intentando mantener el calor, pero la temperatura bajó tanto que la arena parecía nieve.

    – [b]Veo vuestra oscuridad.[/b] – dijo una voz lejana. La sombra volvió a aparecer. Recordaba que Anubis tradicionalmente era una figura masculina con cabeza de perro, pero ésta sombra tenía rasgos femeninos.

    Busqué la mano de Sophie pero ella no reaccionó, parecía estar enfrentándose a algo en su propia mente. Algo que no tardó en sucederme a mí también. Caí de rodillas y noté que arrancaban una parte de mí. Pronto, tuve los ojos del leopardo mirándome frente a frente, con su piel nívea casi resplandeciendo bajo la luna.

    Me aparté y el leopardo me observó. Sophie se abrazó a sí misma, sumida en su visión, ajena al peligro real que la rodeaba. Traté de acercarme a la bestia y recibí un zarpazo de advertencia.

    Tenía que girarme, desviar su atención de Sophie. Justo en ese momento, ella abrió los ojos y sentí que el poder al que nos enfrentábamos retrocedía un poco.  Pero el leopardo seguía allí, así que le pedí a Sophie que echara a correr.

    Un error, movido por el miedo, el leopardo fue tras ella, mucho más rápido. Maldije, no tenía tiempo de pensar en ninguna solución lógica, solo podía moverme por instinto, así que me interpuse entre ellos y enfrenté al leopardo. Fuera o dentro, éramos uno solo, con eso en mente conseguí que se detuviera y volviera a mí.

    – [b]Todos tenemos oscuridad dentro. Lo importante es equilibrarla.[/b] – dijo de nuevo la voz. Ahora parecía diferente, más serena, menos acechante.

    Frente a nosotros se abrió un portal y, cogidos de la mano, lo cruzamos.

    El frío dio paso a una húmeda y fresca brisa, que por el contraste, resultaba incluso cálida, agradable. Al fondo, como el recuerdo de otros tiempos, estaba la nave estrellada.

  • UNA ESPECIE DE TREGUA

    Jane – Selas

    Noche

    Me limpié las lágrimas como pude y eché a andar en dirección al pico. Dejé atrás a la bruja y a Alexander, cuya luz parecía un poco más tenue según me iba alejando.

    Estaba tan enfadada que no pensaba ni en lo que estaba haciendo. La rabia guiaba mis pasos y no era la primera vez. Mi carácter de mierda asomaba su fea cara cada vez que algo me disgustaba y eso pasaba más a menudo cuando estaba procesando mal alguna cosa.

    Por eso, cuando Caitriona desveló el pastel, me fui. Avancé sin saber adónde. Iba casi a tientas, porque se había hecho de noche. Si mi único poder consistía en dejar seco a quien se me acercara: ¿Qué pretendía conseguir con esta pantomima, matarme?

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  • EN LA ESPESURA

    Interludio – Sarah – La Tierra

    Mañana

    La vida casi nunca es como esperamos. Yo quería ser bruja, como todas las mujeres de mi familia y acabé siendo Cazadora. Intenté rebelarme contra ello, unos vampiros me dieron una paliza de muerte y llegué a liderar a un grupo de gente. En ese encuentro, conocí al que creía que  iba a ser el único amor de mi vida y luego me encontré con Sasha. Después, nacieron Alexander y Ellie. Con los años, llegó también Bowie.

    Cada vez que creía saber cómo funciona la vida, algo llegaba para trastocarlo todo. Pese a esto, no estaba preparada para la que se nos venía encima. Éramos tan felices que mi sentido arácnido me decía que algo iba a torcerse. Ah no, que el sentido arácnido no existe y solo es la (maldita) ansiedad.

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  • COMO PEZ EN EL AGUA

    ELLIOT WILLIAMS

    DAGRKNOT

     

    Los vikingos eran exploradores, surcaban grandes distancias en el océano en busca de nuevas tierras que conquistar, pero lo de este mundo resultaba exagerado. Alla donde miraras solo veías agua, las islas eran escasas y sus asentamientos se veían mermados por los ataques de las criaturas acuáticas.

    Al llevar más tiempo aquí que la primera vez descubrimos un modo de viajar entre islas sin quedarnos estancados en una de por vida. A pesar del peligro en las aguas, las comunidades vikingas comerciaban entre si para seguir subsistiendo, algunos asentamientos poseían más maderas que otras, mientras que otras tenían una zona más segura de pesca, por lo que predominaba el trueque para su supervivencia.

    Así que para buscar al guardián del que nos hablo Laura nos enrolamos en un barco de pesca y fuimos de isla en isla preguntando por un ser que solo conocían de cuentos antiguos. Por suerte un viejo marinero se ofreció a llevarnos a una tierra remota, un lugar olvidado por muchos y alejado de todo rastro de civilización.

    – [B]A partir de ésta isla no avanzo. El ojo de Odin no alcanza a ver esta tierra sombría.- [/B] Nos encontrábamos en una isla considerablemente alejada del resto. Si la tierra fuera plana seria una de esas islas que puedes ver al filo de la cascada del fin del mundo.

    – [Bowie]¿Y no puedes usar otro ojo?.-[/Bowie] El marinero observo extrañado a Bowie. Sin duda era lista, pero no estaba muy puesta en mitologías antiguas.

    – [Elliot]Está bien, gracias por acercarnos.-[/Elliot] Añadí con un profundo acento marcado. En este tiempo gracias a Bowie, que en cuestión de segundos fue capaz de procesar el idioma, aprendí lo básico de una lengua tiempo ya extinguida.

    – [B]No sé qué podéis querer de aquí, pero cuidado con esas cosas. Casi me llevan.-[/B] Bajo la capa que usaba para protegerse del agua del oleaje dejo entrever un brazo marcado por las cicatrices y algún que otro dedo perdido.

    – [Bowie]Pero no te llevaron.-[/Bowie] No sé si intentaba darle ánimos por su supervivencia, me resultaba difícil saber cuando Bowie hablaba en serio.

    – [B]Al resto sí.-[/B] Añadió alejándose en su barcaza siendo devorado por la niebla como Caronte tras dejarnos en la otra orilla del río del inframundo.

    – [Bowie]¿Tienes miedo?.-[/Bowie] Había tenido miedo toda mi vida, pero desde que llegue al Nexus con los demás había aprendido a depender más de mi mismo.

    – [Elliot]No, solo estoy preocupado por como vamos a dar con el guardián entre tanta masa de agua.-[/Elliot] Nuestro guardián era un pez, o al menos algo vagamente parecido. Tal vez estábamos buscando a una persona con un pez tatuado en su cuerpo y no un pescado literalmente.

    – [Bowie]¿Canto de sirena o alucinación?.-[/Bowie] Una voz proveniente de el centro de la isla llego hasta nosotros.

    – [Elliot]Yo también lo oigo.-[/Elliot] Era una voz suave acompañada de una delicada melodía. Nos fuimos internando en la isla hasta llegar a un lago.

    – [Bowie]Ve delante. Yo te espero aquí.-[/Bowie] Bowie se oculto tras un árbol y comenzó a hacer aspavientos con la mano para que me moviera.

    – [Elliot]¿Tienes miedo?.[/Elliot]

    – [Bowie]¿Tienes miedo tú?.[/Bowie]

    – [Elliot]No… es solo que, en la mitología las sirenas usaban su canto para que los marineros se acercarán a ellas y matarlos.-[/Elliot] La canción sonaba cada vez más alto, sin embargo en el centro del lago no parecía apreciarse ninguna silueta, ya fuera de una autentica sirena, humana o alguna otra criatura.

    – [Bowie]Venga.-[/Bowie] Bowie se paro detrás de mi y de un empujón me dejo al descubierto.

    – [Elliot]Pero porque tengo que ir solo, somos un equipo ¿no?.-[/Elliot] Añadí girando rápidamente solo para encontrarme un matojo de arbustos sin rastro de Bowie.

    – [Bowie]Muy bien. Pero si nos morimos los dos las misión habrá sido un fracaso por tu culpa.-[/Bowie] Bowie apareció de entre los arbustos sacudiéndose las hojas y las ramitas colgadas del pelo.

    Nos acercamos hasta el lago, el agua calmada nos hizo confiarnos. Estábamos tan tierra adentro que no pensé que los demonios podrían alcanzarnos aquí. Dos garras me agarraron por las piernas al igual que a Bowie y comenzaron a arrastrarnos hacia el interior del lago.

    El barro dificultaba nuestros movimientos al no ser capaces de agarrarnos a nada. Bowie luchaba por zafarse de ellos mientras que yo intentaba dar una última bocanada de aire. Bajo el agua mis movimientos se ralentizaron, sin embargo Bowie seguía pareciendo igual de ágil. Tras librarse de los demonios nado con rapidez hacia donde estaba y me ayudo con los que me tenían preso.

    Al agarrarme para ayudarme a nadar me fije en que unas branquias sobresalían de su cuello, había escuchado a los demás decir que experimentaron con ella y le añadieron mejoras, pero no había pensando en nada como esto. Los demonios marinos cortaban nuestro paso hacia la superficie, así que no nos quedo otra que sumergirnos.

    Encontramos una caverna subterránea y el agua nos sacudió con fuerza, con algo de suerte saldríamos a parar en mar abierto. La superficie parecía encontrase demasiado lejos, Bowie miraba a su alrededor buscando algo que pudiera darme oxigeno. Por mi parte notaba como me fachaba la vista.

    – [Bowie]Más te vale no estar muerto.-[/Bowie]Escuche la voz de Bowie y abrí los ojos, no sabía cuanto tiempo había pasado inconsciente. Bowie estaba arrodillada a mi lado, levante la cabeza y a nuestro alrededor un grupo de humanos nos apuntaba con armas rudimentarias. – [Bowie]Mi nombre es Bowie y él es Elliot. Venimos en son de paz.[/Bowie]

    Me reincorpore con cuidado en un intento de no alterar a los que nos rodeaban. Al echar un vistazo me percate de que seguíamos bajo el agua pero dentro de una cúpula de cristal. De un extremo del circulo de personas que nos rodeaban fueron abriéndose paso para dejar entrar a una joven rubia con mejores ropajes que el resto -[B]Bienvenidos a Vanaheim.[/B]

    – [Bowie]Gracias.-[/Bowie] La muchacha se parecía a Bowie, quizás ere uno de los requisitos para ser cazadora, el ser rubia.

    – [Elliot]¿Cómo habéis acabado aquí?.-[/Elliot] No sé si era lo más inteligente esconderse bajo el agua, aunque teniendo en cuenta que los demonios asediaban campamentos terrestres cerca del agua, esconderse delante de sus narices tal vez no era tan mala idea.

    – [B]Somos el pueblo de Ulf, el vanir corrupto por los Neidr.-[/B] Recordaba ese nombre, algo que Xander había encontrado relacionado con Elle. – [B]Pero me temo que llegáis en mal momento.[/B]

    Nos entrego unos binoculares para ver como esos demonios se acercaban hacia la ciudadela con una criatura encadenada con aspecto de ballena, sin duda iban a utilizarla como ariete – [Elliot]¿Crees que se trata del guardián?.[/Elliot]

    – [Bowie]Lo es.-[/Bowie] Bowie apretó los puños y se acerco hasta la fosa que empleaban como entrada. Se movía con rapidez, como si el agua fuera su elemento y comenzó a asestar golpes a los demonios.

    Si esa criatura era nuestra única forma de volver con los demás debía de ayudar a Bowie, pero no era tan fuerte o ágil como ella, tenía que afrontar esta situación de otro modo. Tome aire y salte a la fosa para salir, Bowie seguía golpeando demonios mientras intentaba llegar con rapidez hasta la ballena.

    Pose la mano en la criatura y note una descarga de dolor que me hizo apartarla al instante. Me fije en sus ojos cargados de tristeza, muy parecidos a los míos. Aún no sabía muy bien como funcionaba mi poder, si es que podía llamarse así, o lo mismo no era más que una evolución de mi desgracia al igual que la capacidad de adaptarse de Bowie.

    Volví a posar mi mano en la criatura, esta vez sin apartarla. Lo que sí sabía es que de este modo podía apaciguar su dolor y tal vez así se detuviera evitando atacar la ciudad subterránea. Pude sentir cada golpe, arañado y latigazo como si lo hubiera sufrido en mis carnes. Un remolino de sombras envolvió a la criatura y esta se convirtió en una especie de sirena.

    El sonido de su voz sonó alto y claro en mitad del agua, mientras que a Bowie y a mí no parecía afectarnos los demonios de agua se volvieron locos y escaparon con rapidez. La guardiana nado en círculos alrededor nuestro y un remolino nos acabo tragando, cuando subimos hasta la superficie dimos a parar a un lago con una nave familiar a lo lejos.

     

  • VUELTA AL DULCE HOGAR TEMPORAL

    Amy – Nexus

    Tarde

    Noté una punzada en el pecho cada vez más intensa. No le di mayor importancia, pensando que se trataba de la maldición, hasta que el dolor me hizo caer de rodillas. Me costaba respirar, el dolor era cada vez más profundo, como si me hubieran arrancado el corazón o mejor dicho como si me lo hubiesen roto y entonces lo entendí: algo le había pasado a mi otra mitad. Algo le había pasado a Jane.

    Vi a Owen llevarse una mano al pecho y pensé que solo estaba siendo melodramático, pero cuando la pantomima empezó a durar más de lo que se considera aceptable, me preocupé. Supe que no era abroma porque cayó de rodillas. Entonces, alargué mi mano para ayudarle y llamé a nuestro otro compañero de aventuras.- [Amy]Lekwaa, ayúdame, por favor[/Amy].

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  • UNA LUZ MÁS TENUE

    Jane – Selas

    Mañana

    Abandonamos la cabaña de Caitriona y yo me sentí extraña. Seguía a Xander estando fuera de mí misma, como cuando soñaba que conducía el coche de mi madre desde el asiento trasero. Con el tiempo, descubriría que esa sensación se llama irrealidad y forma parte del pack completo de la ansiedad. En ese momento, lo achaqué al cansancio. Esta especie de interludio entre la Nave y la acción estaba resultando más largo de lo esperado. Echaba de menos a mis hermanos, pero también el control. La vida en la Nave se parecía demasiado a la de la Tierra.

    – [Xander]¿Vas bien? Voy más despacio si lo necesitas[/Xander].- comentó cuando nos adentramos en el bosque. Era por la mañana, pero en el interior de aquella frondosidad, bien podían ser las siete de la tarde.

    – [Jane]De momento[/Jane].- musité.

    – [Xander]Encontraremos una forma de superar al guardián del portal sin luchar. Ya lo verás[/Xander].- me aseguró tendiéndome la mano para saltar una rama, gesto de deseché con un «gracias» que no sé si oyó. Alexander. Tan guapo, tan confiado. Tan Echolls. ¿Os acordáis de esa escena de Los Simpson en la que van a bautizar a los críos y Maggie se queda mirando a su familia, que está en el barro, mientras que los Flanders resplandecen? Mi familia son los de la ciénaga y los Echolls los que brillan.

    – [Jane]Eres más optimista que yo, eso desde luego[/Jane].- la toga que nos había prestado Caitriona se empezó a manchar de barro y maldije este mundo y los siguientes. ¿Dónde estaban mis vaqueros cuando los necesitaba?

    – [Xander]Siempre ha sido así[/Xander].- sonrió al verme. «Deja de brillar, maldita sea«.

    – [Jane]Tienes razón[/Jane].- le devolví la sonrisa.

    – [Xander]Enseguida estaremos con los demás y podrás librarte de mí[/Xander].

    – [Jane]Qué alivio[/Jane].- bromeé.

    Nos quedamos callados y estaba tan concentrada en intentar disimular el barro de mi toga, que no vi que delante de mí había un tronco enorme y me precipité al suelo sin poder evitarlo. Alexander corrió a ayudarme y me cogió en volandas.- [Jane]¿Ahora eres Edward Cullen? Ah, no, que eso también es muy Christian Grey[/Jane].- compuse un mueca.

    – [Xander]Lo siento, lo… lo pasé mal[/Xander].- se excusó apartándose de mí.

    – [Jane]Lo sé, pero no soy un personaje de ficción desvalido. No hagas eso, aunque te agradezco que aún tenga todos los dientes[/Jane].

    – [Xander]Ya, lo sé, ha sido… instintivo[/Xander].- se disculpó.

    – [Jane]No pasa nada[/Jane].

    De nuevo, el silencio se volvió denso y avanzamos a paso ligero. Me preocupaba no salir nunca de aquí, que el bosque fuera eterno, como si de un castigo bíblico se tratara y estuviéramos dando vueltas hasta el infinito.

    Al cabo de un rato, llegamos a una zona más despejada y Alexander señaló a lo lejos.- [Xander]Las leyendas hablan de ese pico[/Xander]. – señaló el pico de una montaña. – [Xander]Podemos acampar y ascender mañana[/Xander].

    Estábamos exhaustos y hambrientos. El sol se estaba poniendo en el horizonte. Llevábamos tantas horas caminando, que al oírle, me dejé caer en el suelo.- [Jane]Sí, me parece buena idea[/Jane].

    Mientras yo me quedaba sumida en mis pensamientos, él hizo una hoguera y sacó del morral que nos había prestado Caitriona, una cacerola de barro, un poco de pescado en salazón y unas verduras con las que se dispuso a hacer una especie de guiso.

    En cualquier otra ocasión, me habría puesto a ayudarle, pero no me sentía con fuerzas.- [Jane]¿Sabes lo que echo de menos de la Nave? El chocolate[/Jane].- comenté al escuchar mis tripas rugir en cuanto percibí el olor del guiso.

    – [Xander]Estás cerca de darte un festín[/Xander]. – sus ojos se cruzaron con los míos y tuve que bajar la mirada. – [Xander]Yo los helados[/Xander].

    Para dejar de sentirme inútil, me puse en pie y fui con él. Con dos hojas que me puse en las manos, removí la cazuela alzándola un poco del fuego.- [Jane]No tiene mala pinta[/Jane].

    – [Xander]Menos mal que nos lo dio Caitriona, porque no me veía capaz de matar nada…[/Xander]

    – [Jane]Esperemos que no haya que matar al Guardián del Portal[/Jane].- volví a posar la cazuela en el fuego y me senté a su lado. Empezaba a refrescar.

    – [Xander]Demasiadas muertes para toda una vida[/Xander].- suspiró y me acerqué a él para entrar en calor.

    Me pareció escuchar a alguien a nuestras espaldas, pero estaba tan cómoda, que no presté atención.- [Caitriona]¿Y quién se ha muerto si puede saberse?[/Caitriona]

    Cuando escuché aquella voz que bien recordaba al siseo de una serpiente, me separé de Alexander y él, con calma, se dirigió a ella.- [Xander]¿Caitriona? ¿Vas a ayudarnos?[/Xander]

    – [Caitriona]Depende[/Caitriona].- apreté los labios al oírla.

    – [Xander]Si vienes a por otro trato, no creo que vaya a funcionar[/Xander].- le advirtió él.

    – [Caitriona]¿Qué gano yo si os ayudo?[/Caitriona]

    – [Xander]Que Chernobog no acabe con todo[/Xander].- busqué la mirada de mi amigo para ver si era verdad lo que decía y sí, era cierto.

    Caitriona dejó escapar una carcajada guturual, malévola.- [Caitriona]Está bien. Iré con vosotros a cambio de que le digas la verdad[/Caitriona].

    «La verdad». Aquellas dos palabras quedaron flotando en el aire y me envaré, molesta. Quise buscar de nuevo los ojos de él, pero esta vez fue en vano.- [Xander]No, no tienes derecho…[/Xander]

    – [Jane]¿La verdad? ¿De qué estás hablando, Caitriona?[/Jane]- mi voz sonaba ajena, como salida de otro cuerpo.

    – [Xander]La verdad de lo que pasó[/Xander]. – el fuego crepitaba con fuerza. Había que retirar la olla del fuego o se quemaría. – [Xander]No estabas grave cuando traje a ella[/Xander].

    La bruja se cruzó de brazos, esperando a que él siguiera hablando. Se notaba que, por más que intentara disimularlo, estaba disfrutando.- [Xander]El veneno era mortal, eso ya te lo dije. Y te mató[/Xander]. – le costaba hablar, como si tuviera un nudo en la garganta. Quizás los dos lo teníamos. Una cuerda invisible atada por dos extremos unía nuestras gargantas. – [Xander]Atravesé kilómetros contigo malherida, pero a la entrada del laberinto…dejaste de respirar[/Xander].

    Las lágrimas surcaban sus mejillas y yo empecé a temblar de manera violenta. Frío, nervios, miedo. [Jane]- ¿Estaba muerta? ¿Y ahora qué soy, un zombi?[/Jane]- la que preguntaba las cosas parecía yo, pero no era yo.

    – [Xander]No, no[/Xander]. – negó con la cabeza y se pasó las manos por los ojos para no seguir llorando. Ese gesto me recordó a cuando se separaba de su madre para irse a la fila del cole y no quería que le vieran llorar. Lo conocía tan bien que me dolía verle así. – [Xander]Hice un trato con Caitriona, te trajo de vuelta sana y salva[/Xander].

    – [Caitriona]¿Y qué más?[/Caitriona]- pinchó la bruja. El guiso empezaba a oler a quemado. Todavía era salvable.

    – [Xander]Te di…te di mi alma[/Xander].

    Noté cómo todo se me venía encima y me fui en dirección a la olla. Como no estaba pensando, me quemé al intentar cogerla y lloré con fuerza. Alexander quiso ayudarme.- [Jane]Dime que es mentira, por favor[/Jane].- le supliqué muy bajito. No quería que Caitriona se alimentara de mi sufrimiento.

    – [Xander]Hice lo que era necesario[/Xander].

    Me levanté trastabillando.- [Jane]Encárgate tú de la olla. No quiero saber nada de ninguno de vosotros dos. Me voy sola. Pienso salir sola de aquí e irme a la a Nave y no ver nunca a nadie más[/Jane].

    Me limpié las lágrimas como pude y eché a andar en dirección al pico. Dejé atrás a la bruja y a Alexander, cuya luz parecía un poco más tenue según me iba alejando.

    My love is
    Just waiting
    To turn your tears to roses
    (Whispers in the Dark, Mumford & Sons)
  • AGÁRRATE FUERTE

    Choe – Kardas

    Tarde

    A Dante los barcos no le gustaban mucho, así que cuando atracamos en el puerto de destino, su tono, ligeramente verdoso durante el viaje, se tornó más saludable.- [Chloe]¿Qué, ya estás mejor?[/Chloe]- le pregunté con sorna mientras nos cambiábamos de ropa detrás de un mostrador de especias para encajar mejor en aquella especie de pueblo de Aladdin.

    – [Dante]Soy demasiado pálido para este sitio[/Dante]. – comentó poniéndose unos pantalones blancos y una casaca roja que robó de un tendedero.

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  • CATALIZADOR

    MIKE SOLO-NOVAK

    KARNAK – MAÑANA

     

    Mi madre siempre contaba que ella toda la vida se había tenido por una mujer de ciencia criada en un entorno en el que la fe era un pilar fundamental. Sin embargo, su forma de pensar cambió cuando fue convertida en vampiresa y vio toda serie de cosas inexplicables hasta el momento, incluso siéndole concedida una cura. Desde ese momento, nos decía, había vuelto a colgarse la cruz al cuello y aceptado ambas facetas de su vida.

    Mi hermano Idris llevaba al cuello una cadena de plata que le habían regalado los abuelos, pero tenía más fe en sí mismo que en otras cosas. Mi padre tenía su propia fe, una cuyos símbolos estaban perdidos en su mundo, más cercana a la parte que mucha gente desconoce del islam, la que no es raíz de fundamentalismos ni guerras absurdas.

    Y yo por mi parte, había salido a mi madre, aunque mi fe era un poco menos esperanzadora. No contaba con milagros ni cambios radicales distintos a los que yo mismo hiciera. Creía en algo que nos protegía y nos permitía seguir siendo relativamente libres. Y quizá ahora, viendo la oscuridad que crecía en todas partes, creía aún más.

    Pero mis esperanzas siempre habían sido un punto débil, me consideraba realista aunque quizá con perspectiva habrían podido llamarme pesimista. Cuando llegamos de nuevo a Karnak, solos Sophie y yo, buscamos formas de regresar con el resto. Tras semanas sin conseguir contactar con nadie, con las esferas como piedras inertes y sin ningún portal funcionando, me conformé, arrastrando a Sophie conmigo.

    Era cierto que una parte de la vida que llevábamos allí era agradable, teníamos tiempo para estar a solas, la gente que nos había acogido en aquella pequeña ciudad a orillas del Nilo nos trataba como dioses y hacíamos una labor curando a personas día tras día. Estaba claro que echaba de menos otras comodidades de la Tierra o incluso de la Nave, y también a los demás, a mis padres, a mi hermano…

    Aún así, hasta aquella mañana, nos conformamos.

    Amaneció como cualquier otro día. Me levanté de la cama con Sophie aún durmiendo al lado y preparé un desayuno para los dos con algunas frutas que nos había traído un paciente. Después de desayunar Sophie fue a darse un baño en un pequeño estanque artificial que habíamos formado cerca del río. Estaba protegido de las miradas en cierto modo, pero los habitantes nos tenían tanto respeto que no se acercaban por allí. Habíamos pasado muchas tardes divertidas en ese estanque.

    Tenía una visita temprano, así que no pude acompañarla para empezar el día con energía. En la visita había una mujer, tenía constitución delgada y la piel blanquecina por el dolor o la fiebre.

    – [Mike]Buenos días, soy Michael.[/Mike] – empecé a decir, gracias al traductor que me había llevado a la última misión. Lo había guardado cuando los demás la habían dado por finalizada. Una desgracia con suerte.

    La muchacha me miró, parecía un pajarillo asustado, salvo en los ojos, sus ojos irradiaban algo. Me acerqué despacio para no asustarla, pero de pronto ella se abalanzó sobre mí y me puso la mano en la frente.

    Una sucesión de imágenes se precipitó como una cascada en mi mente. No era capaz de procesar lo que estaba viendo, pero era como si ya lo hubiera visto. Antailtire enviado al Vacío tras el sacrificio de los Daë, una oscuridad saliendo de su cárcel en Dyavol y alcanzando todos los mundos, esferas que se apagaban, debilitadas como el poder de los Daesdi contra esa oscuridad y separados, repartidos por el Cúmulo, nosotros. Y los mundos aún tenían una luz, un viejo portal del que surgían todos los demás, protegidos por criaturas míticas.

    Me llevé una mano a la frente y me aparté de la joven, que ya parecía más tranquila, recuperando su tono cobrizo natural. Parecía confusa, o cohibida ahora que se había liberado de esa carga. Tras un rápido vistazo la mandé marchar y me senté, abatido. Estaban vivos, todo este tiempo lo habían estado.

    Me esforcé en recuperarme y salí en busca de Sophie, dándole vueltas a cómo decirle lo que había descubierto y pensando en cómo enfrentarnos al Perro.

  • SUEÑOS Y CAMINOS QUE COMIENZAN

    XANDER ECHOLLS

    BOSQUE DEL CREPÚSCULO, SELAS – MADRUGADA

     

    No sabía qué hora era, en aquél lugar, cualquier aparato que midiese el tiempo era un mero adorno. Solo sabía que la oscuridad de la noche ya no era total y debían quedar pocas horas para amanecer.

    Me había acostado al caer la noche, poco después de cenar. No me sentía con fuerzas para nada más y había esperado que ese cansancio mental se tradujera en dormirme en cuanto me tumbase, pero nada más lejos de la realidad.

    Los sucesos de los últimos días se repetían una y otra vez en mi mente, revisitados en un bucle como si fuera un adicto, flagelándome por no haber hecho más, por no haber sido más listo, más rápido, más digno de ser un Daë como mi padre y mi madre.

    Cuando mis pensamientos empezaron a repetirse, caí dormido en un sueño agitado. En la vida real mi cuerpo se movía, buscando postura, mientras mi mente viajaba más allá, soñando con una nave que cruzaba las estrellas huyendo de sus perseguidores.

    Caminaba por los suelos de metal que separaban mis pies del vacío, solo que los suelos no eran metal, si no tarima. Por sus pasillos encontré caras conocidas, todas las personas estaban allí, igual que cuando la nave estaba estrellada.

    Owen estaba diferente, más grande, más musculoso, de piel más oscura, como un titán que se alzaba en las estrellas, encogido solamente cuando Jane le replicaba. Aunque ella también estaba cambiada, su pelo era oscuro pero parecía más alta, más segura de sí.

    Entonces comprendí, como si siempre lo hubiera sabido, que eran Williams, pero no los que yo conocía. Atravesé la nave sin pararme a dudar en dónde me encontraba, cruzándome con una joven que me recordaba a Leo, solo que ardía con la intensidad de Kaylee.

    Tres hermanos discutían de forma amigable, parecían conocidos y a la vez, extraños. Se llamaban hermanos, y lo eran, pero no de sangre. La chica parecía la más alegre de los tres, el más bajo, consumido por el deseo de conocimiento y el tercero el eterno protector de los otros dos.

    Aquella nave bullía de vida y emoción, pero no estaba carente de penas. Una joven pelirroja se mantenía apartada del resto, soñando con algo que estaba fuera de su alcance.

    Un hombre y una mujer hablaban cerca de una niña pequeña, cada uno a un lado, manteniendo las distancias. Ella era fuerte y valiente, él era temeroso y empático. Cerca de ellos, el hermano de la joven se mantenía en silencio, más observador que partícipe de la vida en la nave.

    Otro hombre despedía el calor de la sala de máquinas, su piel ardía pero aun así él estaba frío. Hablaba con otra joven a la que protegía, aunque ella era aún más fuerte.

    Era un hogar, lo vi tan claro como en ese momento me miraban todos ellos. Mientras era arrastrado hacia la esfera que todos ansiaba encontrar, su nuevo y viejo hogar.

    La tierra era salvaje, las ciudades habían sido reducidas a aldeas y la naturaleza campaba a sus anchas al igual que lo hacían los demonios, más valientes, más fuertes, más ligados a su origen ancestral. En mis manos llevaba a ‘Sendero Oscuro’, la espada de mi padre, silbé y mi fiel compañera se unió a mí. Mi camino era solitario, mi hermana y yo éramos los últimos defensores y ahora estábamos separados.

    Al final del bosque vi a mi hermana. Atravesé decenas de seres horribles, monstruos dignos de las peores pesadillas de cualquier cazador. Cuando ya la veía alcé la mano hacia ella, pero una criatura me agarró y me engulló hacia la más siniestra oscuridad.

    Desperté con un grito ahogado. Estaba cubierto de sudor frío y temblaba ligeramente. Me senté en la cama, pensando. Aquél sueño se había sentido demasiado real, era casi como si hubiera podido tocar a todas esas personas, como si tuvieran relación conmigo.

    Tenía miedo a aceptar la realidad de lo que había ocurrido. Era hijo de una Kvasir, sobrino de una profeta y primo de otra. Aquello había sido una visión. Pero … ¿quiénes eran? ¿Los futuros dueños de la Kvasir? O quizá mi mente había recreado la nave como la única que conocía en persona. Si era un futuro lejano, la Tierra estaba en peligro.

    Era inútil ya dormir. Daría vueltas a qué significaba todo aquello, al motivo de recibir ahora esas extrañas visiones. Me quedé con el miedo encarnado del final del sueño, veía a Elle al alcance de la mano y algo me arrastraba lejos. Necesitaba encontrar la forma de salir de ese mundo y reunirme con los demás ahora que sabíamos que estaban a salvo. Había estado demasiado preocupado por Jane y por mi pacto con el diablo como para darme cuenta de lo que necesitaba.

    Me aseé y salí de la cabaña para llamar a la puerta de la de Jane, que tardó un rato en abrir. – [Xander]Jane, ¿te he despertado?[/Xander] – pregunté al verla con los ojos entrecerrados, aún adormilada.

    – [Jane]Más o menos.[/Jane]- respondió. Como ya la conocía desde hacía bastante, sabía que las mañanas no eran lo suyo.

    – [Xander]Sé que estás cansada todavía, pero tenemos que salir de aquí y encontrar al resto.[/Xander] – aquello no iba a gustarle y menos a primera hora, pero el tiempo corría en nuestra contra, allí no podíamos relajarnos.

    – [Jane]Pues qué bien.[/Jane] – se quejó, sentándose a desayunar algo que Caitriona o algún minion suyo le habían dejado allí para desayunar.

    – [Xander]Será duro, pero te ayudaré en lo que necesites.[/Xander] – no podía hacer más que eso. El peso del secreto aún pendía entre nosotros y no me atrevía a hablar demasiado porque no quería ocultarle nada, ni siquiera que mi alma ahora estaba en ella, contrarrestando el veneno.

    – [Jane]Gracias.[/Jane]- respondió ella.- [Jane]Voy a desayunar y me pongo en marcha.[/Jane] – se sentó y empezó a comer en silencio, perdida en sus pensamientos.

    – [Xander]Iré a hablar con Caitriona.[/Xander] – dije dedicándole una sonrisa de despedida. Sabía que no era bueno molestarla más mientras desayunaba, por mucho que me hubiese quedado allí, observándola, disfrutando del regalo de que estuviera viva y de lo radiante que estaba cuanto más la miraba.

    Atravesé el bosque hacia la cabaña de Caitriona. La suya estaba más alejada del resto, en un claro en mitad de la floresta, emulando un cuento de hadas. Era más grande, pero sus paredes no eran de dulces y su dieta tendía más a la fruta.

    Llamé y la puerta se abrió. – [Xander]Caitriona. Jane y yo nos vamos.[/Xander] – la avisé, tenso ante su mirada inquisitiva.

    – [Cait]Por fin ha llegado el día en el que mis pequeños abandonan el nido.[/Cait]- replicó con una sonrisa divertida. Llevaba una toga de color oscuro y detalles dorados en lugar de las de colores tierra que solía llevar.

    La observé, dándole vueltas a una idea. Decidí seguir mi patrón habitual y lanzarme a la piscina sin pensar en exceso. – [Xander]No tienes por qué conformarte con esto.[/Xander]

    – [Cait]Hablas como si supieras de lo que estás hablando y solo eres un crío privilegiado.[/Cait] – espetó, frunciendo el ceño mientras se deshacía de ese aire de bruja malévola.

    – [Xander]Supongo que lo soy, pero eso me ha dado tiempo para conocer a la gente.[/Xander] – no iba a negar que mi padre y mis madres siempre nos habían dado todo lo que queríamos tanto a Elle como a mí. – [Xander]Eres más de lo que aparentas.[/Xander] – puede que mi alma no estuviese conmigo, pero Jane estaba cerca y acabar de verla me hizo tener un poco de la esperanza y la energía que solía tener.

    – [Cait]No necesito que un hombre me valide.[/Cait] – afirmó, fulminándome con la mirada. Hubiera sido fácil alejarse del poder que emanaba de ella.

    – [Xander]No te estoy validando, te estoy diciendo que con tu ayuda podríamos enfrentarnos a todo esto.[/Xander] – aclaré, no necesitaba que le recordara el poder que tenía, esto no se trataba de poder, si no de usarlo para hacer lo correcto en lugar de usarlo para sí misma. – [Xander]Jane está recuperándose y yo solo soy un aesir, sin poderes y sin alma.[/Xander] – no hacía falta negar que enfrentarnos los dos a un ser mítico para salir de ese mundo era una misión suicida.

    – [Cait]Gracias, pero no.[/Cait] – declinó.

    – [Xander]Piénsalo. Nos vamos en unas horas.[/Xander] – decidí dejarle espacio, no tenía sentido discutir si no entraba en sus planes acompañarnos. – [Xander]Si no quieres, no volverás a vernos. Pero si quieres ayudar…sin rencores.[/Xander] – tendí una oportunidad. Sería difícil de mantener, porque había generado mucho dolor con sus tratos, a mí incluido, pero también había traído de vuelta a Jane y eso no podría pagárselo nunca.

    – [Cait]Te queda grande el mantón del héroe, Alexander.[/Cait]- dijo girándose para mirar el fuego de la chimenea. Vi en su mirada que esperaba que eso doliese. e dice sentándose a mirar el fuego.

    – [Xander]Por eso busco otros que me ayuden a llenarlo.[/Xander] – le aseguré. Un héroe solo es un mártir. Por eso los Daë siempre son un grupo.

    Caitriona soltó una carcajada mientras salía de la cabaña.